Tierra

Suelta
el rebozo de tu alma
para que en tu espacio renazca el sol.

Serán
mis hebras tu perfume
que cubran los surcos del duelo, hoy.

Levántate,
mis hojas son tu nido,
acunaré tu tenue y dolido corazón.

Siente
el suspiro a caracola,
aliento en el salmo de mi voz.

Camina
al repiquetear la lluvia ,
goteado en tu cara saldrá un giroscopio de luz.
Y ondea tu gasa de la noche
en estrellas fugaces, las piernas de los dos.

No bajes,
no reseques tus entrañas,
alfombra un paraíso,
entrecrucémonos los dos.

Sellemos
aquí nuestro secreto:
la sal de la vida, un rastro, una ilusión.

Siendo
vos el sostén de mi savia
Y yo entre tus raíces,
una flor.

María Inés Arias