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Inicio / Cuenteros Locales / arcangel_solar88 / Una noche entre cuentos

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Hace casi un mes, debía escribir un texto introductorio que fuese capaz de satisfacer el voraz apetito de tan inquietos espectadores, tenía un tema aunque a estas alturas del partido no lo parezca…

Era lunes en la tarde, el reloj marcaba las ¡seis! mi cabeza gritaba ¡clase, mis ojos cama! y mi voluntad se debatía una vez más entre el deber y el placer. Inquieta revise tras mi puerta el calendario, 28 de febrero los días corrían deprisa, la fecha se acercaba y mi proyecto de trabajar con la comunidad gitana; se hacía añicos por última vez. Pedí al cielo me iluminara, apelando a la razón y lo poco paciente que soy, revise el baúl de las ideas, sin encontrar algo que trajera a mi mente la solución.

Reposaba sobre mi mesa de noche, un libro del maestro Castro Caycedo ¡QUE LA MUERTE ME ESPERE! lo observe en silencio; y en ese preciso momento se me quito el sueño. Reaccionando con brusca ansiedad, llegaron a mi mente imágenes de lápidas, y parientes despidiendo a sus seres amados, al interior de las arquitectónicas entrañas del colosal Cementerio Central.

Abriendo así, paso a lo que podría ser un interesante proyecto de investigación; en lo que se refería al comportamiento semiótico de los visitantes de tan ilustres sepulcros y otros no tan ilustres…

Salí rumbo a la universidad, inmersa en medio de mi recorrido por el mundo de la memoria y las ideas, ¡vibro mi celular! un poco molesta y confundida conteste, escuchando del otro lado; esa voz que agitada y algo alocada -me recordaba el encuentro del jueves- preguntaba ¿si por casualidad olvide mi compromiso? ¿si era inoportuno o ese era el mejor momento para su llamada? ¿Si tenía clase o estaba libre esa misma noche? fueron tantas sus preguntas, y tanto su afán que no me dio tiempo de responder ninguna de ellas...

Con la tranquilidad que se desborda de quien ha vivido durante mucho tiempo al filo de la navaja y recupera el control nuevamente tenía los contactos, las fuentes, las personas con las que realmente podría trabajar. Después de varias citas en las que fui plantada luego de su escape casi perfecto al confesar ¡Por ahora no te puedo ayudar! Evaporando así la proyección gitana y la de incursionar en tierra Santa la balanza se equilibraba y la moneda finalmente caía a mi favor.

Por esos días la semana pasó volando, llegado el día del encuentro con Oscar, tome el Trasmilenio en la estación de la 77. Con marcada ansiedad, entre pisadas y empujones logre entrar al "H3" ¡Lourdes lo crean o no ahí iba yo! más apretada que una sardina enlatada, hice las veces de contorsionista; para sacar el celular del bolsillo izquierdo de mi pantalón. Cinco de la tarde, de ahí a mi destino serian algo así como unos 25 minutos, tal vez más, tal vez menos eso solo lo sabía el conductor de aquel articulado.

Estaba más que lista, para recorrer las calles bogotanas, llena de afanes y citas pendientes por concretar, en medio de tan colorido bullicio; de gente que se daba cita fielmente en la estación de la 63. Oscar, esperaba por mí ¡me aclaro, que por cuestiones académicas esa noche no me acompañaría! pero que ahí estaban un par de colegas de él, intercambiamos un beso en la mejilla; al tiempo que nos fundimos en un cálido abrazo de despedida.

Espere un par de minutos que el semáforo cambiara a verde para continuar con mi travesía, camine frente a los casinos que quedan de paso a la iglesia, observando mi reflejo no pude evitar carcajearme al pensar en tanto tiempo perdido teniendo la solución tan cerca y tan lejos de mí...

Eran las cinco y treinta, cuando me encontraba frente a la imponente arquitectura de la iglesia de Lourdes. La contemple con admiración, tome un par de fotos para recordarla en esos días grises en que la memoria es tu mejor compañera… Baje los escalones a mano derecha, buscando a ese personaje, que sin saberlo sería objeto de unas cuantas preguntas a las que necesitaba dar respuesta; y porque no pedirle que posara para mi lente principiante e indiscreto.

Para ese momento eran casi las seis la tarde, la cuentería siempre fue y será uno de mis pasatiempos favoritos, pero se pasan tan rápido las horas que vas por cinco minutos y te quedas la función entera. Todo estaba un poco menos congestionado de lo normal, considerando que por la hora, muchas personas aún no terminaban sus jornadas.

Observe a mi alrededor, ¡la lluvia caía despacio sin prisa, sensual y delicada! la gente escandalizada; con cara de tragedia griega corría como si así sus cuerpos se volvieran imposible de penetrar por el agua.

En medio de tan cómico disparate, un interesante grupo de gente comienza a llegar cada vez más. Eran esos los amantes del buen arte, para quienes el frío y la lluvia, no eran impedimento para quedarse un par de horas más; y continuar alentando a ese maestro de la improvisación, que hacia acto de presencia en el escenario callejero, justo en ese momento.

Con cervecita en mano y cigarrillo en la otra para los que iban con el parche o en su defecto la nena bajo el brazo para el que iba con su novia como compañía. Esa interesante concurrencia eran grupos de universitarios y uno que otro personaje de diferentes edades y distintas ocupaciones que no gustaban de perderse de la oportunidad y menos de la función, al lado de otros cuenteros que esperan su turno atentamente entre carcajadas y suspiros para ser dueños del nuevo paquete de aplausos del presente show.

Tenía un cuestionario listo para bombardear a mi desconocido pero divertido personaje al tiempo que en mi cabeza un séquito de preguntas un poco idiotas para el gusto de algunos pero interesantes para mí, se daban cita en la punta de mi lengua para brincar al vacío y entregarse aventureras y raudas a esas respuestas que nuestro extraño nos brindaría.

Comencé por lo básico por lo menos eso consideraba... !Respire esa libertad que no te da la calle pero si la paz que ciertas situaciones te saben brindar! Me sentía ansiosa y empecé a disparar con mi cámara, la iglesia, los transeúntes, las palomas, los cuenteros y su público ¡Los cuenteros y su público eso es! Dios mío que concentración la mía debía concentrarme en lo más importante la entrevista ¿Pero como evitar, levitar en la galaxia de mis mas locas fantasías? Me despabile un poco y me reincorpore a mis labores… Me acerque y atrevidamente dispare unas cuantas veces, capturando su imagen para la posteridad de mi trabajo estire mi mano y le dije ¡Mucho gusto, Marat! El gusto es mío ¡Alberto pero dime Beto así me dicen todos! ¿Cuentera? No, para nada ¡curiosa que es diferente!

¡Alberto, perdón Beto! Puedo molestarte un par de minutos, me gustaría mucho hacerte unas preguntas y tomar algunas fotos… !Claro, no hay problema y además para nada molestas! me invito a sentarme cómodamente en el frío asfalto de las escaleras, entre el público presente nos perdimos en ese mar de gente que ansiosa al igual que yo pedía a gritos por el siguiente cuentero. Me pregunto sobre que quería saber y le dije: !Que todo! Respondiendo con una sonora carcajada que me dejo algo incomoda, ¡Espero no ser abusiva! Todo o casi todo quiero saber sobre tu vida, tu trabajo, lo que te llevo a convertirte en cuentero.

Me dijo que con gusto me daba la entrevista, pero que seria a su modo con una historia, un cuento, una obra de la que en contados momentos seria participe. Termino Juan David Quintero quien tenía a cargo la apertura de la noche, aplaudimos, corrimos nalga como él bien lo dijo, creando entre todos los presentes una sensación de calidez como si de un gran grupo de amigos se tratara, aporte unas cuantas monedas que tenía en sencillo y en ese momento Juan David pidió un fuerte aplauso para un gran artista ¡Con ustedes Alberto, el maestro... El Ipod de la cuenteria! Toda la audiencia se ataco de la risa sin necesidad de que se explicara el chiste, la estatura de Beto a comparación de la de Juan David era como jugar al gordo y el flaco pero en este caso ¡El maestro! Le da a la cintura al señor Quintero, quien salió de escena después de ese caluroso y romanticón abrazo que a más de uno hizo llorar pero de la risa. Dijo abiertamente que ya que no tenía que explicar el chiste, podía afirmar que su estatura aunque nadie lo creyera era su mayor fortaleza algo aprendido durante su época de colegio…

Fue imposible para mi personaje retener la risa cuando nos dijo: No entiendo como un man del Politécnico viene a narrar a Lourdes, eso lo tengo claro en mi caso que estudio en el SENA ¡YO! Que fuera de bajito soy de las clases bajas pero este man que fuera de alto pertenece a la alta que necesidad tiene ¿Sera el gusto de la cuentería o simplemente que la mesada de papi no le alcanza?

Hablo de su estatura, del caos y el abuso del trasmilenio, las ventajas de bailar reggaeton cuando se es del tamaño de un bolardo, lo lindo y tierno que las mujeres creen que es por ser piloso, pinta y poderlo llevar en la cartera, !Una presentación para recordar! Pero, todavía falta responder a preguntas tan puntuales y sencillas para mi trabajo como lo eran ¿Qué? En ese caso puntual su profesión ¡Cuentero y a mucho honor! ¿Quien? Las presentaciones sobran con sencillez y algarabía ¡Alberto el maestro! ¿Cómo? Por medio del arte de ese arte callejero lleno de cultura y rutinas extenuantes preparadas por horas y recogidas de otras generaciones y personajes, historias que pasan de boca en boca de cuentero a cuentero como es costumbre al interior de la tradición oral ¿Cuando? Al caer la noche bajo el manto protector y frio de nuestra descarada y bohemia metrópoli, con horarios establecidos y rutinas que pueden durar un poco más de la hora o menos de media hora como en el caso de Juan David, ¿Donde? Principalmente Lourdes, Chorro de Quevedo y fines de semana pero no menos importante Portal 80 y Salitre Plaza, en ocasiones Maloka son las zonas que más trabajan y con mas constancia los tienen como visitantes casi adheridos a los coloridos mapas de sus estructuras coloniales y arquitectónicas ¿Porque? Se abrieron las puertas del arte para quien tiene talento y corre por sus venas el arte de la palabra y la improvisación sin dejar de lado el motor económico, representado en un sustento casi completo de lo que le ayuda diariamente a subsistir y estar al día en aspectos en los que se ve algo alcanzado para cumplir con el pago de sus estudios y su hogar, ¿Con que? Historias, anécdotas, vivencias de todo tipo de las que duelen, de las que te hacen reír, de las que te hacen sentir rabia, de esas que remueven las fibras más sensibles de nuestro ser, aferradas a moralejas que te llenan de sueños y muchas veces hasta de realidades que te devuelven entre risas de un cocotazo a tu diario vivir porque todos en algún punto de la vida hemos estado ahí parados.

Narro la forma en que se siente jugando al Doctor Psiquiatra, parado frente a un gran auditorio lleno de mentes hambrientas de conocimiento, sedientas de diversión, llenas de realidades ajenas entre sí pero idénticas al fin y al cabo por mas que se desgasten en negarlas… Observo con atención un grupo de jovencitas con pinta de primíparas que salían tan emocionadas de uno de los bares de la zona que aun seguían bailando y al verlas les grito una canción de moda, comienzo a imitarlas y en ese momento la más joven de ellas se sonroja cubriéndose la cara para reírse, diciendo a grito herido ¡Todo buen colombiano le tiene terror al ridículo, lo ven! Son cosas que se aprenden en el trabajo, se estudia la gente las reacciones, los comportamientos es interesante estudiar al ser humano a través de algo que le divierte y enseña es un aprendizaje mutuo lo que se vive en este trabajo…

Ya sobre las ocho de la noche con un frío que cala los huesos y una nariz digna de ¡La noche de las narices frías! Agradecí su aporte a mi trabajo, respire por última vez durante esa noche mi libre historia, saque de mi bolsillo un billete de dos mil pesos a falta de un poco mas de dinero se los extendió en agradecimiento al gran aporte que hace a nuestra sociedad tan llena de matizados grises y sus desgastantes pero interesantes rutinas… Tome un par de fotos para finalizar mi jornada laboral y me despedí con esa frase que retumbaba en mi cabeza y la promesa de regresar apenas pudiera pegarme otra escapadita como la de esa noche ¡Vuelve pronto, Marat!

© Master Marat

Texto agregado el 01-02-2012, y leído por 149 visitantes. (7 votos)


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