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Inicio / Cuenteros Locales / Borarje / ¡Vaya manera de despertar!

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--Al momento que abrir los ojos las cortinas permanecían cerradas; la habitación, en penumbras. Con dificultad, entrecerrando los párpados, miré el reloj que estaba en la mesilla de noche; marcaba las diez menos quince. Demasiado tarde, me dije, pues ¿qué día es? ¿sábado... acaso domingo?
--Pero mi mente no terminaba de despertar, así que era vano mi intento por recordar... ¡Imposible!, pronuncié, dentro de mi cabeza no encontraba indicio que me permitiera inferir una respuesta.
--Entonces comencé a buscar alguna pista externa, miré entre los objetos distribuidos en la habitación. Como el creador me ideó exageradamente metódico sería sencillo, de manera que, el primer paso consistió en buscar el control remoto de la TV, el que acostumbro dejar a la mano sólo en fin de semana, porque es cuando al despertar tengo tiempo suficiente para ver algún programa, Pero no, no estaba en su lugar de costumbre y eso me preocupó, verdaderamente comenzaba a sentirme asustado. De no ser porque recordé que la hora de entrada a la oficina era las 8:00 horas, con sus respectivos cinco minutos de tolerancia, en ese momento hubiera pegado el brinco para enfundarme en lo primero que mis manos alcanzaran para salir a la calle de manera apresurada, abotonando la camisa y con la corbata apenas enroscada al cuello. Y es que, mentalmente hice cuentas: dos horas de retraso hasta ese momento, más una que tardaría en llegar hasta el reloj checador, con un tránsito despejado, cosa poco usual, serían tres horas de demora, así que... era por demás intentarlo, pues de todas maneras mi jefe me mandaría a freír patatas, así que la mejor opción parecía reportarme terriblemente enfermo.
--Sí hombre, tiene lógica.
--Si lo sabré. Pero en ese momento descubrí con horror que tampoco estaba en su lugar el vaso en que cada noche, al meterme en la cama, bebo leche tibia para poder conciliar el sueño ¡qué extraño parecía todo! sin mi vaso de leche hubiera sido imposible tratar de dormir, y menos durante tantas horas. Comenzaba a sentir mariposillas revoloteando dentro de mi estómago. Intenté levantarme, pero descubrí que no estaban mis pantuflas al pie de la cama, una al lado de la otra, perfectamente bien alineadas y en el sitio preciso en que colgarían mis pies al momento de sentarme a la orilla del colchón, ¡vamos, simplemente no estaban, y ya!
--¿Qué diantres está pasando?, la pregunta entró de sopetón en mi confundida mente, y deduje: ¿Acaso un ladrón nos visitó durante la noche? Pero, deduje, ¿qué ladrón se interesaría en llevarse el control remoto de la TV, mi vaso con residuos de leche y mis pantuflas dejando la TV, mi reloj Cartier y mi valiosa colección de estampillas pegada en un tablero adherido a la pared?
--Nooo, desde luego que no.
--Pero esperen, no pierdan detalle que falta lo peor: De pronto me descubrí ¡desnudo! Sí, totalmente desnudo, de pies a cabeza desnudo, y eso quería decir que también habían desaparecido mi pijama y mi ropa interior. ¿Qué más estará faltando? me pregunté entre asustado y encolerizado, quizá un poquito idiotizado.
--Y fue en ese momento cuando sentí sus pies tibios acercarse a los míos debajo de las sábanas, sin duda fue el estupor del momento, pero me apresuré a pensar: Lo único que debiera desaparecer sigue aquí... y justo entonces una idea horrorizante asaltó mi ya de por sí confundido entendimiento: ¡Nooo! se me heló la sangre ¡no puede ser! recordé que había dicho pies tibios, cuando ella los tiene eternamente más fríos que un témpano en el Ártico. Así que verifiqué, y sí, definitivo, eran unos pies tibios como el sol de la mañana, además de suaves, muy tersos. Se los juro, no quería voltear la mirada hacia el bulto que había bajo la sábana, no, no podía, hacerlo era algo más poderoso que mis fuerzas, quizá temía encontrar algo como lo que finalmente encontré.
--Vamos... ¿qué era? Anda dilo...
--¡Era una mujer lo que estaba dentro de mi cama! bueno, no quiero decir que mi esposa no sea una mujer, pero... pero... bueno, es que esta parecía algo más llenita, se adivinaban sus formas algo más... re... redonditas debajo de la sábana blanca. Parecía dormir, sí, seguro que dormía y se le veía muy tranquila, como quien está gozando el sueño.
--¡Oooh!
--No es que tuviera malas intenciones, se los aseguro, yo nunca me aprovecharía de situación semejante para faltar el respeto a nadie, pero... sentí la necesidad de asomarme debajo de la sábana, y con cierto temor, bueno, lo confieso, temblando de miedo, que al fin y al cabo cualquiera se sentiría igual en semejante situación, fui levantando el lienzo levemente, apenas lo suficiente para que penetrara mi vista, y así descubrí que ¡estaba tan desnuda como yo! y rápidamente la volví a cubrir.
--¡Nooo!
--¡Oooh, pero qué he hecho! exclamé aterrorizado. No se piense que nunca tuve alguna aventurilla por ahí, desde luego que las hubo, pero eso era muy distinto; eso de meter a una mujer a mi hogar y a la cama conyugal, eso... eso no tiene nombre, bueno, sí lo tiene, pero es tan duro que prefiero no recordarlo en estos momentos.
--Bien, bien, querrán saber lo que ocurrió después.
--Pero claro...
--Pues sí, allí estaba ella, durmiendo plácidamente. Una mirada alrededor de la habitación me permitió descubrir unas bragas diminutas colgando de la lámpara del techo, un sostén atorado en la esquina superior derecha del espejo del tocador, un vestido negro y unas zapatillas regadas por el piso. También estaba mi ropa, incluidos mis calzoncillos, aventados por todas partes. Y mi mente ¡en blanco! sin encontrar nada que me recordara lo ocurrido en aquella habitación, bueno, ni siquiera sentía los efectos de una resaca, eso hubiera sido un buen justificante.
--¡Ooooh!
--Hasta entonces reparé en la ausencia de mi esposa... ¡mi esposa! estuve a punto de gritar al tiempo que brinqué de la cama. No sabía si salir corriendo de allí o despertar a esa desconocida y decirle que había sido todo, que había llegado la hora de retirarse, La idea de que mi mujer podría entrar en cualquier momento me aterrorizaba. Es que, el cuento del sapo encontrado en el jardín que se volvió princesa al pasar la noche sobre mi almohada nadie lo creería ¿qué le diría entonces?
--Nooo claro...
--Por fin, ante tal presión, una idea llegó a mi mente, una idea genial: levanté la mirada al cielo y clamé: ¡Oh mi creador! sin duda esto es cosa tuya ¿por qué no acabas de una vez? es tan sencillo terminar... si no eres capaz de darle sentido a todo esto, pues sólo escribe: "Despertó y se dio cuenta de que todo había sido un sueño" y ya, punto final, no tienes que enredarte en busca de otro final, anda, hazlo ahora y atiende otros asuntos de mayor provecho. Así terminan siempre estos enredos y siempre funciona. Pero no me escuchó, creo yo.
--Así que aquella mujer comenzó a despertar, al tiempo que producía un suave ¡aaaah! estiraba sus músculos, los brazos, las piernas, el tórax... toooda se relajaba tras un estirón que la hizo ver muy... muy sexy. Sentada en la cama fijó sus grandes ojos marrón sobre mi asustada humanidad, yo apenas alcancé a jalar una almohada para tapar mis partes... mis partes masculinas. Ella sonrió y unos bellos hoyitos se marcaron en sus mejillas, luego, formando un círculo con sus carnosos labios me lanzó un beso, como un suspiro. Debo haberme visto muy cómico porque ella sonrió. Su mirada estaba cargada de picardía. Se levantó de la cama con total despreocupación a pesar de su desnudez ¡wuuuaaaauuuuu! sin pronunciar palabra se dedicó a recolectar sus prendas y se introdujo en el cuarto de baño dejándome con la quijada colgante.
--¡Oooh!
--Pero ¿quién era ella? me preguntaba, y un nombre se vino a mi mente como ráfaga, un nombre relacionado con una imagen que recordé, una imagen que resultaba idéntica a la que acababa de contemplar, una imagen que me hizo gritar ¡nooo! eso sí que no. ¡Oye ¿qué no tienes otra cosa que hacer? ¡a ver si le vas dando un sentido a todo esto! Volví a pedir al cielo, ahora con tono de exigencia, pero otra vez no fui atendido.
--¿Y de quién se trataba? Vamos, no nos dejes con la duda...
--Era... ¡Jennifer López! sí, sin duda se trataba de ella.
--¡Uuuh!
--Pero ¿qué hacía una mujer como ella dentro de mi cama? ¿por qué estaba en mi cuarto de baño? ¿Por qué... por qué me haces esto? ¡Yaaa... termina de una vez! gritaba yo encolerizado.
--Pues cualquiera...
--Así, mientras clamaba al creador, JLo salió del cuarto de baño, ya estaba vestida, y se le veía fresca, tan juvenil, tan... tan mujer... tan sexy... Arregló rápidamente su larga cabellera en tono castaño, húmeda por la ducha, se miró en el espejo del tocador, tomó un pequeño bolso, volvió a mirarme y dijo:
--Chao cariño...
--¡Waaaaau!
--Con un ademán de despedida se retiró. Y eso fue todo, salió de la habitación. Pocos segundos después escuché el cerrar de la puerta del apartamento. Yo permanecía estupefacto, parado al lado de mi cama, para entonces había dejado caer la almohada, ya parecía demasiado pesada para mis fuerzas. Me acerqué a la ventana y desde allí, desde el cuarto piso la vi retirarse en un BMW plata, descapotable, su cabellera flameaba con la velocidad mientras se perdía a lo lejos.
--¡Oooh!
--Entonces entró mi mujer, se le veía emocionada, con su voz chillona, me comunicó:
--No me lo vas a creer, pero acabo de ver a Jennifer López. Me crucé con ella a la entrada del edificio...
--Y yo, como el mayor de los idiotas.
--¿Pero qué haces desnudo frente a la ventana?



Cancún, en la costa del Caribe mexicano.


Texto agregado el 27-07-2004, y leído por 599 visitantes. (8 votos)


Lectores Opinan
16-01-2007 Jajaja... que buenísimo relato!!! Me he reido mucho... me ha encantado. Aquí si que no voy a preguntar si es ficción o realidad... ¡ya sé que es ficción! (jejeje ¡que mala que soy!) Todas mis estrellas para ti. ennag
08-05-2005 Buena manera de despertar. Cuánta imaginación.Estupendo merche
09-02-2005 Vaya, vaya, vaya,... Oye, describes el dormitorio de manera tan real que parece que todo se está viendo: la ropa, el vaso, las zapatillas de estar por casa, el mando... ¿Sabes, yo tengo la misma costumbre que tú con lo del vaso de leche, me dije, caray! en esto también coincido con borarje, pero yo no la tomo templada, sino muy caliente, pruébala, conciliarás mejor el sueño... Ruth
25-01-2005 jaja.. cuantos kisieran amanecer así.. jaja KaReLi
09-12-2004 Es una buena manera de despertar. La próxima vez no le pillará tan de sorpresa, sea quien sea la afortunada. A mi me pasó una vez con George Clooney, y no se lo he contado a nadie porque sé que no me creerían. En fin... luna-lunera
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