sentado en mi escritorio bebía un vaso de agua cuando un viejo librero tocó las puertas del local... me ofreció muchos libros... la verdad es que ya no leo nada o muy poco, mas me dedico al negocio o a escribir tonterías en internet... siempre fui bastante tonto en todo sentido, por lo tanto le compré todos los libros... no sé si fue su sonrisa o su necesidad lo que me hizo tomar aquella decisión... ya con los libros, los llevé a mi casa... unos cuantos mas, me dije... miles y miles de libros acopiados por la pasión de la lectura poblaban mi casa... ¿quién los leerá?, me pregunté... cogí uno de ellos y me puse a leerlo... trataba de una historia novelada... de Pedro I, emperador de Brasil, tras su independencia de Portugal... leí unas cincuenta páginas bastante bellas e interesantes y luego, me dio sueño... dejé el libro sobre el velador y cerré los ojos... dormí mucho rato, soñe un instante... siempre sobre mujeres, gordas flacas, enanas, feas, bonitas, de todas las formas y estilos... y cada una de ellas deseaba casarse conmigo... eran muchas... no deseaba a la mas bella sino a la mas especial, es decir, una que sepa lo que quiero y no me pregunte qué es lo que quisiera hacer... lo extraño fue que todas se llamaban como mi madre, ya lejos de mi vida... una de ellas estaba acercándose a mis labios cuando alguien tocó la puerta de mi casa... desperté con el sabor de sus labios y fui a ver de quién se trataba... no había nadie en la puerta... me lavé la cara y salí rumbo a mi trabajo... llegué y ya entrando en mis labores, el viejo librero vino... ¿que desea?, pregunté... "tengo un libro para usted", me dijo, con los ojos muy brillantes y ese sobrero gastado que jamás se quitaba... lo cogí y leí el título: Olga... me reí y le dije como nunca que no... ¿porqué no?, preguntó... le dije que tenía muchas Olgas en mi vida... el viejo librero sonrío y se fue con el libro en la mano... me senté en mi escritorio y seguí laborando, esperando la noche y el sueño con Olga...