"Hace poco empecé a definir al verdadero amor como la desinteresada tarea de crear espacios para que el otro sea quien es”(J.Bucay,Cuentos para pensar).
Estas allí, en el centro de la playa de la estación. Miras alrededor, como buscando algún punto de referencia. No pareces encontrarlo. Abres la cartera, tomas un teléfono celular, y llamas a alguien.
No responde. Caminas con nerviosismo creciente. Vas y vienes. Miras el reloj. Vuelves a mirar alrededor. Los colores suben a tu rostro. Otra vez el teléfono. Y el reloj. Finalmente escupes una frase hacia el piso y emprendes a paso vivo la retirada.
Llega alguien, seguido de un camión con materiales. Bajan operarios. Descienden los materiales y comienzan a erigir una plataforma, y encima, una torre. En la punta, a veinte metros de altura, y de un metro cuadrado de superficie, rodeada de un cerco perimetral, apareces tú, llamando por teléfono, consultando el reloj. Quieres caminar y te encuentras con el precario cerramiento. Miras de pronto hacia abajo, y lo ves, saludándote. Gritas entonces, exasperada, y arrojas todos los elementos que tienes en las manos hacia el aire. Escuchas voces de alarma, cuando ya has saltado, decidida, en busca de tu propio espacio.
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