Nocturno 08. Surco


El poniente alumbra el abismo de la cerrada noche
cuando ya siento el frío de los otros caminantes
tiritera de ciudad avergonzada
que le da sentido a mi dolor.

Busca el amor donde alojarse esta noche
y lo veo, al pobre, subiendo las escaleras
de una pensión barata con su bombillita triste.

Creí, como todos, en sus labios de embeleso
en su perfume, y su tersura
hasta puede que ronde a esa pareja
que pasea abrazada por el parque
pero no veo brillo en sus ojos
ó las lágrimas no me dejan ver su intimidad
la humildad de sus corazones tenues.

Velando en esta casa abierta al sueño,
dónde las palomas no vuelan tras soles resplandecientes
los corazones no son alfiletero de flechas con nombres
ni los cuerpos levitan extasiados
ni las risas vuelan por labios sin culpa.

Solo queda la languidez de las estrellas
y mi frente pegada al cristal
que deja unos surcos lentamente arados en la ventana.

Sé, lo que vas a parir, vidrio nocturno,
dos campanadas abrazadas
una farola con halo pobre y amarillo
otro surco lento
mil preguntas y una respuesta,
en esta noche hermosa sin corazón.



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Antonio © M. ( T i T o. M.)
10/Septiembre/2012
Nómada