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Aquella misma tarde, Juanano se enteró de la muerte de don Esteban, padre de Mario, su mejor amigo. El hombre había fallecido después de una larga enfermedad y tras su sepelio, ambos compadres no hallaron nada mejor que ir a llorar su pena y a reflexionar sobre los misteriosos derroteros por el que transitan los finados. El desierto, aquella noche parecía más enorme e interminable y las estrellas, vívidas en un firmamento abierto, titilaban como enormes luciérnagas. Mario moqueaba como un niño, ya que su viejo había sido un buen padre, pese a la hosquedad de su carácter y si bien, hacía tiempo que no se hablaban, existía algo más que el lazo consanguíneo entre ambos.

La camioneta en que viajaban, avanzaba rauda por el sendero y las sombras de los lejanos cerros parecían agazaparse en señal de recogimiento. Juanano, que conducía, le indicó a su amigo que abriera una botella de pisco y que se echara un sorbo. Mario, así lo hizo y luego se la ofreció al conductor.
-Así es la vida, amigo.
-Así nomás es, cumpa.

Se detuvieron en cualquier parte, ya que en esa monótona aridez, era imposible buscar un lugar propicio. Trataron de ocultar la camioneta entre unos escasos arbustos y luego se tendieron a contemplar las estrellas.

Al cabo, Mario le preguntó a su amigo:
-¿Usted cree en la reencarnación, cumpita?
Juanano se enjugó los labios, ya que recién había bebido otro sorbo de pisco. Luego, carraspeó y por último, respondió:
-No tengo la más mínima idea cumpita. Para qué le voy a mentir. Pero, mirando todas esas estrellas que brillan con tanta intensidad, le juro que me dan ganas de que me quite lo descreído.
-Por diosito que es verdad, cumpa. Me gustaría saber adonde se habrá ido el alma de mi viejo.
-A alguna buena parte nomás. Su papi era un buen hombre, cumpita.

Transcurrida una hora, las divagaciones del par de amigos se fueron enrevesando, puesto que comenzaron a hablar de las religiones y del origen del hombre sobre la tierra, todo esto acicateado por sendos porritos que humeaban en sus labios.

-Su papito, en estos mismos momentos, es recibido con beneplácito por Nuestro Señor Padre. Entró por la puerta ancha el viejito- decía con la lengua algo traposa el Juanano.
-Dios lo oiga, compadrito. Mi padre era una buena persona que nunca le hizo mal a nadie.

Brindaron una vez más por el alma del difunto, mientras la radio de la camioneta dejaba oír los compases de un tema de Joe Cocker.

Tan insertos estaban en su temática teo-filosófica que no repararon en el ruido del motor de una camioneta que se aproximaba. Era una patrulla de carabineros, que viajaba hacia el pueblo. No tardaron en avistar a los jóvenes que meditaban en la apacibilidad del desierto. La camioneta se detuvo y dos uniformados descendieron de ella. Grande fue su sorpresa al reconocer a ambos muchachos, algo ausentes de todo en la inmensidad nocturna.
Como allá todos se conocen, el que parecía el de mayor grado, los interpeló:
-¿Pero qué diablos hacen por estos lados, par de badulaques?
Juanano, algo más lúcido, se levantó con dificultad y saludó al carabinero.
-Mi cabo Fernández, sucede que estamos reflexionando sobre la vida y la muerte. Y esto, porque se nos acaba de morir una persona muy querida.

Al cabo, los uniformados, que se conocían con los muchachos desde su niñez, se sumaron a la tertulia, consumiendo tanto porros como el resto de pisco que quedaba en la botella. Después, todos se pusieron a cantar canciones religiosas y a ensayar palabras bíblicas que eran más de su propia cosecha que del texto sagrado.

La madrugada los sorprendió durmiendo arracimados debajo de un vehículo. Después de aquella velada, Juanano sintió que algo grande había despertado dentro de su ser, ya que es en las desgracias cuando el hombre recapacita sobre su verdadero significado.

Muchos años más tarde, el hombre contó esta anécdota y sus interlocutores notaron que sus ojos brillaban más de la cuenta. Algún resabio, quizás, de aquella sentida noche…













Texto agregado el 22-10-2012, y leído por 244 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
23-10-2012 Me gusta porque es un relato simple y sin complicaciones, sin dobles intenciones ni traiciones, ni tampoco violencia, y sin embargo tan lleno de humanidad. loretopaz
23-10-2012 Un cuento maravilloso escrito muy bien. Te felicito elpinero
23-10-2012 Extraordinario cuento donde se palpa la amistad de la buena y el cariño de quienes te conocen desde la infancia. Bravo por tu ingenio.***** GRAJU
23-10-2012 Fabuloso Gui; me encanto, un riquisimo relato, con tintes metafisicos. un abrazo!!!!! 5 aullidos yar
22-10-2012 Excelente relato glori
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