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Pregunta a Freud

Recuerdo bien mis tiempos en urgencias de aquel hospital, cuyo nombre no quiero mencionar porque ustedes odian esa bonita fecha. O tal vez son tan masoquistas que la celebran, porque de todas formas ya sabemos que odian a los españoles pero apuntarse a los feriados lo hacen bien.
Prosigo que me desvío del tema y hoy quiero hablarles de esas perversiones de la gente cuando no tiene nada que hacer como el diablo, que precisamente no matan moscas con el rabo sino que introducen el rabo en cualquier lugar. Aunque de lo que vengo a hablar es de lo que se meten los humanos por las oquedades, y del Richard Gere yo no sé nada.
Mi primera experiencia en el tema fue a las 6 de la madrugada cuando vino una mujer con rasgos caribeños a la urgencias por un motivo del que se avergonzaba y lógicamente maquilló al comunicarlo. Decía que se estaba limpiando ahí abajo, en sus partes, lo decía con cierta pausa y mirando hacia el suelo, cuando se dio cuenta que tal era su entrega en el quehacer de asepsia que se coló una esponja dentro de la vagina. Al principio hasta me lo creí, o tal vez fueran las horas de cansancio acumuladas desde las diez de la noche pero al cerrar la puerta de la consulta y hacer los trámites adminitrativos, pensé: será puta la tía... ¿Cuando me he metido yo una esponja en el coño pa limpiarme? Ni que fuera un estropajo dentro de una copa de cristal. Abrí la puerta y le dije que debía ir a urgencias ginecológicas para que eliminaran sus maneras deshollinadoras.
Otra vez, que no sé si les he contado esto más veces, fue cuando un anciano se metió una manzana por el culo. A la mujer no se atrevían los médicos y enfermeras a contárselo por viejita y demacrada no fuera a darle un accidente cerebro vascular. Además tenían que meterlo a quirófano urgentemente, y al final se lo dijeron a la hija que podría ser más comprensiva con esos nuevos métodos de estimulación. Aunque enterarte lo marica que es tu padre ya de viejo, no sé si eso te pueda cambiar la imagen del paternalismo. No fue difícil al final, se introdujo una sonda con fiador por el centro de la manzana, y se fue desplazando poco a poco hasta conseguir sacarla; a todo esto el tipo con anestesia general, el pobre hombre se lo perdió y seguro le habría gustado enterarse.

Y este otro caso de un reincidente. El tipo, también entradito en edad, se había introducido un vibrador por el ano. Tanto gusto le daba que decidió empujarlo, todavía no he sabido con qué, de forma que debió pasar al intestino grueso, ese tubo que sigue al recto. Y hubo que intervenirle, la cuestión es que era la segunda vez que lo hacía. El tipo, cuando entrábamos a asistirle se tapaba tímidamente con la sábana de forma infantil, hasta la nariz, dejando los ojos al descubierto que eso casi era peor. Daban ganas de decirle, anda somarica tápate hasta el cogote que la has liado parda. Pero no se te puede olvidar que eres un profesional, con un código deontológico y bliblibli... No era una broma lo que hizo el tipo, el aparato se había hecho mil pedazos dentro de las tripas y hablaban incluso de practicarle un estoma, que es un abocamiento del intestino a la tripa directamente, obviando el resto del aparato para defecar.
Hablando de estomas, una profesora de la universidad nos contó que una mujer, por equis patología que nos da igual en este momento, tenía un estoma, más específicamente esa cosa se llama ostomía. Y era temporal, de forma que se la iban a cerrar porque su recto-ano ya funcionaban bien. Entonces la mujer estaba intranquila y cuando se lo contó a su marido que esperaba fuera de la consulta, el tipo puso el grito en el cielo. Se apenaron bastante por algo que todo el mundo ve antiestético e incómodo y desea que se lo quiten. Pero ellos habían conocido el amor gracias a ese agujerito nuevo.
Otra historia fue la del tipo que se introdujo un spray limpiamuebles con un 40% gratis por el ano. En la radiografía se veía hasta la marca del producto, y el tipo esperó varios día en su casa sin saber que hacer, hasta que llegó a urgencias con fiebre. Se le derivó a su hospital de referencia, porque en el que yo trabajaba no tenía hueco en la UVI, el tipo realmente estaba grave y a los poco días murió. Así que cuando llegó el tipo con el desodorante en el culo, le dijimos que la gente que hace eso muere, y el tipo salió corriendo de allí. Tal vez así lo perdiera en la carrera.
Esto último no es verdad, claro, pero decir que hubo que meterlo en quirófano para extraerle manualmente el sanex, no era muy elegante y como no lo soy, ahí queda.

Pertenece a la columna titulada Esto no es House de http://www.tintavirtual.net/index.php de iolanthe.

Texto agregado el 02-11-2012, y leído por 343 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
26-11-2012 Quizás si el mismísimo Freud conocía de esta extraña casística. De no creer hasta donde llega la perversa fantasía de algunos seres. De no creer, pobre Freud, con pacientes de este linaje habría enriquecido sus teorías anales. remos
08-11-2012 ¡Madre mía! Yo he escuchado de mujeres que han aparecido en urgencias con una botella de coca-cola. Hay gente para todo, tú lo sabes que has trabajado en urgencias. Esta serie del Dr. House está rebuena. Saludos Nekane
03-11-2012 jajaja, Zepol, es verdad, como se aprende. loretopaz
02-11-2012 No será la serie del Dr. House, pero ¡cómo aprendo ! ZEPOL
 
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