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Marea alta parte 8

Pasaron los meses, nos seguimos conociendo. Salíamos muy seguido a dar la vuelta y gente de la playa ya nos conocían. Pero nos tomó tiempo conocernos. Un día por la mañana llegó Víctor a decirme que en una tienda de autoservicios se solicitaba a una persona para el departamento de sistemas. Fui y de inmediato se me dio el trabajo, yo no cabía de la felicidad, por fon tenia trabajo. Estaba feliz pero me hacía falta algo como siempre no me conformo con nada. Cuando llegué al primer día de trabajo, por un momento me sentí extraña porque a mí alrededor estaba chicas bonitas y delgadas. Cuando llegué a la oficina mi jefa me recibió de buena gana, su secretaria me explicó cómo funciona el trabajo. Que por cierto es de lo más fácil, soy la única en toda la oficina que es especialista en las computadoras. Los meses pasaron y me iba muy bien en la oficina ya casi no salía a ver las estrellas del cielo por la noche deseaba andar descalza por la fría y húmeda arena, tomada de la mano de un hombre que me hable del lenguaje universal del amor.

Un viernes mi jefa me dio la tarde y le hable a Víctor para vernos.

-hola… - dije al teléfono.
-¿Mireya? – pregunta el.
-sí. Me dieron la tarde ¿podemos ir a dar una vuelta? – pregunté.
-se te oye la voz muy “sexy” – dice él.
-algunos hombres me dicen que mi voz inspiran imágenes seductoras cuando hablo por teléfono – dije muy segura.
-toda la razón – dijo entre una sonrisa. – ok, nos vemos en 30 minutos ¿está bien?
-sí, afuera en el estacionamiento. – le confirmé.
Como siempre llegó de lo más puntual. Y nos subimos a mi carro, yo soy la que maneja por que el todavía no aprende.
-hola – le dije dándole un abrazo y una beso en la mejilla.
-¿Cómo te fue? – pregunta el.
-bien. Creo que me siento muy bien en este trabajo.
-me da gusto. Quiero ir a un lugar a bailar. – comenta el.
-¿Dónde es?
-es en la playa romina.
-bien, está como a 15 minutos de aquí – llegamos a un lugar cálido, que por la parte de afuera se dejaban ver unas luces agradables.
-una mesa para dos – grita Víctor a un mesero.
-por acá – grita el mesero fornido alto de pelo largo. No pude evitar verlo de abajo hacia arriba.
-¿quieres algo de tomar? Pregunta el.
-sí ¿me puede traer la carta? – pregunté
-claro que sí. – dijo el mesero. La música era bastante agradable, el lugar estaba medio lleno, la mayor parte de la gente eran parejas.
-aquí tiene – dice el mesero. Las bebidas eran de un precio un tanto alto, pero no me importó miré a Víctor que le daba un vistazo detallado a menú no dejaba ir nada.
-¿qué pasa? – pregunté al ver que él no decía nada.
-nada, solo que hay muchas tentaciones en este lugar.
-¿tentaciones? ¿A qué te refieres? – pregunté sin lograr entender lo que estaba pasando.
-me refiero a que al poco tiempo de conocerte nos vimos en lugares donde hay muchos hombres y yo pensaba que te gustaban las mujeres…
-¿no entiendo? …. Espera. ¿Piensas que voy a ver a los hombres porque me gustan los hombres?
-si – dijo directo.
-a ti te gustan las mujeres, puedes verlas. Estas de buen ver, en lo personal no me molestaría que te mirara que alguna chica y te saque a bailar.
-¿qué van a ordenar? – pregunta el mesero.
-quiero una margarita de mango – dijo él.
-yo quiero un conga.
-claro en un momento les traigo sus bebidas.

La música era muy buena que te invitaba a bailar, llagaron las bebidas la de él era de color amarillo como el sol intenso de las 12 del día, y la mía rojiza en la parte de abajo del vaso playero tenia los colores de cuando se mate el sol para darle un lugar a la luna. Después de charlar un buen rato los dos nos animamos a bailar, la música sonaba por todo el lugar. Siempre bailamos en pareja nuestros cuerpos estuvieron juntos en todo momento, dieron las 10 de la noche y nos salimos. Víctor dejó una buena propina y nos fuimos a casa, toda la costera estaba muy lo que dicen al tope porque era viernes para entrar a un fin de semana. Bueno en la playa no sientes correr la semana. A la velocidad del carro baje las ventanas de mi coche para que entrara el aire fresco de la noche. Víctor miraba la playa y yo el volante y el frente de la avenida. Llegamos a la casa sin ningún contratiempo. Todavía sentía la música de aquel lugar. Invité a pasar a Víctor a mi casa, pasó al baño y se quitó la playera y lo vi por segunda vez con el torso desnudo. La noche húmeda y sofocante como a mí me gusta, en realidad esas noches pegajosas de la costa en las que me hacen pensar en sexo. Teniendo a un hombre hermoso, y sabiendo lo que en realidad siento daba oportunidad para que pasara cualquier cosa.

Se recostó en un camastro que tengo afuera de mi casa.

-la noche es bella – le dije en la puerta de mi casa.
-no tan bella como tú – declaro con una sonrisa – el espíritu humano es la más bella de las creaciones - agregó mirando al cielo.
-¿espíritu? Pregunté
-siéntate – dijo el indicándome que me sentara en el otro camastro.
-mira, el espíritu es la esencia de todo ser humano y lo identifica de los demás. Una noche estrellada como está la identifica de las otras. Se levantó y me llevo a la casa y cerró la puerta apagó la luz principal de la casa y prendió una lámpara que tengo al fondo de la casa que alumbra poco, pero era perfecta.
-¿qué pasa? –pregunté imaginándome lo que pasaría
-quiero hacerte el amor – dijo el sin pena.
- … - permanecí inmóvil debido a su respuesta. Su hermosa mano tocaba mi rostro.
-¡vamos! – Dijo el animado – esto te hará muy feliz.
-pero, tengo muchos años de no estar con alguien. – dije muy nerviosa.
-calma, solo relájate y olvídate de todo problema - su cara estaba llena de responsabilidad, belleza era… única.

Tocó mi cara y acercó su hermosa boca a la mía y me besó…

Continuara…

Texto agregado el 15-01-2013, y leído por 188 visitantes. (1 voto)


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