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Inicio / Cuenteros Locales / Carmen-Valdes / Nada es para siempre (cuarta parte)

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Cuatro

Miguel caminó lento por uno de los patios interiores del hospital, se conocía el recinto de memoria, nunca entendió por que su madre insistía en que lo trataran, se sentía y estaba bien, solo que necesitaba de su silencio, para poder entender, para pensar libremente, siempre supo que si hablaba de nuevo todos querrían saber por qué, así es que decidió no hacerlo. Era solo eso. Pero seguían haciéndole miles de exámenes, que el estaba seguro ni ellos mismos entendían, especialmente el psiquiatra que lo revisaría hoy y lo peor es que su madre estaría esperando afuera, pues decidirían si se iba a casa.

El enfermero que habitualmente acompañaba del internado a la clínica donde se realizaban las consultas, caminaba junto a él silbando una canción de Queen, Miguel lo miró de reojo, se veía inofensivo en su traje blanco, pero él lo conocía muy bien, la cicatriz del pómulo que tenía el hombre se la había hecho él, una de las tantas veces que intentó escapar. Aquel hombre lo había descubierto, lo había atrapado con sus brazos como tenazas afirmándole por la espalda, Miguel desesperado sólo deseando huir, lo había mordido con tanta rabia que le había dejado una marca profunda en la cara.

Pero de eso había pasado ya mucho tiempo, se cansó de intentarlo, se cansó de que lo ataran y lo drogaran para que estuviera quieto, se cansó de las charlas del director. Ahora seguía las reglas desde hace mas o menos un año, cumplía con las rutinas diarias, se tragaba algunas pastillas antes de los exámenes de sangre, para que no sospecharan que habitualmente las tiraba por la cañería y le contestaba los test al idiota del psiquiatra, por supuesto le escribía lo que a él le gustaría escuchar. Si, se había portado muy bien, pero seguía sin hablar con nadie, es que ya no lo necesitaba, al principio fue por el terror. Cuando veía a su padre en todas partes se paralizaba entero y no podía decir que el estaba ahí en frente o en la puerta mirándolo, con cara de pena sin decirle nada, después ya no quiso hablar por que nadie creía en sus visiones, no eran alucinaciones él lo sabía.

Le dieron ganas de correr hasta la clínica para ver antes a su madre, pero sabía que no debía correr, ya había pasado antes y lo más probable era que su guardián dijera que estaba escapando y lo encerrarían por otro año y eso si que no lo soportaría, había vaciado toda su energía en la esperanza que ahora se iría a casa. El psiquiatra como siempre sonriente y afectuoso le hizo un par de preguntas, le mostró algunos dibujos y le dejó salir, mientras él hacía su informe.

La vio desde lejos, conversaba con el Director, su pelo se había encanecido a temprana edad, sin embargo Miguel sentía que a pesar de su mirada triste y su pelo blanco, a los 45 años su madre se veía hermosa. La abrazó como siempre en silencio y percibió que algo pasaba.

- Miguel, el Director piensa que no puedes ir a casa, y que debes seguir tratándote con el psiquiatra de acá. Pero como al parecer a ti este lugar no te agrada, me han recomendado una clínica nueva que esta fuera de la ciudad. - María vio la expresión de angustia de su hijo y agregó rápidamente - No te preocupes no te voy a internar, nos iremos a vivir los tres cerca de esa clínica, ya organicé todo para que no nos volvamos a separar.

El director del hospital los miraba reflejando en su rostro el total desacuerdo, no confiaba en esas clínicas privadas y para él ese chico necesitaba estar encerrado, pero se había visto obligado a firmar, era menor de edad y la madre podía trasladarlo si así lo estimaba. Así es que regresaron juntos a la casa, a preparar la mudanza.

El lugar era cercano y María podía continuar en su trabajo, no demoraría más de 45 minutos en auto al trabajo y si el auto no funcionaba u otra razón, sólo debería tomar el metro tren y un taxi después a la clínica, ya lo había intentado todo y esta era la última opción que le estaba quedando, lo mejor era que Miguel podría terminar la enseñanza media si los médicos lo permitían, el problema era su silencio, pero ya se preocuparían de eso. Raquel iba a su primer año de universidad, todo era propicio, su niña había elegido matricularse en una universidad privada muy cerca de donde vivirían, para estar los tres más unidos.
María estaba ansiosa así es que se levantó temprano a preparar desayuno para los tres, las cosas estaban todas embaladas, faltaban las camas y las tasas y el hervidor que ocuparían en la mañana.

Se vistió rápido y dobló las frazadas y las sabanas, dejó todo listo para que lo cargaran y entró a la cocina, su sorpresa fue mayor cuando vio a Miguel sirviendo las tasas humeantes de leche y el pan sobre la mesa, María no pudo evitar que le corrieran Lágrimas de emoción. Su niño estaba de regreso.
- Mamá no quiero seguir visitando al psiquiatra - dijo Miguel con una voz ronca por falta de uso - no te asustes mamita, era mi opción no hablar.
Su madre ahora lo miraba muda con sus ojos llorosos abiertos y casi sin pestañear. Se sentó en la silla que Miguel separó de la mesa para ella, él se sentó a su lado y le apretó la mano de la misma forma que Antonio lo habría hecho para calmarla.
- Sin embargo si tu quieres que vaya a esta clínica nueva, lo haré para que te sientas mas tranquila
La entrada de Raquel a la cocina interrumpió su respuesta, la que al escuchar a su hermano solo se le ocurrió tirarse en sus brazos riendo y llorando a la vez. María se integró al abrazo mientras le decía.
- Si, quiero que vayas, también quiero que nos cambiemos de casa, quiero que vayas a la escuela, quiero que empecemos de cero, que olvidemos lo malo, pero también quiero como tú dijiste sentirme mas tranquila.

Afuera se sintió el ruido del camión que venía por la mudanza y los tres apuraron la leche y el pan, sin duda era el desayuno familiar más exquisito para todos en muchos años.

Texto agregado el 05-02-2013, y leído por 280 visitantes. (7 votos)


Lectores Opinan
09-02-2013 Te sigo... gsap
06-02-2013 Por suerte no, el tiempo no pasa en vano, solo hay que esperar. Me hizo recordar un momento parecido de mi propia vida y a esa edad.De todo se sale... HGiordan
05-02-2013 dejas una puerta abierta a la esperanza, me encantó. elisatab
05-02-2013 Me gustó porque logras con tu relato transmitir el sentimiento de los personajes. elpinero
05-02-2013 Pero, lo subiste hoy, por eso que no llega todavía la gente... gui
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