In the moonlight



En la luna vi tus ojos. En tus ojos vi el mundo. En el mundo vi la vida. En la vida me vi a mismo.

Y solo a través de mi es que te pude ver a ti.




Este mundo se envuelve en torno a nosotros de formas invisibles. Nos atrapa, nos lleva y nos trae, mientras nosotros luchamos por salir de su red y crear la propia nuestra. Y mientras mas luchamos más fuerte nos arrastra. Hacia otros. Hacia todos. Hacia ninguno. Y teje telarañas invisibles en torno a cada historia y cada historia se conecta y se conecta y se conecta. Creando telarañas de mil colores, mandalas increíbles.

Sígueme, a donde no llega la luz de la eternidad.



Un latido.


Luego otro.


Luego tres.


Luego un sonido.


Luego un instrumento.


Luego un dueto.


Luego un trio. Un cuarteto. Un quinteto. Sexteto.


Y la música explota, en oleadas incontenibles. Y se desborda, como el mundo en sus extremos, para luego encauzarse en un tranquilo riachuelo.

Y la música cuenta una historia.

Un mundo.

¿Mi mundo?


Tu mundo.


Tu mundo de flautas y violines, arpas y armonías melodiosas. Diosas.

Y yo no soy más que un pájaro, jilguero, mirlo de plumas negras y pico amarillo.


Y yo no soy más que un perro, de mirada ansiosa, lengua deambulante y respirar de cosas.



Y yo no soy más que un niño, de mirada brillante, andar travieso y paso suelto.


Y yo no soy más que un hombre, de ojos callados, paso lento y labio escueto.


Y yo no soy nada más que un anciano de mirar tremolo, de largo cayado, de barba blanca y labios cerrados.


Y yo no soy más que un demonio, ojos rojos, mirada vacía y alas de murciélago.


Y yo no soy más que una flor blanca, esbelta en la dorada luz de tu amanecer, chibihana.


Y yo no soy más que el pasto, los arboles, los pájaros, el cielo, las piedras, los ríos, los mares, el musgo.


Y yo no soy más que nada, Nada es menos que yo en tu mundo.


En tu mundo.


Tu mundo de flautas


Violines.


Arpas.


Y armonías melodiosas.



Diosas.





Escrito a la Luz de la Música de la Princesa de las Bestias.