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Las corrientes artísticas son eso, corrientes. Existen para que uno las conozca, las viva y las disfrute. Para que uno se meta de lleno en el ritmo, y ya ambientado en la onda ahora sí partir de esa corriente y agregar una nueva parte, mínima aunque sea, para que la corriente siga viva, conquistando nuevos territorios, ensanchándose como un río en la llanura. Pero amigos míos, no se confundan, sólo se trata de dinero. Ya vimos varias corrientes, algunas literarias, otras musicales, otras más expansivas. Con sus manifiestos, sus lineamientos, casi pasos a seguir. Buscando cierta actitud ante la vida, quizás cierto talentos, cierta distinción, rebeldía, orgullo, dinero, fama, autenticidad. Pero no se dejen engañar, es sólo dinero. El fundador de la corriente, al tener una idea, pero no la capacidad para desarrollar la idea en obras de arte, decide formar un grupo que respete esa idea. Son artistas sin ideas, que saben pintar o filmar o escribir, pero no se les ocurre un carajo. Entonces ya estamos completos. Mi corriente artística tiene como principio el de no hacer nada si se quiere. Nadie le va pagar nada por eso, pero usted ya es un artista. Ahora que si usted quiere ganar algo de plata, escriba o pinte cualquier cosa. No se detenga en cuestiones técnicas. No se preocupe si no sabe nada. Hay que escribir lo que salga del corazón. No permita que nadie le diga que usted no puede hacerse famoso escribiendo libros. Hay personas que por alguna u otra razón no pueden encontrar o mantener un empleo. No me importa la razón. Yo sé que hay muchas. Entonces aparece en el horizonte esa idea descabellada de escribir un libro y venderlo y hacerse jodidamente rico. Yo creo que hay que dejar que el error fluya, que el alma viva en las palabras. Yo creo en Jesucristo. Y ahora cambia la cosa. Usted piensa que yo le quiero lavar el cerebro sólo por mi extraña confesión de Jesucristo. Vamos. Hay que ser más abiertos en eso. No voy a hacer de esto un curso de teología, pero he visto gente que ha llevado esto de la libertad a algo que no es libertad. Sólo es Dios no existe porque si existiera no habría niños sufriendo. Yo no estoy de ningún lado. Yo no quiero convertir a nadie en nada. Es más, yo no tengo nada que decir, pero en este mundo hay que hacer algo. Hay que escribir muchos libros con el alma y tratar de sobrevivir. Algunos empacan el mandado en el supermercado y reciben un peso de propina, otros lavan carros en el auto lavado, otros se joden los nervios en una oficina. Algunos que no tienen la suerte que yo limpian parabrisas en los cruceros. Yo escribo libros en mi espaciosa y bien acondicionada casa, y creo en Jesucristo y ustedes ya me odian. Claro, soy un parásito, un mantenido, un prángana, una basura inservible de la sociedad. Soy el resultado de todo esto, de esta ciudad irrespirable. Yo también necesito dinero, no sé exactamente para qué. Creo que para que dejen de estar chingando. Así que necesito vender estas palabras. Qué absurdo. Ah, se me olvidó que no debía decir la verdad, sólo actuar en base a ella.

Texto agregado el 23-05-2013, y leído por 133 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
23-05-2013 Todo se puede bastardear, como decía mi tío Sompronio, que era tan castizo para sus expresiones simasima
23-05-2013 Es la realidad, pero de lo que estoy seguro es que las letras no tienen precio, su valor está sobre todo el dinero del mundo. edam
23-05-2013 Dinero siempre llama a más dinero ( como tener un tesoro, y ponerle un seguro de robo). stracciatella
 
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