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La UEP, Unión de Empresas Patriotas, auto así llamados dado el enorme interés que mostraban por el bienestar de todos los ciudadanos, lanzó un Concurso Promocional. Se encontraban, a nivel nacional, muy desprestigiados por las grandes estafas cometidas contra los clientes; por las inmensas y desmesuradas ganancias que presentaban sus balances, señal de abusivos precios, y por la poca transparencia en el manejo de sus tarjetas de crédito, que ya de por sí eran un negocio redondo. La opinión pública mostraba exasperación. Quisieron dar, entonces, una señal de bienestar nacional; que lo sucedido era algo efímero y del pasado; que no volvería a suceder nunca jamás por ningún motivo.
Lanzó un Concurso.

Para demostrar imparcialidad encomendaron la tarea a la Warning Office International, empresa de renombre mundial. Así, demostraban seriedad y evitaban suspicacias sobre posibles arreglines. Tendrían total independencia para proceder, decidir y otorgar el premio único. Podían participar todas las Regiones y todas las personas que lo desearan.

El tema era muy simple: Se trataba de buscar y encontrar a la persona, hombre o mujer, más feliz del país. Los postulantes debían, en un escrito de no más de una página, exponer el por qué se consideraban personas felices. Al pie de cada escrito irían los datos personales: Nombres y apellidos, edad, etc. Como aliciente, los concursantes, por el mero hecho de participar, acumularían 4.000 puntos en sus tarjetas de crédito.
Ante tal ofertón, la gente poco menos que se volvió loca expresando en enjundiosos escritos por qué se veían, creían, sentían y eran tan felices.

Dado el entusiasmo generado, la primera etapa del Concurso duró cuatro meses, en los cuales la empresa citada recibió cientos de miles de cartas, dando trabajo a cientos de personas con nivel universitario, muy bien instruidas para calificar a los pretendientes a ser considerados las personas más felices.
Todo, con grandes motivaciones y publicaciones de cómo iba el proceso, a través de los MCS, (Medios de Comunicación Social), los que, de paso, invitaban a aprovechar los puntos a favor en las tarjetas de crédito de los participantes. En esos cuatro meses el porcentaje de ventas creció alrededor de un 10% mensual lo que, de paso también, hizo que el Gobierno se ufanara de lo bien que iba la economía del país.
La gente empezaba a recuperar la felicidad perdida.

Tras esos arduos y trabajosos meses, se escogieron en cada Región, el 5% de las postulaciones que se consideraban más aptas para merecer el fabuloso premio ofrecido. Visitadores oficiales, con nivel de educación superior, especialmente contratados, entrevistaron a los favorecidos, para comprobar “in situ” su estado de felicidad. Todo, acompañado de abundante propaganda hábilmente dosificada para no cansar a los usuarios de los MCS, y mostrar lo feliz que era la gente en el país. De paso, exaltaban la preocupación empresarial por el bienestar ciudadano. El Gobierno, también de paso, hacía resaltar cómo había logrado hacer descender en el trimestre la cesantía de un 15,2% a un 14,9%, demostrando con eso, que estaba cumpliendo sus promesas electorales.

Quedaron, finalmente, 515 seleccionados. Estos fueron visitados por un gran número de psicólogos especialmente contratados, para conversar con los agraciados y poder comprobar el grado de felicidad integral de cada cual. Como los psicólogos disponibles del país no daban abasto, contrataron a profesionales de los países limítrofes. La UEP hizo resaltar cómo trabajaban para mejorar las relaciones internacionales, aportando paz y seguridad al país. De paso también, el Gobierno hizo resaltar que la última compra de armas no era parte de la carrera armamentista, sino sólo reposición de las obsoletas que se daban de baja. Y que era un país amistoso, pues abría las puertas a trabajadores extranjeros.

Quedaron sólo 10 seleccionados. No se dieron nombres. Los ejecutivos de la empresa, que formaban el Comité Final, tuvieron varias sesiones secretas para discernir al doblemente feliz ganador. Aunque los periodistas se afanaron en penetrar el arcano, nada pudieron. La empresa era muy seria y en ella no había nadie corrupto que se dejara comprar para dar ni siquiera indicios de cómo iba el proceso. Sólo pudieron los MCS dar con cinco de esos agraciados que, previo ofrecimiento de pago, no pudieron guardar silencio de su elección, debido precisamente al previo cheque ofrecido. Eso abrevió el trabajo del Comité Final, que drásticamente los eliminó.

Tampoco los empresarios de la UEP obtuvieron comunicación oficial ni extra oficial, pues así quedó establecido en el contrato con la Warning. Sólo, al final, comunicaron a la UEP la conclusión del trabajo encomendado, faltando sólo la entrega del suculento galardón que sobrepasaba cualesquiera otros de los realizados hasta entonces en la nación. Pero, el nombre del afortunado lo reservaron para el mismo día y momento de la “Fiesta del Galardón a la Persona Más Feliz”.

Esta importante Fiesta se organizó en el principal coliseo deportivo del país. Con asistencia, del señor Presidente de la Nación, miembro de la UEP hasta el momento de su asunción al mando, cuando, a regañadientes, hubo de abdicar, aparentemente, de todas sus innumerables acciones empresariales, las que puso en fidei comiso amplio, recuperables al finalizar su período gubernamental Y fue invitado, pues por algo había sido elegido: para dar felicidad a todos.
Poniendo a disposición de las masas entradas con valores accesibles, el coliseo se colmó hasta las banderas de todas las empresas que ondeaban en lo alto. Deducidos los gastos, la UEP entregaría el 50% de las ganancias a la Teletón, con lo cual gozarían, como es justo, de una condonación importante de impuestos.

En el Show mediático, en el que participaron célebres artistas nacionales, el Presidente de la UEP, recibió un sobre del Presidente de la Warning Office International, conteniendo el nombre del afortunado ganador.
Con gran parsimonia, abrió el sobre y leyó su contenido, que justificaba la donación del galardón al señor Lupercio Rojas Silva, conjuntamente con su esposa, la señora Margarita León García, y sus dos hijos, Carlos y Juanita, de 10 y 8 años respectivamente, de la localidad de… (se guardó silencio sobre su domicilio, para que posteriormente los afortunados ganadores no fueran importunados). Los denominados subieron al proscenio, en medio de estruendosos aplausos. El señor Presidente de la Nación tuvo el honor de hacer la pregunta esencial y existencial a la familia, tras efusivos abrazos:

- “Don Lupercio, señora Margarita: ¿pueden decirle a todo el país que los escucha, el por qué se consideran personas felices, y según el Concurso, las Personas Más Felices del País?”
Don Lupercio se adelantó al micrófono y con tranquilidad comenzó su discurso:
- Señor Presidente: No sé si somos los más felices de la tierra pero, realmente, somos felices.
Quiero aclarar, eso sí, que nosotros no participamos directamente en este concurso, sino que la señora Juanita, maestra de nuestros dos hijos fue la que nos invitó a participar. Como nosotros no lo hacíamos, ella misma escribió al concurso, y nosotros, por no defraudarla, porque ella es muy buena maestra, firmamos su escrito. Vayan para ella nuestros agradecimientos.
(Aplausos)

¿Por qué nos consideramos una familia feliz? Muy simple: concuerdan nuestras realizaciones con nuestros propios proyectos de vida. Cuando hicimos las Charlas Pre-matrimoniales nos invitaron a cada pareja de novios a hacer un Proyecto de Vida. Con Margarita, mi esposa lo hicimos. Continuamente lo revisamos para ver si lo estamos cumpliendo; corregimos nuestros errores y mejoramos nuestro plan de vida. Los niños ahora también intervienen en él. Dialogamos mucho, y no nos perdemos en llorar y lamentar los problemas propios de la vida, ni nuestras deficiencias.

Somos felices porque no anhelamos más de lo que la vida nos puede dar. No soñamos con tener mucho, sino lo suficiente para disfrutar de la vida con un mínimo de seguridad. Entre otras cosas importantes, que no es el caso detallar, nuestros proyectos de novios con mi mujer eran tener un par de hijos y una casa donde vivir; lo necesario para comer, vestirnos, educar a los niños y vivir en paz hogareña y con toda la gente; disfrutando las cosas simples de la vida y apoyándonos mutuamente en las dificultades propias de la existencia.

Nos damos tiempo, como familia, para conversar, escucharnos y jugar; vamos a pasear junto al río cuando el tiempo lo permite; acudimos religiosamente todos los domingos a la Eucaristía, y allí damos gracias a Dios porque nuestra vida es pura bondad divina. Apreciamos a nuestros vecinos y ellos nos aprecian, y con ellos compartimos penas y alegrías y lo que tenemos.
Habiendo dicho lo esencial, cedo la palabra a mi esposa, Margarita.
(Aplausos con gesto de simpatía).

- Señores y señoras, a lo dicho por mi esposo, quiero agregar algo más: Soy una mujer feliz, porque con mi esposo y nuestros hijos nos amamos profundamente; porque somos capaces de dialogar la vida y buscar en conjunto solución a lo que nos pueda aquejar. Somos felices, porque amamos a nuestros vecinos y ellos nos corresponden, los respetamos y nos respetan, y trabajamos por la comunidad, tanto en la iglesia como en la Junta de Vecinos.
Pero, deseo agregar algo más, para no llevarlos a equívocos. No tenemos grandes pretensiones ni muchas cosas. Poseemos un televisor, aunque poco lo atendemos pues no nos aporta mucho a la vida que llevamos. Las noticias las escuchamos por radio, pues son más cortas, sin rellenos, y eso nos permite darnos más tiempo entre nosotros.
(Muchos aplausos con gestos de empatía)

No sabemos si nuestros hijos podrán ir a la universidad. Talvez sí, cuando haya algún gobernante que sea capaz de proponer una ley tributaria que permita el acceso a todos a la educación a los que no podemos pagar. Ellos lo saben y están preparados para enfrentar la vida como venga, sin quejas ni resentimientos.
Porque la felicidad está en ser personas plenas y no en tener más o menos fortuna.
(Aplausos entusiastas)

Finalmente, quiero agregar algo que ratifica lo expresado:
El premio que se nos prometió: Un vehículo todo terreno y un millón de pesos semanales durante un año para adquirir lo que queramos en las tiendas de los señores de la Unión de Empresarios, lo donaremos en su totalidad al Hogar de Cristo, porque es allí donde se necesita. Nosotros no sabríamos ni tendríamos dónde colocar tanto cachivache, y el cuidarlos para que no nos roben podría quitarnos la paz hogareña.
(Un ¡uy! masivo de desconcierto)

No tenemos teléfono fijo ni celular; cuando necesitamos comunicarnos a distancia, recurrimos al almacén de la esquina donde prestan ese servicio. No jugamos al Loto, ni al Kino ni a nada semejante. No tenemos cuenta en el banco, ni tarjetas de crédito. Cuando necesitamos algo, la lavadora por ejemplo, juntamos por largos meses el dinero y la adquirimos al contado. Vivimos de nuestro trabajo humilde. Así, dormimos en paz.

Para terminar, nos declaramos felices, porque creemos a Jesús cuando nos dice: “Felices los pobres de corazón, porque ellos verán el Reino de los cielos”. Somos felices, porque nos espera, también, una felicidad eterna en el Reino de Dios.
Señores y señoras: Realmente, somos muy felices. ¡Gracias por escucharnos!
Dicho esto, los cuatro se abrazaron con genuinas demostraciones de amor familiar.

En el principal coliseo de la nación se hizo, o más bien se escuchó, un muy prolongado y profundo silencio de estupor, tras el cual, vinieron aplausos de rigor. Los Directivos de la UEP dado muestras de nerviosismo pues no esperaban tal clase de felicidad, entregaron un sobre cerrado con los documentos que acreditaban el premio a los más felices del país, Se declaró apresuradamente terminado el acto. Y ordenaron poner música marcial para alegrar la retirada de los asistentes.
Aislaron a la feliz familia de los MCS hasta llevarlos al Terminal de Buses para que regresaran cuanto antes a su hogar. Los pasajes habían sido donados por una Empresa de Transportes que formaba parte de la Unión de Empresarios Patriotas.

Sin embargo, los MCS se las ingeniaron para averiguar la dirección de los afortunados y les pidieron que les mostraran el documento y ellos, sin ambages ni decepción expresaron que el sobre sólo contenía una hoja en blanco, como lo comprobaron al entregarlo al Hogar de Cristo.

Esto motivó un tremendo escándalo, ante el cual los dirigentes del organismo gremial no quisieron dar declaración, hasta que, presionados, a los pocos días emitieron un corto comunicado en el que expresaban su conmiseración por la familia, la cual había sido considerada interdicta para realizar actos legales. Es decir, orates, personas locas. Porque nadie en su sano juicio podría en la actualidad negarse a todos los imprescindibles adelantos del progreso, como el contar con un vehículo, teléfono, Internet, televisión y cable, comprar al crédito, etc; ni al anhelo, natural en el ser humano, de poseer grandes bienes. Que la felicidad expresada por la pareja era, pues, de una falsedad absoluta, producto de una enfermedad mental. Y que los gastos del tratamiento para recobrar la salud mental de la familia los costearía generosamente en su totalidad la Unión de Empresarios Patriotas.
Y nunca más accedieron a ventilar el tema.

El estilo de vida expuesto por la feliz familia ganadora entusiasmó a mucha gente. Tanto, que organizaron el Movimiento Gente Feliz, que propiciaba ese estilo entusiasmante y sencillo de llevar la existencia. Su miembros realizaron quemas masivas de tarjetas de crédito y documentos similares; destrucción también masivas de celulares; compras de ropa usada en las Ferias Libres, sin fijarse en marcas de renombre ni nada semejante. Etc.

Mas, cuando intentaron formar un partido político, intervino el Gobierno de la Nación. Amparado en las leyes les aplicó la Ley de Seguridad Interior del Estado, por atentar contra el desarrollo de la economía del país y erosionar los principios básicos de la sociedad.
Como persistieran en la clandestinidad, fueron declarados terroristas y se les aplicó todo el rigor de la ley.

Medidas todas, apoyadas por los grandes MCS., también pertenecientes a la floreciente Unión de Empresas Patrióticas.

Texto agregado el 27-05-2013, y leído por 145 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
28-05-2013 Que mal Piñera y este país dominado por la empresa. ***** Theescapist
28-05-2013 Un tema poco común. Muy bien narrado y al terminar nos deja pensando. En mi caso no mucho, porque soy un consumista enfermizo. Muchas estrellas. zumm
28-05-2013 Por supuesto que estaban locos, como Jesucristo, Socrates, Gandhi, Luther King, y una lista interminable de orates. Cinco aullidos desde el manicomio yar
27-05-2013 Cualquier parecido con la irrealidad es pura coincidencia, son una panda de hipócritas que solo buscan su propio lucro, y los que no compartan "su sistema" son considerados terroristas, un real y genial relato elisatab
 
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