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EL MAESTRO


Era una noche de invierno, cuando llego ella a la cabaña, toda mojada, su cuerpo estaba empapado, abrió la puerta y allí estaban unos troncos de madera, que ella se apresuró a encender, para que le sirviera de luz y calentara su cuerpo, sus ojos llorosos se le confundían con el agua de la lluvia, se secó las lágrimas, y dejó que su tristeza se fuera con el invierno.

Al amanecer y ver llegar el nuevo día, una nueva ilusión le resplandeció el rostro, salió de la cabaña y caminó y caminó, y se encontró con un hombre que la miraba fijamente, ella se sorprendió, y exclamo, ¡Oh, pensaba que estaba sola! Y él le respondió, la soledad no existe, está en nuestra mente, siempre estamos acompañados por alguien; por una planta, por un animal, por un buen pensamiento.

Él le dijo, tómame de la mano y te enseñare el camino, ella le preguntó ¿Quién eres?, él le respondió, alguien en quien debes confiar, y te va a enseñar lo que es la verdadera vida. Ella muy contenta, exclamó, no me lo esperaba. Él se inquietó y le dijo, no debes mirar atrás, porque traerías contigo un pasado que ya está olvidado. Ella lo oía atentamente, y le dijo, contigo aprenderé mucho, él le respondió, te enseñaré a controlar tus impulsos, tus rabias y pasiones, ella dijo, ¿tú crees que eso sea posible? Él le respondió, todo lo que uno se propone en la vida lo puede lograr.
Ella estaba contenta, y le dijo, hoy he aprendido una nueva lección y tomó en sus manos una flecha; él le preguntó, ¿Qué vas hacer?, ella sonríe y le dice, voy a cazar para poder comer. Él la dejó ir.

Cuando ella miró su cacería, vio que su presa no estaba sola, era una linda venado con su cría, la miró y se vio reflejada en ella, como que fuese ella con un niño en sus brazos, siguió su camino y pensó, no debo matarla, y se preguntó ¿cómo subsistiré? A escasos metros vio una mata de bananos con frutos, y corrió a ella, comió y se sació. Él la estaba observando, y le dijo, da las gracia a nuestro dios, ella sorprendida y confundida, le dijo, de donde saliste que no te había visto; él le respondió, yo estoy aquí, allí, y en todas partes, pero no te alarmes que eso es parte de la vida; y entre risas se retiraron, y ella partió a su cabaña.

A la media noche, ella sintió el rugido de un tigre y muy asustada gritó. El hombre vino en su ayuda, y le preguntó ¿Por qué gritas así?, y ella nerviosa respondió, porque he oído el rugido de un animal. Él le dijo, aprende a controlar tus impulsos, te voy a enseñar; quédate en silencio y veras que no te pasará nada. Al cabo de un rato, ya nada se oía, y solamente quedaba el murmullo de la brisa con los lindos árboles que bailaban el vaivén del viento. Oh, he aprendido mucho de ti, al estar en silencio, el tigre no me descubrió y siguió su camino y destino.

El siguiente amanecer la despertó el cantar de los pájaros, se levantó muy despacio y salió a un jardín lleno de flores silvestres, y se entretuvo a mirarlos y exclamó, que linda es la naturaleza, nunca me había fijado. He aprendido una nueva lección, y caminando y cantando llegó al rio, lo vio y contempló, y pensó, aquí está un templo, donde puedo meditar y mandarle mi mensaje a dios junto con el mensaje del mundo.

Pasó el tiempo y no volvió a ver el señor que le había enseñado un poquito de la vida, ya no lloraba, no gritaba, ni pensaba en el pasado, siempre que se levantaba veía el nuevo día y así lo vivía.

Cuando entró el verano, fueron llegando los Aldeanos y empezaron hacer sus aldeas. La tierra les sonreía, cuando un buen día empezaron las riñas, para ver quien gobernaría, pensaban que el más fuerte era el que podría, pero que equivocados estaban, porque ese era el que los hundiría.
La linda chica que un día llego a esas tierras, era la que opinaría, y con inteligencia les habló dulcemente, y les dijo, que era los que les convenía.

Todo marchaba muy bien, hasta que llegó el que los trastornaría, alborotando todo sin saber qué hacía.
Ya las aldeas que empezaron con tanta alegría, se empezaban a dispersar porque ya no se podía vivir allí, porque todo era alboroto y algarabía.

La chica estaba preocupada, pero no entristecía, porque su fe era tan grande, que pensaba que todo se arreglaría.
Un día acostada pensó en aquel hombre que un día la ayudara y se dijo ¿qué habrá sido de él?
El otro día cuando menos lo esperaba se apareció él, y ella se complació tanto, que le dijo lo que ella había pensado, él le respondió, tu pensamiento fue tan fuerte y limpio que me trajiste de vuelta aquí.

Él le dijo vengo a enseñarte de nuevo una lección, sé que me necesitas y aquí estoy. Es cierto dice ella, a veces me siento confundida, es acerca de los aldeanos, que no sé qué hacer con ellos, él le dice, siempre tienes que hacer lo que te dicte tu corazón. Hoy quiero decirte que cada cabeza es un mundo y no lo podemos cambiar, ella le dice, explícate que no te entiendo; él le respondió cada ser tiene su modo de ser y actuar y a muchos de ellos debemos enseñar, porque el camino es largo y tiene muchos senderos, y nunca debemos tomar el primero; oye, ahora menos te entiendo, ¿qué me quieres decir?, Él le respondió, la vida es una escuela donde hay mucho que aprender. Mira le dice ella, tu siempre tan sabio. Si pero no soy el único ni soy el primero ni el último, pero eso lo aprenderás con la escuela de la vida, aunque eso es igual al niño que va a la escuela, unos asimilan y otros no, algunos empiezan y no pueden terminar, porque al llegar al primer camino ya no quieren continuar.
Mira, mira, nos estamos poniendo muy serios, le dijo ella cariñosamente; eso es verdad, contestó él, y tomados de la mano llegaron al rio, y él dijo, mira y contémplalo, se ve tan manso, pero siempre busca su cauce, ella le responde, eso me hace recordar de los aldeanos, cada uno busca su horizonte donde se puede aquietar.
El quedo pensativo por unos instantes, y le dijo: oye tu eres inteligente y sabes asimilar, eres una buena alumna, ella respondió, es verdad, pero tú has sido mi maestro, pero voy a continuar, porque como has dicho, el camino es largo y hay mucho que aprender, apenas estoy en pañal, él río y ella se contagió, entre los dos juntaron una risa de felicidad.
Se despidieron y quedaron de verse ese nuevo día, porque para ella lo más encantador era poder hablar y compartir con aquel señor, que para ella era un sabio, y le había enseñado mucho de la difícil vida, que para ella era más liviana y fácil, porque había aprendido a aliviar todas las asperezas.

En uno de esos días que los aldeanos amanecieron disputándose la presa; que si es mía, que si es tuya, que si yo la cace, que si tu no comerás, etc., etc., Ese día el cielo se puso sombrío y una nube negra amenazaba y hasta los propios pájaros ya no se veían.
La linda chica dijo, esto es cosa de la naturaleza, que se ha puesto seria por haber tanta incomprensión, y fue en busca de ese señor para meditar, a ver que iba a pasar. Cuando lo encontró, él la miro, y le dijo, ya sé a lo que viene, la misma naturaleza te lo va a responder. En efecto ese día ya nadie pudo cazar ni pescar, ya no se peleaban, porque no tenían motivo para hacerlo.
La linda chica muy vivaracha los reunió y les habló: Somos una sola familia y debemos cazar y pescar juntos repartiéndonos la comida por igual, porque así la naturaleza se va alegrar.
Ese otro día y sin que ellos lo esperaran, se empezó a despejar el cielo, y salió el sol sonriente, porque sabía que algunos habían aprendido la lección.
Entre cantos y risas salieron en busca de su presa a la cual repartieron sin ninguna aspereza, y le dieron gracia a dios por tanta gentileza.
La chica estaba contenta y cada día aprendía más de la naturaleza.
En la aldea empezaron a tratarse como si todos fuesen hermanos, y cada día veían como la tierra les sonreía, dándole su amor y frutos; el cielo los dotaba de su agua cristalina, el sol los alumbraba y el aire los oxigenaba y acariciaba. Los ríos le daban como regalo sus peces, y todo era abundancia.
La chica se reunió con el señor y se pusieron a meditar, que linda es la naturaleza cuando la sabemos apreciar.


FIN


Cuento por:
Mayte Moreno

Texto agregado el 10-08-2013, y leído por 683 visitantes. (7 votos)


Lectores Opinan
03-10-2016 ¿no hay sexo? mejora cualquier historia satini
27-08-2013 Eres demasiado especial, Mayte querida. Tu historia es tan hermosa como tu alma. Te abrazo. SOFIAMA
18-08-2013 Me gusto tu cuento!!! fabiandemaza
17-08-2013 Emocionante, realmente hay mucho que aprender en esta escuela que es la vida. jaeltete
16-08-2013 Qué hermoso es constatar que la bondad se contagia y purifica las almas. Bella historia. ZEPOL
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