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Marco Aurelio llegó a Tel Aviv proveniente de Londres debido a la llamada del filósofo hindú Amithaba, a quien conociera cuando tres años antes se publicó la obra “Verstgrenze” de Igor Anyuchenko, un pensador cuyo rostro hasta el momento era un enigma sólo revelado para el selecto grupo de unos alumnos entre quienes sobresalía Amithaba.

De modo que Marco Aurelio sería interrumpido en su ejecución de “La Unión de la Abeja” con una azafata pelirroja por la voz tranquila de Amithaba, quien se refería a la oportunidad de conocer por fin a Igor Anyuchenko en la Thagba legendaria donde Jesús multiplicó los panes y los peces.

Sin embargo Amithaba volvió a comunicarse con Marco Aurelio la mañana inmediata. Se disculpaba en nombre de un Igor que retrasaría dos días su arribo por problemas familiares. Por eso Marco Aurelio aprovechó su reciente visita a Nazaret para contemplar en una iglesia el supuesto lugar de residencia de la familia de Jesús: cierta oquedad en la roca tras un altar con la leyenda “Verbum caro hic factum est”.

Ahí Marco Aurelio se fijó en las escaleras bastas tras el umbral a un costado del altar ornado con flores y velas, y justo cuando se preguntaba a dónde conducirían, recibió un mensaje de Amithaba que lo obligó a dejar el sitio para reintegrarse a las calles angostas como franjas de laberinto, pues Igor adelantaba doce horas su visita.

Poco después Marco Aurelio apremiaba a un chofer árabe que chorreaba sudor en cada volantazo dentro del taxi minúsculo donde el periodista evocó su encuentro lejano con Amithaba, el responsable de la publicación de “Verstgrenze”.

En aquel entonces a Marco Aurelio le había sorprendido la fragilidad de un Amithaba delgado y moreno como el dios Vishnú; pero más le impactó la voz reposada y firme en la que parecía concentrarse toda la fortaleza ausente del cuerpo.

Amithaba respondía las preguntas de varios reporteros en torno a la obra que muchos consideraban del mismo calibre que “Ser y Tiempo”, donde Heidegger postulaba un Ser o Sein manifestado en el mundo como el “Ser-ahí” Dasein: cada hombre o “Ser para la muerte Sein zum Tode”.

Marco Aurelio más tarde urdiría un resumen referido a “la columna vertebral de Verstgrenze” con fundamento en las contestaciones que Amithaba diera sin perder la sonrisa ni la fluidez de sus conceptos.

Para empezar, el título de la obra del pensador ruso criado en Alemania se podía traducir como “Entendimiento-Límite”, o “La Frontera del Entendimiento”, que vendría a constituir el nombre que Igor le diera a un Ser de distinta iridiscencia para otros filósofos: manifestación de Dios en tanto “lo Otro” o alguien In-Humano en Kierkegaard; la entidad de Wittgenstein que yace fuera del mundo real y sólo se aborda mediante lo Místico y no con el lenguaje; la “Voluntad de Vivir” Wille zum Leben o Fuerza-Ser consciente de sí misma y saturada de “Ciego afán de Impulso” dilucidada por Schopenhauer; el Espíritu de Hegel en su calidad de Intellectus Archetypus; o la Natura Naturans donde la Naturaleza se imbrica con el Dios de Spinoza.

Según Amithaba, el Verstgrenze de Anyuchenko se podría definir como la Aletheies eukykleos o “Verdad de Redondez Perfecta”: la concepción del Ser Inmaculado hecha por Parménides; pero no una “Esfera desde Fuera”, sino una “Esfera desde Dentro” con su membrana definida “por la fuerza de las flechas de los pensamientos humanos”.

Se suponía que el Verstgrenze tendría una relación simbiótica con el filósofo en el plano Ontológico, y que se extendería en función de la capacidad aprehensible del hombre.

Después vendrían las explicaciones más detalladas de Amithaba a causa de la complejidad de sus conceptos, de modo que aludió a los gusanos onicóforos para afirmar que si esas criaturas dispusieran de una mínima capacidad racional, el Verstgrenze para ellos sería aquello abarcable por “sus entendimientos”: el entorno acuático y los insectos que cazaban con sus fluidos pegajosos.

De ahí Amithaba se brincaba hasta lo inconmensurable y postulaba que si alguien pudiese imaginar a un Ente superior capaz de acceder a una comprensión del Verstgrenze inasible para la gente, el Verstand o Entendimiento de ese Ente hipotético sería el Grenze o Límite de la propia razón de quien lo prefigurara.

En otras palabras: las flechas del pensamiento arrojadas por un Ente ideado por el hombre o por su propio Nous serían incapaces de rasgar el límite de un Verstgrenze al que más bien le determinarían su amplitud.

Esas eran grosso modo las líneas generales de la obra que provocaría auténticos quebraderos de cabeza a “los iniciados”, al grado que algunos la calificaron como una derivación del postulado de Wittgenstein del mundo restringido por una Estructura Lógica; y otros la definieron cual síntesis “donde se imbricaban como sonidos en el aire la Episteme filosófica y la científica”.


Marco Aurelio llegó a Thagba con los rayos del sol poniente, luego de agradecer con una palmada amistosa al conductor de camisa adherida a las lonjas. En la entrada de la zona turística ya lo aguardaba Amithaba, quien lo recibió con una sonrisa fraterna y le obsequió un pececito de cuerpo articulado.

Más allá un muchacho rollizo de cabello largo y sonrisa franca levantó la mano en señal de bienvenida: era Igor Anyuchenko…

Texto agregado el 23-12-2013, y leído por 219 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
24-12-2013 Esta vez abusaste de mi rupestre intelecto. Impresionante manejo de lenguaje y de conceptos filosóficos. Los mejores deseos en esta navidad y un abrazo. umbrio
23-12-2013 Ahhhh... un mar huracanado transita por mi cabeza después de leerte... sólo se me ocurre una cosa: ¿me prestas el " Verstgrenze"? prometó devolvertelo... ajá. Cinco aullidos lectores yar
 
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