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A esas horas la multitud corría estrepitosa. Los carros fluorescentes tomaban el carril de acuerdo a la amplitud de onda y se desplazaban dejando un silbido melodioso en el ambiente. Miró la banda. Los sensores identificaron su estructura metabólica y le dieron paso al interior del museo.
—No tenemos mucho tiempo, amigo. Créame que arriesgo mi trabajo. Sólo disponemos de treinta minutos. Ésta es una de las pocas máquinas que aún funcionan en el mundo. Pero… ¿Sabe utilizarla?
—Por supuesto que sí. Hace setenta años había miles.
—Confío en usted. Lo dejo. Voy al centro de vigilancia.

Tomó el disco compacto que celosamente había guardado. El brillo metálico reflejó su rostro ajado en la carátula; movió la cabeza. Recordó que la vida había sido justa con él, pero no le dio la oportunidad de estar al lado de ella. Prendió la máquina, y la luz del monitor se desparramó sobre su calvicie. Insertó el disco en la unidad. El láser tardaba en darle lectura. Poco a poco, aparecieron las letras como si hubieran sido escritas el día de ayer. Sintió un calorcillo e imaginó el momento en que esas líneas fueron tecleadas por ella. Relataban emociones, instantes de soledad. Transitaron desde sensuales momentos, hasta la opresión por la pérdida de su padre.

Volvió a leer lo que había sido el principio del silencio: “Siempre tuve la impresión de que un acto de infidelidad me dejaría con el sabor de haber masticado lo amargo de unas hojas y con un sentimiento sucio, pero contigo las cosas tomaron un rumbo distinto; a tu lado sentí la suavidad. ¡Nunca había percibido la brisa que nace de la montaña! Mi nombre fue hermoso en tu boca y tuve una sonrisa diferente al poseer el sabor de lluvia y cedro de tu cuerpo. En mis noches frías, la fragua de tus manos despertaba en mí a la mujer. Nada como sentir que vamos caminando por una banqueta y que tú cargas mis libros, y yo juego con tus labios en cada una de las esquinas en que nos detenemos y contemplamos la reunión de las cosas, pero…”
—Dispone sólo de tres minutos.
— ¿Hay alguna forma de pasarlo al nuevo formato?
—Tal vez, no obstante, lo desconozco; para nosotros es sólo chatarra tecnológica. Lo siento.
Vio las palabras una vez más y apagó el monitor.

Texto agregado el 06-01-2014, y leído por 339 visitantes. (7 votos)


Lectores Opinan
08-01-2014 Eres un creativo por excelencia!! Te abrazo. gsap
07-01-2014 No dejo de admirar tu creatividadLa tecnología puede avanzar mucho pero no hay olvido para algunas frases como estas: //contigo las cosas tomaron un rumbo distinto; a tu lado sentí la suavidad. ¡Nunca había percibido la brisa que nace de la montaña! Mi nombre fue hermoso en tu boca y tuve una sonrisa diferente al poseer el sabor de lluvia y cedro de tu cuerpo.// Victoria 6236013
06-01-2014 Genial. Visionario y creativo tu relato. Imagino que así será en el futuro y qué nostalgia, ¿verdad? Un abrazo. SOFIAMA
06-01-2014 u***********n cuento muy bien narrado, que te demuestra lo que un día podría ser yosoyasi2
06-01-2014 Tal vez alcancemos a ver ese avance tecnológico. Lo que se hace por ver lo que se amó. Gran cuento amigo. Un abrazo umbrio
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