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Hacía tiempo que los cruzados liderados por Ricardo Corazón de León acosaban a la Ciudad Santa de Jerusalén que pretendían arrebatar “por la gracia de Nuestro Señor” a los infieles de Al Násir Salah ad Dín Yusuf ibn Ayyúb, o Saladino.

Para entonces ya había ocurrido el ahogamiento de Federico Barba Roja, el pisoteo de Ricardo del estandarte ventajoso del duque Leopoldo de Austria, y la batalla de San Juan de Acre donde Ricardo tomaría 3000 prisioneros asesinados para calmar la ira divina cuando Saladino no cumplió su palabra de entregar la Cruz Verdadera.

Sin embargo muchos atestiguarían el regreso de Ricardo Corazón de León a Inglaterra sin recuperar Jerusalén, a causa de la traición de Juan sin Tierra apoyado por el rencoroso Leopoldo…

Y aún así Saladino permitió visitar la Ciudad Santa a quienes desearan hacerlo.


Todos cerraban los ojos frente a la barbarie arquitectónica engendrada en los “vientres mentales impuros” de los moros. Los más celosos de los mandamientos miraban con odio la luna que ornaba una torre. Mientras tanto uno de los caballeros llamado Goodstaff incursionaba en la vía dolorosa que Cristo recorrió con la cruz a la espalda y el cuerpo mancillado por el Mal.

Era de noche. A lo lejos se veían las luces del campamento de guerreros dispuestos a recuperar las fuerzas luego del arduo peregrinaje; más allá varios se entretenían con unas mujeres en desacato. Un hombre le salió al paso a Goodstaff, quien volteó hacia una de las antorchas incrustadas en las paredes, con la cual iluminó al extraño.

Se trataba de un viejo cubierto de harapos que se apoyaba en un tiento y ladeaba la cabeza de pelos dispersos. Sus ojos de párpados desquiciados parecían enfocarse en un punto intermedio y lejano. Estaba ciego y sonreía.

El anciano estiró su mano hacia la armadura de mallas de Goodstaff y la tironeó. Giró y avanzó un poco borneando la cabeza para esperar el sonido de unos pasos. Confirmó que Goodstaff lo seguía y anduvo de modo tortuoso hacia unas ruinas donde se incrustó como topo mientras el caballero blandía la tea socavada por las termitas para no perderle la pista.

De súbito Goodstaff notó que el viejo se había esfumado; pero no tuvo tiempo de sentir miedo, pues un núcleo luminoso como siete luciérnagas entrelazadas de las patas se mantenía ante él, parpadeando cual si lo llamara…


…Vi un electroencefalograma intercraneal para registrar la actividad electrofisiológica de pacientes con epilepsia. Vi el resurgimiento de un Ritmo Gamma de 44 hertzios elevado hasta 100 en el hipotálamo a causa de la zozobra de la memoria. Vi docenas de Universos Burbuja con sus propias constantes físicas, conformados por la energía del espacio vacío de origen cuántico, y subyugados por el Efecto Casimir que separa a los cuerpos por la mera resonancia de los campos energéticos. Vi el Transmultiverso, el devenir de Heráclito llevado a las dimensiones de Planck en el cual la galaxia, el Sol y la Tierra se mueven y nunca son los mismos. Vi amables robots cognoscitivos a punto de ser desenchufados. Vi una Interfaz Neuronal, constituida por una venda con electrodos que permitía al pensamiento puro determinar los movimientos y acciones de los ‘avatares’ virtuales de la Segunda Vida. Vi unos metamateriales que refractan la luz y vuelven invisible lo que rodean mientras generan un túnel electromagnético como agujero de gusano para todas las frecuencias de ondas. Vi un binocular que combina óptica y encefalograma para detectar la actividad de las ondas cerebrales del enemigo, junto a cierto avión que aprovecha las ondas expansivas de su propio vuelo para darle aire comprimido al reactor. Vi el Free Electro Laser con base en fibra óptica. Vi insectos espía y abejas que detectan explosivos. Vi robots exterminadores autómatas con una armadura transparente de aluminio capaz de resistir proyectiles iracundos. Vi el Homúnculo Sensorial, la imagen antropomorfa modelada por la conciencia donde el cerebro era abatido por el burbujeo de la sangre. Vi ‘El Daleth’ al derecho y al revés… y vi en unas ruinas la versión ancestral de mí mismo metido en una armadura medieval: mi otro yo que soltaba una tea socavada por las termitas y corría desgarrando un grito…

Texto agregado el 14-05-2014, y leído por 271 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
31-05-2014 Un relato dificil de leer y seguir pero maravilloso. Asombroso el pasaje de ficciòn històrica ambientada en las cruzadas a ciencia ficciòn pura. Te felicito, ha sido un placer leerte laber
27-05-2014 Un relato ambientado en la Historia, y al final...¡sorpresa! La narrativa es impecable, ya quisiera yo... Un saludo ;) Audina
26-05-2014 Auuuuuuuuuuuuu !!! Formidable Gustavo. No sólo es un placer leerte, además una "fuente" de inspiración inagotable... ji ji ji El último parrafo, ¡qué bárbaro!. Cinco aullidos a través de un agujero de gusano yar
14-05-2014 USTED ES UN ANCLA EN ESTA PÁGINA, que impide que los lectores sensatos se larguen hastiados de tanta mediocridad y artificiosa adulación lisonjera de unos con otros. UMBRIO es el otro pivote de la trilogía mágica. gimaf
14-05-2014 La combinación medieval con futurista es exquisita. Por alguna razón esperaba ver al Maestre Juan (de Baudelino de Umberto Eco) en las ruinas. El carrusel de visiones tienen para dar tanto que casi exige historias propias. Un abrazo. umbrio
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