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Inicio / Cuenteros Locales / mariomatera / La heroica gesta del Riachuelo.

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La escuadra brasileña del almirante Barroso, estaba fondeada en el Riachuelo, cerca de Corrientes. Dicha ciudad había sido ocupada por el general paraguayo Robles, el 14 de abril de 1865. Sin embargo, no podían los paraguayos, sin riesgo para el ejército de Robles, dejar el Paraná de Corrientes al sur bajo el control de la escuadra brasileña. El mariscal Francisco Solano López concibió entonces la audaz idea de sorprender a los brasileños. El manto de la noche siempre fue fiel aliado de los ataques por sorpresa. Bajo el cual, ocho vapores paraguayos de madera, en su mayoría armados con cuarenta cañones y tripulados por dos mil quinientos hombres preparados para el abordaje, navegaban por el río Paraná en la noche del 10 de junio de 1865. El oficial naval a cuyo mando estaba la flota paraguaya, comandante Pedro Ignacio Meza, decía a su segundo Don Juan Bermúdez:
- Nos vamos a jugar una partida desesperada y acaso la más tremenda que he tenido que afrontar en mi azarosa carrera de marino, pero de la misma depende el dominio del río Paraná.
-Podemos contar, sin embargo con el factor sorpresa. El almirante Barroso dispone de nueve acorazados.
- En cambio la mayoría de nuestros buques son de madera, pero nosotros somos hombres de guerra y supliremos nuestra inferioridad con nuestro coraje. Contamos además con el respaldo de la batería de tierra compuesta de 22 cañones que, con gran sigilo, el mariscal Francisco Solano López hizo emplazar en la costa correntina.
Sin embargo Marte, el dios de la guerra y de la historia, ya había tomado partido, y desgraciadamente lo había hecho contra el heroico pueblo paraguayo. El ataque por sorpresa que había sido previsto para las 2 de la madrugada del día 11 de junio, iba a sufrir un lamentable retardo. La nave insignia paraguaya tenía un percance, una avería en las calderas retrasaba la marcha de las naves hasta tanto se hicieran las correspondientes reparaciones. Cuando los barcos paraguayos llegaron a la vista de los buques brasileños, el día era ya completamente claro y el factor sorpresa que hubiera posibilitado la noche, había desaparecido. Sin embargo Meza, protegido por el fuego de las baterías de tierra, en un temerario acto de arrojo, se lanzó contra los buques imperiales. El denodado empuje de los guaraníes momentáneamente desconcertó a los imperiales. Los paraguayos habían conseguido acercarse al acorazado Paraíba, Meza daba el esperado grito:
- ¡Echen manos a los sables de abordaje!
Mientras paraguayos y brasileños combatían encarnizadamente en la nave abordada, otro acorazado brasileño, el Jequitinhonha, que había intentado huir, encallaba y era puesto fuera de combate por las baterías de tierra. El almirante Barroso, a bordo del acorazado Amazonas, contemplaba asombrado, aquella arremetida guaraní.
- No se puede negar que son valientes estos paraguayos -comentaba Barroso.
Pero el almirante no era un hombre carente de reacción mental y ordenaba:
- Clavemos nuestro espolón en las naves paraguayas.
El Amazonas, que efectivamente estaba dotado de un espolón de acero, embestía a los buques de madera consiguiendo hundir a tres. Las demás naves paraguayas eran averiadas por los cañones de largo alcance. El comandante Meza, que había sido herido de muerte, ordenaba la retirada viendo que todo sacrificio será inútil. El valiente marino paraguayo sellaba con su muerte una página heroica de la historia guaraní. Los imperiales habían consolidado su dominio sobre el río Paraná.

Texto agregado el 24-09-2014, y leído por 148 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
24-09-2014 Muy bien abordado el legendario combate naval. alexandrocasals
24-09-2014 Fantastica leccion de historia.Un Abrazo. gafer
 
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