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Ramillete de amor

Mía salió de la escuela con una idea fija en su cabeza: recoger las flores más bellas que encontrara en el camino para llevárselas a su madre enferma, como le prometió temprano en la mañana.
Puso manos a la obra y recogió flores blancas, amarillas, rojas, moradas, con sus hojitas de diversas formas y tamaños, con las que hizo un gran ramillete que estaba segura la llenaría de alegría y la haría superar los dolores que sentía.
De regreso a casa encontró una anciana sentada en el suelo, que pedía algo de comer.
-No tengo dinero ni comida que ofrecerle, doña, pero le doy esta rosa –le dijo, entregándole una hermosa flor roja que hizo que la mujer olvidara su hambre por unos minutos.
Siguió caminando hasta tropezar con un niño extraviado que lloraba porque no encontraba el camino para regresar a su casa. “No conozco tu dirección, -le dijo- pero esta flor te hará compañía hasta que encuentres de nuevo tu hogar”, le dijo, y el niño se alejó feliz.
Más adelante se encontró un no vidente que extendía su sombrero y pedía unas monedas para subsistir: “una limosna al ciego, por amor de Dios”, decía, y Mía puso en sus manos otra flor con una palabra de aliento:
-No tengo dinero, pero ten este clavel. Aunque no lo puedas ver, sé que su olor y la suavidad de sus pétalos te darán paz. –le dijo y el hombre sonrió satisfecho.
Y así, una a una, regaló todas las rosas de su ramillete a las personas que encontraba en su camino con algún problema o dolor, y llegó a la casa como salió de ella, con las manos vacías.

Entró a la habitación pensando qué excusa le daría por no llevar lo prometido, pero grande fue su sorpresa al encontrarla sentada en la cama, muy recuperada y sonriente. En las mesitas de noche reposaban dos floreros con lirios, girasoles y otras flores cuyos aromas inundaban todo el hogar.

-Me las trajeron unos niños del vecindario. –explicó la madre mientras abrazaba a Mía, quien imaginó que Dios le proporcionó esas flores para recompensar el ramillete de amor que aunque recogió para ella, repartió en el camino quienes necesitaban de una mano amiga-.

Alberto Vásquez.

Texto agregado el 30-12-2014, y leído por 175 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
02-01-2015 Atrapaste la esencia del amor y la cristalizaste en letras muy sentidas. Te felicito. Me encantó. Un full abrazo. SOFIAMA
30-12-2014 Su desprendimiento hacia los demás le dio satisfacción a su vida, siendo premiada con la alegría de su madre al recuperarse de su enfermedad. El amor y la solidaridad están presente en el texto. !Que bien! !Felicidades! Abrazos del alma. NINI
30-12-2014 Jurl, esto es un poco como Coelho no? En plan autoayuda quiero decir. Egon
30-12-2014 Me gustó. Un abrazo, Sheisan Sheisan
 
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