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Escondió la cara entre las manos y la frotó vigorosamente con las palmas. Después de desperezarse, y constatar que estaba despierto, se acercó a la ventana de la habitación, se asomó por ella y miró para el exterior. Pudo observar que todo estaba igual a como lo había dejado en la tarde-noche del día anterior.

El poco cielo, que se podía observar, todavía mantenía el mismo color rojizo. Las negras y oscuras nubes seguían ocupando buena parte del espacio aéreo. El olor a contaminación seguía siendo elevado. El calor sofocante, y pegajoso, seguía predominando en el ambiente. El ruido proveniente del exterior era de la misma asonancia y monotonía de siempre.

Miró hacia abajo y vio que las mismas calles de siempre continuaban atestadas de las mismas personas. La mayoría haciendo colas inútiles para conseguir algún producto en las pocas tiendas de comestibles que aun permanecían abiertas.. Los automóviles apenas podían moverse debido al atasco constante a los que estaban sometidos. Los indigentes ocupaban las mismas esquinas tratando de provocar en los paseantes alguna muestra de caridad que les hiciera desprenderse de algunas monedas que les aliviaran el peso en sus bolsillos. Los buhoneros desfilaban por entre los coches tratando de colocar alguno de los productos que les ofrecían a los conductores.

Una mosca que estaba posada en el sucio cristal de la ventana salió volando cuando notó que una mano pasó cerca de ella al ir agarrar el tirador de la misma.

Cerró la casi desvencijada ventana y se dispuso a encender el aparato de aire acondicionado y así tratar de paliar un poco el calor que le estaba agobiando. Estiró el brazo y lo conectó. Lo puso a máxima potencia para apurar el enfriamiento de la habitación del mugriento hotel en donde estaba alojado. Corrió las cortinas para evitar que los rayos del abrasador sol siguieran calentando aquella estancia.

Se dirigió a la cama y se sentó en ella. Se apoyo en los brazos inclinando el cuerpo hacia atrás. En esa posición miró para el techo y vio posadas en él a una infinidad de moscas. Dedujo que el calor era tanta que los mismos insectos eran incapaces de querer volar. Tonterías – pensó – Que sabrán esos bichos alados de climatología – Se dijo para sí, en voz alta –. Siguió oteando el techo buscando hacer tiempo mientras el ambiente no se refrescara. Unas ligeras gotas de sudor empezaban a salir de sus sienes y comenzaban a descorrer por sus parietales.

La asustada mosca de la ventana fue a reunirse con las que estaban en el techo. Por la forma en que fue recibida pareciera que estuvieran hablando, entre ellas y estuvieran maquinando alguna acción conjunta.

Siguió observando toda la habitación hasta que su mirada se detuvo en los números verdes, que parpadeaban en el reloj digital de la pequeña mesilla que estaba al lado de la cama. Marcaban las diez y cuarenta y ocho. Trató infructuosamente de recordar que día era y no pudo conseguirlo. Su mente la tenia perdida, extraviada, fuera de lugar. Cerró los ojos para concentrarse en la labor de recordar y empezó a respirar pausadamente.

De repente una de aquellas moscas, quizás la que había estaba en la ventana, se apartó del grupo y empezó a revolotear por el medio de la habitación...

Poco a poco fue recordando los últimos acontecimientos que le habían sucedido. En un flash momentáneo le vino una imagen. No era otra que la de un cuerpo desnudo y ensangrentado a los pies de otra persona en lo que parecía un cuarto de baño. Esta, en su mano, tenía una navaja de afeitar ligeramente manchada de un líquido rojo y viscoso que aun goteaba.

…escuchó el zumbido de la atrevida mosca sobre el oído derecho y sacudió la cabeza para espantarla…

Se volvió a concentrar en su recuerdo-sueño y vio que el lavamanos la pileta estaba a medio llenar y con espuma de afeitar flotando en el agua. Otra navaja de afeitar estaba tirada al lado de aquel cuerpo ensangrentado y encima del charco de sangre que manaba de él.

Por la posición en la que estaba el cuerpo no podía verle la cara. En otro flash pudo ver de refilón en el espejo del baño, dos rostros. Uno de cerca, mirando el cadáver del suelo y el otro, un poco mas alejado, a sus espaldas.

La cara de la persona que sujetaba el cuchillo y que estaba delante del muerto. Era el de Rosa Maria su amante y compañera sentimental. La otra era la de su socio en la empresa de material de construcción que regentaban.

Sueños – pensó – Como pueden jugar así con la mente de las personas.

…la mosca volvió a acercarse, esta vez, al oído izquierdo. Su zumbido hizo que intuitivamente sacudiera de nuevo la cabeza…

Mentalmente fue acercándose al cuerpo que estaba en el suelo. Poco a poco, pudo ver la cara de aquel individuo. Era la suya y… ahora empezaba a recordar.

Hacia unas escasas horas él y su amante habían llegado a esa habitación. Se había desnudado y dirigido al cuarto de baño, mientras ella quedaba en la lúgubre habitación llamando por teléfono. Se había puesto delante del espejo y se disponía a afeitarse cuando un suave roce en el cuello le había hecho perder la conciencia.

Rápidamente se dirigió hacia la habitación donde estaba la cama. Recorrió las paredes y el techo. Vio que era la misma en la que se había despertado. Fue hacia la deshecha cama, se sentó en ella, escondió la cara entre las manos y la frotó vigorosamente con las palmas

… la mosca aterrizó en una de las gotas de sudor. Empezó a succionar el salado líquido y esto hizo que el hombre se despertara…

Después de desperezarse, y constatar que estaba despierto, se acercó a la ventana de la habitación, se asomó por ella y miró para el exterior. Pudo observar que todo estaba igual a como lo había dejado en la tarde-noche del día anterior…

Texto agregado el 01-09-2004, y leído por 565 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
07-09-2004 Muy bien logrado. Un fuerte abrazo. carloel22
05-09-2004 Felicitaciones. Me entretuvo. jorval
04-09-2004 Te felicito. ¡Muy buen texto, y muy bien redactado. Intrigas que la paranoia y los sueños otorgan. Saludos Shou
04-09-2004 Salvo estas frases: "La cara de la persona que sujetaba el cuchillo y que estaba delante del muerto. Era el de Rosa Maria su amante y compañera sentimental.", donde debería haber puesto un punto entre las palabras "muerto" y "era", el relato tiene una gran fuerza y dramatismo no exenta de misterio que deja al aire. Monterroso estaría contento por utilizar a sus moscas. margarita-zamudio
02-09-2004 muy bueno, es desconcertante y misterioso, bien escrito saludos india
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