Bajo los brazos de la noche en una pieza de mundo,
La gente no eran más que elementos,
Mientras mi mente todo lo hacía,
Y como tú, invasora de ella,
Tus rizos suaves y largos lograban mi inspiración.

Respirando el aliento del verano,
En verso libre tal diario del viajero,
Documento mi maravillosa soledad de las tardes,
Tardes en las que viven tus rizos y me llevan,
Me vuelven un loco errante y amante.

Bellos balcones cerca a la plaza de los reyes,
Son testigos de mis ojos
Y mis ojos de los tuyos,
Pues dama de los rizos largos, dulce amor mío,
De los dos es la ciudad en las noches de enero,
Sólo falta el tiempo para tu encuentro.

Este misticismo mío no se detiene,
Estos sueños míos seguirán repitiéndose,
Esos rizos largos tuyos,
Ante mis ojos siguen apareciéndose,
Mientras en calles voy y voy,
Mis pies van y van, como mi corazón en soledad.