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CRUEL DESTINO

Una vez, hace mucho tiempo… hubo un hombre muy curioso que quiso conocer su destino. Su curiosidad lo llevó un día a interesarse por un clarividente que leyera su futuro. Caminó y caminó… hasta llegar a un pequeño poblado muy apartado del mundo, donde supo a través de un pobre anciano, vivía un señor que leía los rasgos de las manos, descifrando el enigma de la muerte.

Fueron muchos los testimonios que se escucharon por aquellos días sobre él. Los acertijos de éste sagaz hombre, iban de boca en boca, convirtiéndose en el tiempo, en un oráculo espiritual que, la gente a muchas millas a la redonda daba crédito de su osadía.

Conrrado Matias era su nombre. Su apariencia física dejaba mucho que desear. Desaliñado y con visos de una pobreza extrema. El que lo veía no podía creer, que con la virtud que poseía viviera de esa manera, rodeado de tantas precariedades, induciendo a la gente a dudar de sus vaticinios.

El caso es, Ernesto Peñalba al verlo no pensó en la pobreza de aquel hombre, sino lograr el objetivo que lo había llevado hasta allí, conocer el futuro que le aguardaba para tratar de revertirlo.

El vidente al tenerlo frente de él, de inmediato le dijo a lo que había venido, lo que agradó al viajero, sintiendo muy adentro una paz interior como si hubiese llegado a la presencia divina.

El hombre, revestido de una paciencia casi espiritual, tomó la mano izquierda del visitante. Abriéndola, deslizó su mano sobre ella, observando con detenimiento cada detalle de sus líneas. Luego se la cerró, empuñándola fuertemente.

-¡Uf!! -Exclamó – ¡Es fuerte lo que veo! ¡Muy fuerte!- Dijo estupefacto el vidente, separando su mano rápidamente de la del visitante, sintiendo un fuerte estremecimiento en su cuerpo al ver la muerte de él y la del hombre al cerrar su mano.

-¿Puedes decirme lo que vio? –Preguntó alarmado el curioso hombre.

-¡Macabro final…! ¡Terrible desgracia…!- Chilló fuera de sí aquel personaje –

-Morirás… morirás calcinado en un terrible incendio – Continuó diciendo, ocultando que también él moriría en el hecho.

Ernesto, con ojos avisorados escrutando al vidente, remolinándose en la silla, ceñudo, preguntó.

-¿Puedes hacer algo para revertir el final que me aguarda? Por favor ¡Reviertas lo que has visto y le pagaré lo que me pidas!

El hombre, deslumbrado, lo miró fijo a los ojos como queriendo persuadirlo con su mirada.

-¿Qué me pides? ¡No soy Dios para cambiar el destino! –Chilló conmocionado el predictor.

-Entonces ¡Me veré precisado a matarlo!- Dijo esto sacando el arma que traía oculta.

«Puedo engañarlo y decirle que revertiré su destino y él creerá en mis palabras – Pensó el predictor – Pero no está nada bien» -Se dijo, exclamando en seguida.

-¡No! ¡No! ¡No! ¡Aguardas!– Dijo alarmado el enigmático hombre, poniendo en práctica una idea que le surgió en medio del aprieto en el que se encontraba.

-Si me matas, aceleras… aceleras su muerte, que puede ocurrir hoy…mañana o quizás cuando sea un anciano – Continuó diciendo el atemorizado hombre.

-En cuanto a cambiar el destino – Siguió diciendo – Le diré ¡Es imposible! No puedo hacer nada en su caso. Morir…morirás devorado por las llamas voraces de un terrible siniestro.

El hombre muy consternado guardó el arma, luego tomó al clarividente por los hombros y lo zarandeó inmisericordemente.

-¡Tienes que hacer algo! ¡No debo morir de esa manera! ¡Es muy cruel el final que me espera! –Dijo muy alarmado.

-Le digo ¡No soy Dios para cambiar lo dictaminado por Él! Sólo puedo leer el futuro ¡Nada más! – Vaticinó el hombre.

-Entonces ¡Morirás primero que yo devorado por las llamas, éste también será su destino! –Dijo estos amarrando al vidente, luego prendió fuego a la humilde vivienda.

- Eso también lo había visto – Dijo el vidente sin inmutarse

– De muy lejos… llegaría un hombre y le pegaría fuego a mi humilde casa, muriendo los dos. No hay nada que pueda hacer para revertir lo dispuesto por el creador del mundo - Dijo el clarividente siendo devorados por las llamas.

Cuando el hombre quiso salir de la casa, la puerta mágicamente se cerró, quedando atrapado, mientras las llamas subían al cielo, dejándola consumida por completo.

JOSE NICANOR DE LA ROSA.

Texto agregado el 24-06-2015, y leído por 496 visitantes. (14 votos)


Lectores Opinan
05-10-2015 Caprichosa manera de encausar el destino de dos hombres hacia las mismas llamas...Me encantó tu ingenio y la manera de expresarlo. Un abrazo hgiordan
29-06-2015 Que buena creación, yo imagine que cambiaría su futuro; pero era el futuro del vidente, buen final krisna22z
26-06-2015 Interesante el planteamiento, esa eterna duda acerca del futuro, el final me parecio fortuito, pues no había razón aparente para el "castigo" recibido por los personajes. Cinco aullidos sin futuro yar
25-06-2015 Estaba destinado a leer tan creativa trama, gracias!! achachila
25-06-2015 Excelente argumento que deja al lector asombrada. Eso demuestra que nosotros hacemos nuestro destino...estrellas Victoria 6236013
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