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Steven Sullivan (El astronauta)
La tensión se mascaba en la sala de reuniones de la Nasa en el centro Espacial de Stennis y no era para menos, se iba a tomar una importante decisión de la que dependía mucho el futuro de los viajes espaciales de EEUU.
El silencio era total en el momento en que Charles Howley máximo responsable del proyecto RS-68 nombre del nuevo cohete lanzador tomo la palabra y en su calidad de presidente de la reunión comenzó diciendo.
“Señores como todos Uds conocen, ha llegado el momento de comenzar las pruebas del nuevo combustible de hidrogeno licuado con mezcla de argón que propulsara en el futuro a nuestros nuevos cohetes RS-68, de todos es bien conocida la confianza que tenemos en esta nueva tecnología que nos permitirá dar un paso de gigante en la exploración espacial”
Y continúo.
“Cada vez que se trata de avanzar tecnológicamente se corre un riesgo y si se produjera el mas mínimo fallo, ya saben las consecuencias, retrasos, perdida de presupuesto o lo que podría ser peor, cancelación del proyecto, es pues imprescindible que todo, absolutamente todo, salga como está previsto y es en esta reunión cuando los distintos responsables nos presentaran sus últimas conclusiones antes tomar la definitiva decisión, paso la palabra a Mr. Loren Mc. Candless ingeniero jefe de motores”
Mc. Candless, se levanto con gran parsimonia sabiendo de antemano que su exagerado pelo rojizo, su risueña cara y sus casi dos metros de altura eran suficientes para crear una atmosfera expectante entre los reunidos.
“Estimados compañeros, tengo la satisfacción de comunicarles que no hemos tenido ni el mas ínfimo fallo durante el proceso de construcción del motor y que ha pasado con éxito los duros test a los que le hemos sometido, podría abrumarles con una serie de datos referentes a la potencia de ascensión, al empuje logrado a la ignición, etc, pero creo no es necesario, les puedo asegurar que el motor va como un reloj, valga la similitud, así que si me lo permiten sin más paso la palabra a Mr. Bruce Shriver, responsable de estructuras”
Shriver, no tenía una figura tan imponente como la del anterior orador, pero sin embargo poseía una voz profunda y calmada que emitía tranquilidad.
“Buenos días Sres” comenzó “Poco, pero bueno puedo decirles de la estructura del lanzador, creo que hemos conseguido el mejor cohete de la historia espacial americana, ha superado con creces todos los protocolos de resistencia y las pruebas de aerodinámica, me siento muy orgulloso de haber colaborado en su diseño, no va a defraudarnos su resultado, ténganlo por seguro”
Todos los importantes participantes de la reunión, altos militares de los tres ejércitos, congresistas, dirigentes de varias compañías colaboradoras en el diseño e incluso algunos periodistas seleccionados por el gobierno, respiraron y sonrieron.
Y ya estaban a pique de levantarse cuando el doctor Robert Douglas, se levanto y pidió la palabra al presidente para a continuación decir.
“Perdónenme que intervenga en esta reunión cuando no estaba previsto que lo hiciera, para los que no me conozcan permítanme que me presente, soy el doctor Douglas, responsable del gabinete de sicología de la Nasa y si no tienen ningún inconveniente querría informarles de algunas consideraciones y estudios que he realizado en el transcurso de estos años y que estimo importantes”
Carraspeo ligeramente y continúo.
“Desde 1987 he venido recogiendo datos de las diferentes misiones que se han realizado, tanto de la exitosas como de las fallidas, pero no informes técnicos sobre motores y combustibles, no es esa mi especialidad, he reunido datos de las tripulaciones, sus perfiles, sus caracteres, sus anteriores misiones y sobre todo su suerte”
Como era de esperar todos los allí reunidos se miraron confundidos, de su suerte, ha dicho, se preguntaron.
“Si señores de su suerte, de la suerte que antes habían tenido en su vida, de cómo les había favorecido de una forma u otra la providencia y la fortuna, en definitiva de su suerte en mayúsculas y he llegado a la conclusión de que ha existido una relación indudable entre el éxito de cada misión y la mayor o menor suerte que las tripulaciones habían tenido anteriormente en sus vidas y que esta característica ha sido mucho más notable que la cualificación técnica que pudieran tener”
Y sin ningún otro preámbulo paso a presentar una serie de tablas en las que se mostraban, por un lado listados de diversos hechos relacionados con la suerte de los pilotos, como haberse salvado de anteriores accidentes, haber obtenido premios en loterías y concursos, haberse librado de enfermedades desde la infancia y algunos otros datos y su interrelación y correspondencia con el éxito de las misiones en que habían participado.
Los datos no admitían duda, los viajes con más éxito habían estado tripulados por personas con un alto índice de suerte respecto a la población normal.
Todos los reunidos estaban atónitos y no emitían ni el más ligero comentario pendientes de la presentación del doctor, que siguió diciendo.
“Es por ello, por lo que propongo que el encargado de pilotar el nuevo cohete sea elegido entre los militares, técnicos o pilotos, que después de un exhaustivo análisis de su vida constatemos que es el hombre que más suerte ha tenido anteriormente en la vida y no digo que valga un hombre sin preparación, por supuesto es necesario que la tenga, lo que digo es que no necesitamos a un superaustronauta, necesitamos a un hombre con suerte que es más importante que los otros factores”
“Ah y añado, como estoy convencido que la suerte se trasmite genéticamente, también sugiero analizar la vida de sus antecesores”
Los datos eran tan contundentes y tan convincentes, que aunque se debatió en la mesa la propuesta fue aceptada sin discusión, tomándose de inmediato la decisión de que el doctor Douglas comenzara la selección.
Selección que no fue fácil, ya que hubo que analizar 16.230 expedientes de militares y técnicos con cierta cualificación que parecía serian los más idóneos, para al final elegir a Steven Sullivan un oficial del cuerpo de marines al que los análisis coincidieron en que era el hombre con mas suerte de todos los analizados.
.- Había participado en más de veinte misiones con los marines en Irak sin tener que ponerle ni una tirita.
.- Naufrago dos veces en pleno Pacifico y en ambas fue el único superviviente del naufragio.
.- En cuatro ocasiones los helicópteros en que viajaba en acciones de guerra fueron derribados y en todas fue el único que se salvo de morir.
.-Fue cogido prisionero y fusilado en Afganistán y la bala le impacto en una parte metálica del uniforme y se salvo porque le dieron por muerto.
.- En un accidente de carretera, el coche que conducía se incendio pero él se salvo al salir despedido por la ventanilla, ni un rasguño.
.- Le había tocado dos veces la lotería y tres veces gano viajes en cruceros en concursos de televisión.
Pero lo que quizás más peso en la elección fueron los antecedentes familiares.
.- Su abuelo fue el único que se salvo en 1876 en la matanza del 7º caballería en Big Horn a manos de los cheyennes
.- Su padre era policía y estaba detrás de Lee Harve Oswald cuando fue asesinado y una de las balas le agujereo el sombrero sin tocarle.
.- Su madre gano en una carrera de caballos casi un millón de dólares al apostar a un caballo que se cotizaba 1 a 18.000, era un penco.
.-Absolutamente todos sus pariente fallecidos hasta llegar a bisabuelos habían muerto de muerte natural pasados los noventa años de vida, después de haberse librado de ataques de indios, de incendios, de inundaciones, de guerras y de otras desgracias.
Era un campeón, un campeón de la suerte, al que le mimaban el destino y la fortuna, era el hombre adecuado, le entrenaron muy ligeramente no necesitaba más y listo para la operación.
Llegado el día D, le colocaron el aparatoso traje, le ajustaron el espectacular casco y le elevaron en el ascensor de la torre de lanzamiento hasta la capsula colocada en la punta del nuevo cohete.
Y a la hora H, comenzó la cuenta atrás 10,9,8,7…..todos perfecto hasta llegar al 6 , en no se sabe porque, se desprendió la puerta de la capsula y Sullivan salió disparado quedándose sentado en la plataforma del último piso de la torre, mirando atónito como el cohete que se elevaba sin él.
Aun estaba pensando cómo podía haber pasado aquello cuando una pavorosa explosión destruyo totalmente el cohete cuando se había elevado apenas seiscientos metros, por fortuna ni la más pequeña partícula metálica le rozo y es que Steven era un verdadero suertudo.
Fernando Mateo
Septiembre 2015

Texto agregado el 11-09-2015, y leído por 137 visitantes. (0 votos)


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