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Banquete pantagruélico.

La literaratura nos ofrece comida en abundacia y en esta breve reseña solo les podré dar una pequeña degustación e invitarles a completar el menú.

Los dioses del Olimpo se deleitaban con la ambrosía, el manjar de los dioses.
En Grecia el banquete sirvió de marco a una verdadera literatura de género: El Banquete de Platón, el de Jenofonte, las Charlas de sobremesa de Plutarco o el Banquete de los sofistas de Ateneo
Homero derrama en La Ilíada y la Odisea una gran cantidad de sabores y olores, ya que dada su ceguera, desconocía el aspecto de los alimentos .

En el libro “Gargantúa y Pantagruel del escritor francés Rabelais se describen desenfrenadas comidas. Se narran con gran comicidad las aventuras de padre e hijo. Desde la publicación de las vicisitudes de estos dos gigantes glotones, para referirse a una comida exhorbitante se acuñó la palabra “ pantagruélico” .

Lo que se sirve en las mesas familiares indica la posición económica de las mismas. Así lo entendió Cervantes cuando describe lo que se come en casa del hidalgo, definiendo así la posición social del Quijote. En el primer capítulo leemos en qué consistían las cenas de los fines de semana en la casa de la Mancha:”una olla de algo más vaca que carnero (la carne de vaca era más barata), salpicón las más noches (generalmente preparado con los restos de la olla del mediodía) duelos y quebrantos los sábados (quizás huevos con chorizos), lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda “.

Esta frugalidad contrasta con la opulencia y abundancia de la comida que se describe en el capítulo de las bodas de Camacho:
“Subieron en sus monturas y se dirigieron al lugar de las bodas. Sancho de inmediato se fijó en la abundancia de comida: se estaba asando un novillo, en cuyo vientre había doce tiernos y pequeños lechones; en las ollas de alrededor se embebía y encerraban carneros enteros. Las liebres sin pellejo, las gallinas sin plumas y las aves, colgadas para que se orearan, eran numerosas. Contó Sancho más de sesenta zaques de vino, había rimeros de pan y una muralla de quesos. Era rústico el aparato de la boda, pero suficiente para sustentar un ejército.

Sancho le pidió a uno de los cocineros que le dejase mojar un mendrugo de pan en una de aquellas ollas; el cocinero le dio un caldero con tres gallinas y dos gansos.”


En “a la búsqueda del tiempo perdido “Proust confiere gran importacia a la comida por su fuerte calidad evocadora.

En “Agua para el chocolate De Laura Esquivel las recetas de cocina que inician cada capítulo dejan de tener un valor puramente alimenticio y se van adaptando a las emociones de la protagonista , al momento que está viviendo y al motivo por el cual presenta esos platos en la mesa. La mayoría de los acontecimientos giran alrededor de la preparación de los guisos y del efecto que ellos tienen sobre los comensales.
Es inolvidable la escena en la que Tita deja caer unas lágrimas en la olla en que prepara la comida para la boda de su hermana . Su tristeza condimenta los platos provocando violentos retorcijones de vientre en los invitados.

Si en el siglo de oro el tema de la comida llenaba páginas sabrosas y era ingrediente infaltable en las obras de teatro o en las novelas picarescas, hoy en día no faltan ejemplos similares; he aquí, para abrir el apetito, la descripción de un timbal de macarrones que se lee en El Gatopardo de Giuseppe Tomasi de Lampedusa:
" Hay que decir que el aspecto de aquellos babélicos pasteles bastaba para suscitar estremecimientos de admiración. El oro bruñido de la costra, la fragancia de azúcar y canela que de ella emanaba, sólo eran el preludio de la sensación de delicia que surgía del interior cuando el cuchillo hendía la superficie: primero brotaba un vapor cargado de aromas, luego se divisaban los higadillos de pollo, los huevos duros, los trocitos de jamón, de pollo, de trufa mezclado en una masa untuosa, muy caliente, de diminutos macarrones a los que el extracto de carne añadía un precioso color gamuza.”

Joyce en su Ulises utiliza la comida para presentarnos al personaje principal de su obra:“El señor Leopold Bloom comía con deleite los órganos interiores de bestias y aves. Le gustaba la sopa espesa de menudillos, las mollejas, de sabor a nuez, el corazón relleno asado, las tajadas de hígado rebozadas con migas de corteza, las huevas de bacalao fritas. Sobre todo, le gustaban los riñones de cordero a la parrilla, que daban a su paladar un sutil sabor de orina levemente olorosa”.

A veces los piropos son comparaciones gastronómicas “ bombón , bocadito…dulce…caramelo…” y ciertas expresiones amorosas parecen expresar atávicas costumbres antropófagas “me das ganas de comerte a besos…. Tranquilos, todo quedará en palabras

El primer acto independiente de la mujer fue dar a probar a Adán el fruto del Árbol y el sentimiento de culpa de ese acto pareciera acompañar a las mujeres durante toda su vida. Esa reminiscencia del Paraíso se materializa a menudo en el chocolate.
Vendrán los psicólogos a explicarnos que en el inconsciente femenino ese sentimiento de culpa proviene por violar una promesa hecha a sí mismas agregado al goce que sienten como compensación de sus impulsos eróticos reprimidos.
El peso obsesiona a muchas mujeres por el acento que la publicidad y la moda carga sobre la delgadez. Las mujeres que presentan los modelos de alta costura y las que aparecen en las publicidades propagan el mensaje: belleza= delgadez, elegancia =delgadez, éxito=delgadez.

Últimamente una iniciativa propiciada por el gobierno francés fijó criterios y estipuló sanciones para combatir este fenómeno. A las modelos que excediesen los límites de peso mínimo establecido, se les prohibirá trabajar hasta que cumplan con los nuevos criterios. La medicina de salud francesa comparte la iniciativa.

La prueba de que una mujer puede ser hermosa y atractiva aunque desborde en curvas, la dan los pintores Rubens, Renoir y el colombiano Botero, con sus espléndidas mujeres XXXXL.

Buen apetito, la mesa está servida,

Texto agregado el 14-11-2015, y leído por 211 visitantes. (9 votos)


Lectores Opinan
21-11-2015 Excelente! PiaYacuna
14-11-2015 Excelente! tarquino
14-11-2015 Excelente! tarquino
14-11-2015 Admiro su pluma, qué maestría hay en ella!! Insisto, la leo y aprendo, gracias por eso. Un abrazo. gsap
14-11-2015 Que linda propuesta. No puedo dejar de imaginar a Sancho con su mendruguito de pan en la mano. Pen Vogler, una autora británica, ha publicado Dinner with Mr Darcy, un libro en el que recrea una docena de recetas de Jane Austen (o de sus tiempos). La escritora ha intentado recrear el aspecto y el sabor final que tenían lo que comían los británicos de la época georgiana. filiberto
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