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ROMANTICISMO


Aquel pobre hombre era un romántico empedernido. Vivía entre las nubes imaginando, imaginando, mientras cultivaba sus rosas y otras plantas de ornato a las que mimaba más que a su mujer, mientras ella se consumía en su soledad dipsómana, solo atemperada por aquellas relaciones “calientitas” que entretejía con hombres cibernautas que se dejaban engatusar por empalagosos comentarios.

Este personaje romanticón tenía, entre otros, el defectito de personalidad bipolar, pues lo mismo se le daba por “sonetear” y decir como un mantra enfermizo trozos de poemas clásicos, que mentarmadres a diestra y siniestra, presa de otro de sus asegunes, aquél delirio de persecución que su propia conciencia le imponía, porque ese “jardinero del amor” solía agredir sin ton ni son a cualquier hijo de vecina que le fuera antipático.

Así fue la mayor parte de su vida, cuando su polaridad negativa lo invadía se creía y se vanagloriaba de ser el diablo, pobre diablo, aterraba a tontos y primerizos que recién llegaban a aquel paraje azul donde había instalado su coto dominante, siempre protegido por una jauría que reaccionaba furiosa en contra de quienes no se sometieran a sus cursilerías. Aquella perrada ya estaba acostumbrada a lamerle las manos y agachar la cabeza ante sus exabruptos.

Así encumbró la cuesta de un pseudo liderazgo del cual se ufanaba envilecido al grito de: “soy el diablo”, “soy el diablo”. Hasta aquella tétrica noche de luna llena cuando sucedió aquello: Mientras mimaba a su planta preferida, un roble enano de la india, murmuraba su bitácora de agresión para el día siguiente: Con este clon joderé a mengano, con éste otro a perengana, con este troll me divertiré de lo lindo, éste me servirá para engatusar a los de nuevo ingreso, buscaré uno especial para mentarle la madre a ese viejo, odioso acapulqueño que detesto tanto, voy a hacerlo porque me da mi regalada gana, pues… “yo soy el diablo”

Fue entonces que sintió aquel aliento siniestro en su nuca, un terrible escalofrío le invadió el cuerpo y le impidió ponerse en pie. Víctima del terror y por la posición de cuclillas en que estaba no pudo contener el cuerpo y se ca… Fue hasta ese incidente que el “jardinero del amor” al fin comprendió que “no es lo mismo invocar al diablo, que verlo aparecer”

Texto agregado el 10-12-2015, y leído por 344 visitantes. (10 votos)


Lectores Opinan
11-12-2015 !Jajajaja! No se puede jugar con candela porque un buen día te quema. Aclamó el diablo y lo vio llegar. Esa enfermedad es terrible, debió cogerla con su mujer, la !Pobrecita! !Excelente salida a tu historia! Me gustó mucho. Saludos. NINI
 
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