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Anarquía ambiental

Robert Nozick escribió en los ’70 un ladrillazo titulado “Anarquía, Estado y utopía” que dizque se trata de un libro de filosofía política, pero que para mí es un panfleto rencoroso y marihuano que va de joderle la vida a su contemporáneo John Rawls. Rawls en “La teoría de la justicia” dice que la justicia tiene que garantizar esto: que no pueda darse que algo sea considerado justo mientras perjudique a otro ni aun en beneficio de muchos. No es muy difícil de entender. Bueno, para Nozick esto implica que no es justo un Estado tal como lo conocemos, dado que se mete en la vida de la gente, conque el mero accionar va en contra de la definición de esa justicia. Lo bonito de esto es que para cualquier desprevenido la ausencia de Estado es un horror inimaginable, como si a usted le dijeran “señor, no hay más Estado, arréglese como pueda porque ya está grande como para depender de sus papás”.
Ya es que estos muchachos estaban muy preocupados por la distribución del excedente económico en el Estado o, mejor dicho, uno decía que esta distribución debería ocurrir y el otro lo ponía en duda. Usted, que seguramente es capitalista, podría pensar ahora que si le cobran impuestos a las ganancias (aun si el fuera a ayudar a los pobres) lo están privando del beneficio de hacer con ese dinero que tan honestamente ha ganado lo que le den las bolas, y que por lo tanto esté siendo víctima de injusticia. Si no le gusta el ejemplo económico porque es un jipi, veamos que el Estado (al menos aquí) obliga a los niños a asistir a la escuela para validar la educación. Usted, que es un eremita que come pájaros y pasto, podría preguntarse por qué no puede educar usted mismo a su hijo durante años en su madriguera y bajar finalmente a la ciudad a que el niño se someta a un examen para legalizarse y estudiar en la secundaria o en la universidad. Ah, ¿ve? El Estado no lo deja porque es castrador y decide que él es mejor que usted para educar a su hijo.
Sea como fuere, lo que Nozick propone es un Estado mínimo que nomás se ocupe de la seguridad nacional y de otras minucias como hacer cumplir un mínimo de leyes básicas, y que todo lo demás quede en manos de instituciones privadas. Todo esto recuerda a gente como John Locke y Thomas Hobbes, que allá lejos y hace tiempo supieron dedicarse a estas cositas. Menciono al pasar y brevemente lo que esta gente proponía teóricamente como “Estado de naturaleza”, es decir, que los hombres se arreglen entre ellos sin necesidad de un poder concentrado y soberano y bli bli bli. Locke, un poeta hermoso, auguraba en este caso un grupo de hombres gobernados por la razón, que es parte intrínseca de la naturaleza humana. Hobbes, más malo que usted, suponía que en tal caso los hombres se matarían entre sí.
Ahora bien, tenemos dos posturas iniciales: la de que el Estado no sirve más que para joder a la gente y la de que el Estado debe garantizar mediante sus instituciones la mejor de las posibles distribuciones de la riqueza (del excedente producto de la economía de un país, digamos). Yo lo que veo de todo esto es lo siguiente: que en ciertos aspectos vivimos en anarquía, es decir, en la ausencia del Estado que, en los papeles, debería estar presente. Ciertos aspectos son los que hacen a la situación medioambiental que está tan de moda. Yo digo que el Estado debería ser responsable de su territorio, es decir, de hacer del mismo un lugar medianamente habitable y seguro para los habitantes, pero esto no se cumple. Es lo mismo que ocurre si usted va a un hotel: se supone que a usted, que ha pagado su habitación, no le faltará agua y que no le caerá el techo en la cabeza porque para eso se quedaba en su casa.
Ahora resulta que (como todos los años) han llegado las inundaciones en las provincias de la mesopotamia. Este año han sido peores (y supongo que al mismo paso el que viene lo serán aún más). Ya todo el mundo sabe que la tala de bosques en esa zona y en Brasil y en Paraguay hace que el agua no sea absorbida por el suelo y bli bli bli. Es como si usted poda los árboles de su inmenso jardín y pone baldosas: más le valdrá hacer una buena tubería de drenaje. Pero ¿cómo hacer esto para un territorio de millones de hectáreas? Bueno, mire, no es tan difícil: va y contrata gente para que haga los estudios y diga que mejor no corten tal y tal árbol y listo, porque es más barato eso que hacer una tubería desde aquí hasta no sé, Egipto.
No seamos malos con el pobre Estado, que a veces algo hace. Aquí se escribió y se aprobó una ley de bosques cuyo objetivo es, entre otros, prever este tipo de situaciones porque ya es evidente que no se puede andar haciendo tantas cagadas sin sufrir las consecuencias (recuerde que al principio de esto dije que la justicia no debe legalizar un perjuicio para alguien ni aunque beneficie a muchos). Ah, pero ¿sabe que no? ¡Cómo, si están las leyes! No, mire, resulta que desde que se hizo esa ley hemos perdido más de dos millones de hectáreas de bosques nativos, de las cuales 650.000 eran precisamente de bosques protegidos desde antes de la ley. Y luego el borracho es uno. ¿Y dónde está el Estado en semejante situación? Mire, no está. Será cosa de explicarles a los miles de evacuados que lo que pasa es que en sus ciudades están en situación de anarquía y que deben arreglárselas por sí mismos, a lo que ellos no es improbable que mientras escupen el barro digan que han pagado sus impuestos. ¡Ah! ¡No! ¿Acaso mi dinero no vale? Dicen mientras ahuyentan con una escoba las pirañas del living. Luego el gobierno enviará unos colchones y agua mineral y los perendengues que suele enviar en esos casos y se sentará en su escritorio a esperar que baje el agua. Punto.
Otro ejemplo de esta anarquía es la minería de acá (ya dije que mi ejemplo es el medioambiente). Es muy sencillo: alguien va e instala una empresa que se dedica a tirar a la mierda una montaña para sacar oro como si de una naranja y de su jugo se tratara. ¿Quién decide qué y cómo se realiza esto? Adivine. El caso es que el Estado opera según instituciones cuyo personal va cambiando. Entonces usted un día se levanta y oye ruidos y al otro día es informado de que no puede beber agua de la canilla porque a los de la empresa se les volcó un coso de dos millones de litros de cianuro. Bueno, tranquilo, mi viejo. Ahora viene el dizque Estado por medio de sus instituciones y le arreglan todo. No sea pelotudo, vamos. Lo lindo de esto es que por ahí quien autorizó la instalación de la minera ya no está y a su sucesor la empresa le mostró un papel firmado que dice básicamente “fuck off” (ya es que esta gente suele hablar lenguas exóticas).
Por si usted todavía no entendió mi argumento o en una de esas no supe exponerlo bien, veamos el temita de la contaminación. Acá tenemos el famosísimo Riachuelo, que es el curso de agua más envenenado de América (no me consta, pero así dicen). Hay leyes que expresan lo siguiente: si usted descarga residuos tóxicos en un río, usted va preso. Ha visto, el Estado y sus gobiernos son muy inteligentes. Ahá, pero si usted ve y olfatea esa cuenca inmunda dirá que no, que nomás no puede haber leyes porque de ser así ese paisaje horroroso no existiría. Además ahora con esto de internet cualquiera puede enterarse de cuántas empresas descargan sus tóxicos en el río. ¿Y el Estado? No está, mi viejo, no se ponga repetitivo con la preguntita.
Veámoslo así: usted vive en un segundo piso y ha dispuesto en su hermoso balcón unas bonitas macetas con plantitas y florcitas. Un día sopla un viento y una de sus macetas cae justo en la cabeza de un transeúnte. Adivine quién se come un juicio y paga. Ve, yo sabía que usted era un ser de luz. Muy bien. Ahora usted va caminando por una de esas callecitas del barrio de la Boca, tan pintoresco y lleno de pinturas tangueras y de barcos oxidados. Usted va distraído y se cae al Riachuelo inmundo ese. Usted es delicadito de la piel y justito tenía una herida fea y resulta que el contacto con esa agua envenenada se agarra una infección de puta madre y va al hospital a joderse unos días y no cagó fuego de milagro. ¿Quién se come un juicio? ¿Quién debería indemnizarlo a usted, que si hubiera caído a un río normal no tendría infección alguna? ¿Quién es responsable, pues, de que un río sea una cloaca inmunda? ¿El Estado Nacional? ¿El gobierno provincial? ¿Las empresas que vierten los tóxicos? ¿Usted? ¿Nadie? Mire, por las dudas no vaya a caminar cerca de la costa del Riachuelo si es delicadito, yo sé por qué se lo digo.
Por último veamos que nos manejamos por dos sistemas, como los relojes: digital y analógico. El primero es digamos 'sí' y 'no', 'uno' y 'cero'; el otro es 'entre esto y esto', en rango. Vistas las cosas del modo analógico, podríamos considerar en determinado rango fenómenos como aceptables, como decir que desde acá hasta acá cortamos los árboles porque el beneficio es mayor a las pérdidas, decir que la minería es aceptable en lugares donde hay escasa población (o en países subdesarrollados, mire), decir que el río admite determinada cantidad de residuos tóxicos y que esto favorece cierto desarrollo industrial (qué bonito, casi me lo creo), etcétera. En este sistema analógico podemos aceptar que si este país depende de la agricultura, pues que se joden los entrerrianos, los correntinos y por qué no los brasileros y los paraguayos, esos bananeros de mierda, y todos a joderse pero bien (total el agua baja). Con el sistema digital, digamos esto: corrupto y no corrupto, justo e injusto. Noam Chomsky dijo alguna vez que todos los presidentes estadounidenses fueron criminales de guerra; no nos resulta muy rebuscado imaginar en qué contexto. Yo diría que la mayoría de los gobiernos son criminales ambientales, ya sea por corrupción o por inoperancia (o no están). No contentos con esto, cada tanto y para figurar se juntan por el dizque cambio climático y se comprometen con boludeces porque, supongo, en el fondo saben que el medioambiente es más o menos importante.





Texto agregado el 05-01-2016, y leído por 283 visitantes. (9 votos)


Lectores Opinan
08-01-2016 Te refieres a la irresponsabilidad de las grandes empresas, es decir, no responden ante la ley cuando cometen todo tipo de atentados contra el medioambiente. Está claro que existe un vacío jurídico, por esto y otras razones vivimos en plutocracias, el gobierno (tiránico) de los ricos. Leandro77
06-01-2016 Muy buena critica. 5++++ grilo
06-01-2016 Este texto da para una mateada. Riqueza intelectual, dialéctica, discursiva y humana. Cero acartonamiento…insufrible, bah. filiberto
05-01-2016 ¿Quién está construyendo un arca con alas para irse a otro planeta cuando la cagada acá sea ubicua? No si por algo el cajón rodante de Wall-e es tan tiernuco como profético. kroston
05-01-2016 La vida es un negocio... para algunos. Tu ensayo da para un debate interminable y posiblemente sin acuerdos finales. Yo estoy con lo que dices, no al 100% pero casi. En lo que sí estoy al 100% contigo es en que al final, quien paga es quin no tiene y quien cobra es quien ya tenía y quiere más. Esta es la conclusión que he sacado de la lectura de un texto -el tuyo- que rebosa indignacikón e impotencia porque el recipiente está lleno al límite.+++++ crazymouse
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