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21 de octubre de 1972


-Me cago en Dios- cuentan que dijo Ricardo cuando, muy malherido, era trasladado en coche hasta el hospital más cercano. Me cagó en Dios- blasfemó Ricardo que era un hombre de profundas convicciones religiosas, que nunca blasfemaba.
Era la mañana del 21 octubre de 1972. Había salido por primera vez en su vida de casa para trabajar en la tala de árboles. Habían transcurrido dos horas de fatigoso trabajo cuando decidió sentarse al lado de un árbol a descansar un poco. Su hermano Antonio, encargado de la motosierra, no lo vio y cortó el tronco que segaría la vida de Ricardo.
El accidente tuvo lugar un viernes y el sabado Ricardo, de treinta y seis años de edad recién cumplidos, era enterrado en el pueblo de Cáceres donde había nacido.
La familia quedó sumida en un profundo dolor pero jamás se habló de la responsabilidad del fratricida involuntario. El accidente no perjudicó las buenas relaciones familiares y solo en el pueblo algunas voces hablaban de la autoría del crimen accidental.


26 de diciembre de 1996

-Voy a subir al tejado. Tengo una gotera que me cae al bar. Los temporales de estos días han debido de horadar la uralita- comunicó Antonio a su cuñada viuda y a la hija huérfana de Ricardo.
-No subas. El techo tiene que estar muy reblandecido tras las últimas lluvias y la uralita es poco resistente-le advirtió la huérfana, ya toda una mujer, que tuvo una especie de premonición. La huérfana que había sido prohijada por su tío, que nunca más volvió a pisar una iglesia los días de entierro pues cuentan que lloraba como un niño.
Pese a las múltiples advertencias de su cuñada y de su sobrina, Antonio era terco y subió al tejado el día 26, que escampó.
Tal como había anticipado la sobrina, la uralita se partió con el peso de Antonio, que cayó al desván, donde sufrió un golpe mortal en la cabeza con un tronco de árbol. Tenía 53 años y la familia agradecía que su madre, muerta dos años antes, no hubiera conocido el fallecimiento de un segundo hijo.
-Me cago en Dios- comentaba luego su esposa que dijo poco antes de expirar.

Texto agregado el 24-01-2016, y leído por 244 visitantes. (9 votos)


Lectores Opinan
24-01-2016 Cuando no salen las cosas como se piensa, siempre hay un culpable: Dios. esclavo_moderno
24-01-2016 El hombre cree que dios es culpable de sus errores o accidentes. Muy bien escrito. Cinco aullidos hereticos Yar
24-01-2016 Casualidades inexplicables. 5×. grilo
24-01-2016 Yo te creo. Creo que la historia es real porque encaja perfectamente en ese tipo de "leyendas" que se transmiten de padres a hijos en los pueblos pequeños y que llegan a convertirse en la historia nunca escrita del pueblo, transmitida boca a boca. Te felicito.+++++ crazymouse
24-01-2016 Hay familias predestinadas a la tragedia, y el acordarse de dios en esos momentos(da igual la creencia que practiques) me parece de lo más natural. elisatab
24-01-2016 ¿Destino? o ¿Casualidad? Yo creo que cuando una persona muere accidentalmente, es más descuido que otra cosa que se puede creer. Estas historias lo recogen. Saludos. NINI
24-01-2016 Impresiona, pero suelen suceder estas cosas que asombran. Bien interesante, amiga. Un besito. MujerDiosa
24-01-2016 ¿ Castigo divino ?.UN ABRAZO. GAFER
 
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