Me largo- le musité a la blanca noche de tus ojos.
No me embromaría ninguna réplica de príncipe de anuario. Estaba de buenas y fui a mirar los barcos al muelle.
Entre dinastía de capitanes barbudos y con sus melenas revueltas por el lozano viento del Atlántico, un muchacho guapo y moreno llamó mi atención, era un marinero de la comarca vecina, contaba la leyenda que hacia una semana atrás había llegado con el navío del genovés Colón. Ese tal Colón que salió en el periódico de la semana pasada afirmando, pues, que la tierra era redonda.
Como ya dije, andaba de buenas y ese marinero llamó mi atención, al acercarme a su lado vi que tenía la piel curtida, producto de varios meses sin comer, dormir y beber. Se llamaba -¡Brrrrrr!- ...ol y tenía una sonrisa que te tumbaba de panza al cielo, una mirada enigmática y profunda, desbordada de una sabiduría que te atrapaba dulcemente.
Pues bien, resulta que el tal Don Juan no estaba solo, me contó de la travesía con el genovés y me invitó a beber una copa de vino a la orilla del muelle, era un atardecer rojizo y ameno.
Antes de que el romance se hiciera presente, me comentó, pues claro, que no estaba solo sino que acompañado por su elefante Arturo y su pequeño ratón Serna. ¡Menudo susto me pegué!
- Pues Racsol, eres un ser extraordinario pero no entiendo qué haces con un menudo elefante gris y un menudito ratón negro.
-No te asustes preciosa, es que soy un tipo un poco solitario y a lo largo de toda mi vida he rehuido a los eventos de todo tipo. Llegado el caso, al pobre grandullón de Arturo, un condenado cazador de marfil iba a sacrificarlo, yo me encontraba recostado al otro lado del río y oí el estruendo de un disparo tirado al azar. Eso sí, seré un sujeto solitario pero no cobarde, soy sumamente curioso y valiente. Me escondí detrás de unos matorrales y observé la situación: se encontraba el elefante encerrado en una estrecha jaula, al pobre animal se lo notaba muy deteriorado y resignado al final.
Pues bien, el pequeño ratón que ves se llama Serna y lo conservo desde los 5 años, está un poco chiflado pero es adorable, podría afirmarte que en la concreción de su insania reside el sentido de su valentía.
Como dije, estaba el pobre grandullón entregado al final de su primitiva vida, y llegado el caso, recordé a Serna, que se hallaba reposando en el bolsillo de mi camiseta, lo despabilé de un sacudón y el pequeñín se sobresaltó repentinamente.
El plan consistía en salvar al elefante del condenado cazador, indiqué a Serna que fuera a distraer al cazador mientras me las ingeniaba para abrir la jaula.
¡Tremendo escándalo que armamos!, pero todo culminó con el elefante barritando de felicidad y el condenado cazador dentro de la jaula refunfuñando de cólera.
Desde ese día que no he podido separarme de ellos, ¡Si supieras, preciosa! Arturo es un elefante parlanchín y descarado, mientras que Serna, es un loco de amor, me recita sonetos obscenos que volverían loca de sacrilegio al alma más pura. ¡Si supieras, preciosa!
-Eres un fabulador, marinero. Tú, me has visto la cara de burra.
- No, ¿Cómo crees? No ganaría nada con mentiras. Te propongo algo. ¿Aceptarías?
-Depende de tus intenciones. Dime.
- Pues, dentro una hora deberé partir a altamar, mi casa queda del otro lado del océano. Debo partir con mis dos amigos y deseo que te vengas conmigo, he observado que tú no tienes nada porqué quedarte aquí. Hace unos días que te vengo observando y pues, también Serna me ha comentado dónde vives, lo he mandado a que te siga. Necesitaba asegurarme que te vendrías conmigo.
Te confesaré que no tengo ningún objeto ornamental para ofrecerte, sólo mi fiel amor, muchas historias para entretenerte, un elefante como almohadón y cuidador de tus sueños, un ratón enfermizo de amor y poeta, caricias y una noble admiración. Te daré lo que soy, lo que me conforma, que es la soledad de un náufrago que ha vivido por años en las penumbras del anonimato y que ha soportado el desierto y ha sobrevivido a él.
Te ofrendaré mis manos para que no te pierdas, mis pies para que te guíen, mis ojos para que te redescubras nuevamente y mis brazos cansados, éstos, que para tu fisionomía han sido moldeados.

***

Sucedió que me fui con el marinero Racsol, con el elefante Arturo y el ratoncito Serna; tanto tiempo ha pasado y tantos barcos en la arena han encallado, que les diré que no tuve riquezas materiales, más si un cielo desbordado de estrellas, una sonrisa morena, amplia y soberbia, unos brazos moldeados para contener mis penas, un dulce beso al despertar y una caricia asemejada a un poema, un susurro para los caprichos de mi cuello al desnudo.
Tanto he concebido que para lo que he perdido en esta vida es una retribución de excesiva beatitud y cariño, el que con sabia humildad he acogido.

***

Un ratón picaflor,
Un marinero que le queda pequeño el cuero
Para el tamaño de su excelso corazón,
Un elefante bribón y trovador
Que ha perdido su ventrículo izquierdo
Para enriquecer mi ser
Con el encanto del amor.
¡Y he aquí, que he vuelto a descubrirme!,
Entre desencuentros y encuentros,
Entre fortunas y frondosas cosechas de pensamientos,
Entre un alma intensa y la misericordia de la conciencia.

FIN


Nota: Dedicado a tres seres majestuosos.