Rebelión en la comunidad marginada
No se recuerda en la historia una marginación tan feroz como la que en silencio recibía aquella comunidad; nunca, un grupo había vivido una persecución tan larga y feroz, como la que ellos estaban sufriendo; nunca, nadie había recibido tanto desprecio como aquellos inocentes.
Nunca, había existido un sentimiento tan grande de racismo y exclusión, como el que les había tocado vivir, y que les obligaba a estar siempre perseguidos, y sin poder ser miembros de pleno derecho en la ciudad donde vivían.
Nunca, ningún colectivo sufría tanto odio, y falta de comprensión como ellos, a pesar de que existían otros grupos mas nefastos y destructores que no eran tan perseguidos.
Y como en tantas otras ocasiones había ya ocurrido, siguieron sufriendo en silencio sin atrever a rebelarse hasta que un día surgió un líder, que les ayudo a levantarse y oponerse a tanta injusticia.
El líder, como corresponde, tenía un verbo fácil, un gran encanto personal, y una habilidad natural para convencer y entusiasmar a sus congéneres con inflamados discursos sobre la injusticia de su situación.
“Ciudadanas y ciudadanos, amigas y amigos”, era la formula al uso que utilizaba al iniciar sus discursos.
“Ha llegado el momento de hacer valer nuestros legítimos derechos negados por los desvergonzados y abusivos opresores que no nos respetan, como sin duda merecemos”
Y continuaba.
“Ciudadanas y……….., ha llegado la hora, en que les obliguemos a que finalice el desprecio con el que nos tratan y la superioridad con que nos miran”
Y seguía.
“Ciudadanas y………, tenemos de una vez por todas que terminar con sus comportamientos racistas, con las humillaciones a las que nos someten, con la intolerancia hacia nuestras costumbres, y con la violencia que desatan contra nosotros, tenemos que hacerles comprender que a nosotros ellos tampoco nos gustan, pero les toleramos, les ignoramos y no les acosamos; pero no os acobardéis, porque nos temen más de lo que reconocen, no quieren relacionarse con nosotros, y les gustaría que desapareciéramos, pero no olvidarlo, les asustamos y esa es nuestra principal arma”
“Ciudadanas………”, no dejaba de utilizar la misma coletilla cada vez que iniciaba una nueva soflama.
“Me diréis que son poderosos, y es verdad, pero no debemos amedrentarnos, porque nosotros estamos muy acostumbrados al sufrimiento, y no nos arrugaremos, aunque eso sí, debemos actuar con astucia y valentía, como un ejército bien entrenado, y no dudar que conseguiremos lo que queremos, ser libres para controlar nuestra vidas en el futuro”.
“Ciudadanas….”, terminaba al fin.
“Ha llegado el momento de rebelarnos, de actuar, de exigir lo que nos han siempre negado y poder vivir en el futuro como deseamos, no huyamos ante el peligro, no os escondáis, luchemos y convenzámosles, que, o viven en paz respetándonos. o no tendrán paz. y lo vamos a conseguir atacándoles donde más les duele, a su calidad de vida, hagámosles imposible el que disfruten del confort. y la tranquilidad que ahora tienen, ocupando los lugares estratégicos que les permiten vivir con tanta comodidad, imponiéndoles nuestra presencia.”
A todos les brillaban los ojos de excitación y entusiasmo, todos estaban dispuestos a ir a la confrontación, que para los más impacientes debía ser inmediata, aunque con buen criterio. el líder concluyo concretando lo que sería el plan de acción,
“Ciudadanas……., actuaremos por sorpresa, sin aviso y en forma sincronizada, crearemos unidades de acción que, coordinadas por un jefe de grupo, alcanzaran los objetivos previstos al mismo tiempo, y nos haremos fuertes en ellos hasta que no tengan más remedio que aceptar unas nuevas reglas de convivencia, solo me resta deciros, que debéis confiar en vosotros y en el destino, y estar seguro que lograremos una mejor vida porque es justo, y porque nos la merecemos.”
En los siguiente días, el entusiasmo era palpable, todos rebosaban optimismo y alegría, los grupos de acción estaban ya formados y conocían sus misiones y los objetivos que se les había asignado, solo faltaba que llegara el día D y la hora H.
Y llego, aunque no fue un día sino una noche cuando empezaron las operaciones, que transcurrieron con un éxito tan grande que ni el propio líder se podía haber imaginado, de forma, que al amanecer había ocupado, sin problemas, todos los almacenes y supermercados de la ciudad, las estaciones de trenes y suburbanos, los aparcamientos, las oficinas estatales, e incluso la televisión local y allí se quedaron esperando la reacción que no dudaban llegaría.
Reacción que se hizo esperar, y que su tardanza lleno de esperanza a los sublevados, ya que hasta el principio del tarde no hubo ningún movimiento, era evidente la enorme sorpresa que inundaba a los opresores ante aquella insólita ocupación. Pero a media tarde empezó la brutal respuesta en la que participaron los bomberos de la ciudad, las fuerzas de seguridad, miembros del ejército, asociaciones de vecinos y multitud de voluntarios, asustados ante la extraña invasión de ratas que estaban sufriendo. Sin piedad, atacaron drástica y brutalmente con gases raticidas, pesticidas, perros adiestrados, lanzallamas diseñados ex profeso y otros terribles instrumentos.
La desbandada fue tremenda, las bajas incontables y prácticamente al principio de la noche todos los objetivos, que los invasores habían ocupado, estaban libres, bueno libres no, llenos de malolientes y chamuscados cadáveres, que retiraban los encargados de la limpieza.
Los pocos marginados que se salvaron volvieron rápidamente al amparo de alcantarillas, y cloacas amedrantados por la derrota y por la oportunidad perdida, sobre todo el líder que salvo la vida de milagro y que se paso toda la noche lamentándose de su ingenuidad al no haber medido adecuadamente la capacidad de reacción y maldad de los opresores, tenia pensó, que buscar otra estrategia más eficaz para la próxima rebelión, quizá si hubieran envenenado el agua potable les habría ha ido mejor.
Fernando Mateo
Marzo 2015