Era un 5 de marzo, las nubes hacían de sombrilla con goteras a mi piel, pero no me importaba, el tren marchaba a las 7:00 AM y ya eran las 6.52 AM. Mis pies querían abrazar el suelo, pero ni siquiera un rayo me detendría a sobrepasar su propia velocidad. Ella se iría, y si no se lo decía jamás volvería. ¿Cómo pude esperar tanto? ¿Cómo pude esperar hasta un momento tan crítico? Pensaba una y otra vez mientras mis piernas a gritos pedían que escuchara la voz del silencio, ese silencio que se da cuando no estropeas tus únicos zapatos sobre los charcos, que como velcros parecen detener a mis pies. Las 6:59, todo es perfecto, el tren no está, las blancas y esponjosas sombrillas dejaron de llorar, y al ver a mi amada y tocarla con mi mano para que no parta... Lo descubro. Es un espejismo. El tren salió antes.

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Guadalajara, Jalisco, México. A 10/01/2017

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