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- Arriba hay dos habitaciones y al final del corredor un baño de gran tamaño, a pesar de que en Inglaterra suelen ser pequeños.
Eso dijo Margot a Beatriz en el momento que colocaba la maleta en el suelo de la pensión donde alquilaban habitaciones con el desayuno incluido.

Margot y Beatriz se registraron. Margot tomó la llave que le dio la casera y subió con Beatriz a la planta alta de la casa. En efecto, la distribución interna era como lo había descrito, y el baño era amplio.
- ¡Qué extraño! – Exclamó.

Beatriz y Margot visitaban Inglaterra por vez primera. Ambas eran de un país sur americano y habían ganado una beca para seguir un curso de fotografía en la universidad de Gloucestershire, pero por haber llegado un mes antes de iniciarse el curso, no tenían derecho a hospedarse aún en el campus, por lo cual debieron quedarse en una posada.

A medida que el tiempo transcurría, Margot experimentaba especies de “dèjá vu”, como la vez que llegó un huésped escocés y su rostro le era muy familiar a pesar de nunca haberlo visto.

Transcurrió un mes y llegó el día de la partida al campus. Ni Beatriz ni Margot deseaban mudarse porque se sentían en familia en el hostal. La casera observando que las chicas tardaban demasiado en hacer las maletas, les preguntó.
- ¿Realmente, desean mudarse?
- No - respondieron ambas, pero tenemos un contrato de arrendamiento con la universidad.
- Eso no es problema. La universidad siempre tiene una gran lista de espera de estudiantes en busca de alojamiento. Si lo desean, diríjanse a la administración y no habrá conflicto -explicó la casera.
Al día siguiente, Margot y Beatriz anularon el contrato con la universidad.

Era sábado y no había clases. Ambas tomaron una siesta y mientras dormían, Margot sintió que salía del cuerpo por el ombligo. Miró a la cama, se veía en ella, pero también afuera. Recordó haber leído sobre las experiencias fuera del cuerpo. Rememoró que para saber si estaba soñando o experimentaba una salida del cuerpo, debía halarse partes de éste; si se estiraban, estaba bajo ese estado. Margot haló sus dedos, la nariz, los senos, y se alargaron como plastilina. Un poco asustada, pero consciente de lo que hacía, se dirigió a la cama de Beatriz.
- ¡Beatriz, Beatriz! ¡Estoy fuera de mi cuerpo!
- ¿Qué? - Preguntó Beatriz.
Margot le explicó lo que ella sabía sobre el tema y preguntó.
- ¿Te saco de tu cuerpo?
- ¡De mi cuerpo! – exclamó Beatriz.
- Sí, pero debes permitírmelo – aclaró Margot.
Beatriz, no muy convencida, consintió

Margot haló a Beatriz por los brazos y la sacó del cuerpo. Las dos estaban asustadas. Margot recordó que cuando se experimentaba una salida del cuerpo físico, se podía volar, viajar e, inclusive, pedir a la divinidad ser llevados a los templos del conocimiento, pero lo único que se le ocurrió decir fue.
- ¡Por favor, trasládenos adonde nos necesiten!

Beatriz y Margot sintieron que unos entes las guiaban por lugares desconocidos hasta llegar a una casa donde las dejaron. Al entrar vieron a una niña como de nueve años y a un varón aproximadamente de siete; ambos lloraban. Margot preguntó.
- ¿Quiénes son ustedes?
- Somos los hijos de Leonardo y Luisa – respondió la niña.
- Y… ¿Por qué lloran?
- Porque no nos gusta vivir con nuestros abuelos maternos. Ellos son muy estrictos y, aunque nos tratan bien, sentimos miedo con sus exigencias.

Leonardo y Luisa eran una pareja de estudiantes, oriundos también de un país sur americano y habitaban en la misma pensión de Margot y Beatriz.
- ¿No sería mejor que ustedes se los dijeran cuando hablen con ellos? - dijo Beatriz.
- No podemos. Nuestros abuelos siempre están presentes y no queremos que se sientan mal. ¡Por favor, díganle a nuestros padres que queremos vivir con los otros abuelos! - manifestó la niña llorando mientras asustada abrazaba a Margot y repetía su nombre y el de su hermanito como para que Margot no lo olvidara.
Margot, conmovida, prometió hacerlo; y en ese momento, sintió que entraba a su cuerpo y despertó.

Margot se sentó, el corazón le latía con fuerza. Miró a la cama de Beatriz; y a los segundos, ésta despertó.
- ¡Qué raro! ¡Soñé que me sacaste del cuerpo!
- ¿Cómo lo hice? - preguntó Margot angustiada
- Me halaste por los brazos y viajamos a un país desconocido y…
Ambas se contaban la experiencia y querían asegurarse de que todo coincidía y que nada fuese inventado.
- Debemos contarles esto a Luisa y a Leonardo - enfatizaba Margot.
- ¿Cómo? - preguntó Beatriz. ¡Van a creer que estamos locas!
- Conseguiremos la forma - respondió Margot.

Después de dos semanas del suceso, Margot le manifestó a la pareja que ella y Beatriz necesitaban darle un mensaje. Contaron la experiencia vivida, pero la pareja se mostraba incrédula.
- ¿Ustedes tienen hijos? – preguntó Beatriz.
- Sí, dos. Una niña de nueve y un varón de siete – contestó Luisa.
- ¿Se llaman Richard y Camille? – demandó Margot.
- ¡Sí! - contestó asombrada la pareja.
Luisa llamó a sus padres y pidió hablar con los niños a solas. Ellos contaron a su madre que querían vivir con sus otros abuelos, hablaron sobre el miedo inexplicable de permanecer con los abuelos maternos. Luisa y Leonardo encontraron la forma para que los niños se fueran a vivir con sus abuelos paternos. Como las dos familias tenían buena relación, no hubo problema. Luisa, Leonardo, Margot y Beatriz comenzaron a intimar más como amigos, pero Margot no dejaba de preguntarse por qué ellas habían sido escogidas para aliviar la pena de esos niños.

Unas semanas después, uno de los profesores de Beatriz y Margot les asignó un trabajo de investigación sobre las primeras fotos de las casas históricas de Gloucester. Indagando en la biblioteca de la universidad, descubrieron que la casa donde vivían databa del siglo XV, había sido remozada en varias oportunidades, pero su estructura era la original. Perteneció a varios dueños, pero en 1705 la compró una familia; y la casa pasó a varias generaciones, hasta que en 1890 fue vendida por el último heredero antes de mudarse a un hogar de ancianos.

Mientras recababan información sobre la casa, leían también sobre la familia heredera. Margot encontró una foto de cuatro jóvenes hermanos. Pegó un brinco al darse cuenta que los rostros de los chicos eran demasiados parecidos a los de Beatriz, Luisa, Leonardo y al de ella. Se la mostró a Beatriz y decidieron solicitar a Luisa y a Leonardo ir hasta la biblioteca para que vieran lo encontrado. La pareja llegó y corroboró el parecido.

Siguieron buscando más sobre la familia heredera y encontraron una foto de un hermano, por parte de padre, de los cuatro jóvenes de la foto. Según la información obtenida, él se había casado con una mujer de abolengo en un matrimonio arreglado. Margot observó la foto detenidamente y exclamó sobresaltada.
- ¡Es igual al escocés que fue huésped en la pensión! ¿Recuerdas Beatriz?
Beatriz vio la foto y con asombro lo confirmó.

Los cuatros amigos regresaron a la posada, buscaron en los registros de huéspedes y encontraron los datos del visitante escocés. Lo telefonearon, le explicaron lo descubierto. El hombre se interesó en el asunto y prometió ir a la posada la semana siguiente.

Cuando el escocés llegó, se trasladaron a la biblioteca. El asombro de todos se reflejó en sus rostros al comprobar el parecido de éste con el de la foto. Con la inquietud anidando en sus corazones, decidieron regresar a la pensión. Muchas interrogantes danzaban en las mentes de los cinco jóvenes mientras recorrían el camino y contemplaban las plantaciones de peras, manzanas y ciruelos en los patios de las casa vecinas a la universidad, y a las filas de grosellas negras a lo largo del sendero.
- ¿Por qué no le contamos a la casera? Ella debe saber cosas sobre este condado y sobre esa familia heredera –dijo el escocés.

Al llegar a la pensión, explicaron a la mujer lo descubierto y le mostraron copias de las fotos y de la documentación recabada. Arqueando las cejas y midiendo sus palabras, ella exclamó.
- Esa familia es leyenda en este condado y, aunque los libros no cuentan el porqué, se dice que el chico que se casó con la aristócrata sufrió mucho porque era un muchacho emocionalmente débil. Tuvo dos hijos con su esposa, y ésta nunca se preocupó por la crianza de los niños. Ellos fueron educados por el mayordomo y el ama de llaves de la familia.
Los cuatro amigos y el escocés miraban con ansiedad a la casera, esperando por más información. Ésta hizo una pausa y continuó.
- Según se comentaba, esa pareja era muy estricta y maltrataba emocionalmente a los infantes; los niños vivieron siempre temerosos. El hermano por parte de padre murió de una enfermedad desconocida y los niños quedaron a merced del mayordomo y del ama de llaves.
- ¿Y los niños, qué pasó con ellos? – preguntó el escocés, visiblemente angustiado.
- Al morir el hermano por parte de padre, estas dos mujeres - dijo señalando las fotos de las damas cuyos rostros se parecían a los de Beatriz y Margot - entablaron un juicio por la custodia de los dos sobrinos.
- ¿Y ganaron? – interrogó el escocés.
- Fue una batalla visceral que duró tres años. El juez concedió la custodia de los niños a las dos tías.
- Y… ¿sabe el nombre de los chicos maltratados? – preguntaron Luisa y Leonardo, casi en lágrimas.
- ¡Cómo no saberlo! – respondió la casera, si fueron historia en este condado. Se llamaban Richard y Camille.

Texto agregado el 02-02-2017, y leído por 1249 visitantes. (39 votos)


Lectores Opinan
09-04-2017 Muy buena y sorprende historia, la lógica pierde su consistencia para recuperarla a poco andar, como si igual hubiese escapado de su cuerpo formal, contiene las sensaciones de las letras de Poe, 5* saludos hippie80
12-03-2017 He escuchado mucho acerca de personas que pueden salir de su cuerpo,o sea,desdoblarse. Se dice que en muchas ocasiones no se puede volver a habitarlos.. Es como un suceso para normal. Bryan Weiss menciona en sus libros...muchos de ellos. Tu historia tiene tu encanto. Los detalles,imágenes.todo. Me encantó amiga***** Un beso Victoria 6236013
12-03-2017 Linda historia y mas con la salida de cuerpo y el dejá vu, saludos. krisna22z
03-03-2017 Qué bien pensada, resuelta y escrita está tu historia. Me gustó mucho. Ricochett
03-03-2017 Me has dejado con la boca abierta. <es una historia con suficientes ingredientes para captar al lector hasta el final. Te agradezco que hayas escrito y compartido con nosotros ese maravilloso relato. Un abrazo. elpinero
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