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LA CONEJITA JUANITA

Juanita es un gazapo muy lindo, vivaz y juguetón; pero tiene un defectillo. Como es hija única, no está acostumbrada a compartir y resulta un poco egoistilla con sus amigos.
-Juanita, ¿me dejas probar tu zanahoria?-le pide en el recreo su colega de pupitre.
-¡Ay, no! Tengo mucha hambre.
-Juanita, ¿me dejas tu canica verde?-le solicita su novio, Pepito.
-¡Ay, no! Si quieres, te presto la negra, pero sólo un ratito-deniega Juanita.
-Juanita, ¿jugamos a padres y a hijos?
-Vale, pero yo soy la madre- se impone con energía.
Sus amiguitos la quieren mucho, mas un día se cansaron de su tacañería. Estaban en un claro del bosque, jugando a las carreras.Juanita siempre quería ser "prime" en salir, "prime" en llegar.
-¡Estoy harta! ¡Siempre igual! ¡No juego más contigo!- le dijo, arrugando el hocico y dándole el rabito, su mejor amiga, Rosalía.
-¡No me importa!-contestó Juanita, colérica y altiva.
Y se retiró del grupo para jugar por su cuenta.
Empezó con el clásico "médicos y enfermeras", mientras le llegaban ecos de las risas de sus amigos que, en esos momentos, se entretenían con el "tú la llevas".
-Buenos días, señora coneja Dorotea. ¿Qué tiene?-inquirió la doctora Juanita a su primera paciente de la tarde.
-Pues verá, doctora. Tengo fiebre, escalofríos y mucha tos.
-¡Ummmmm! ¡Gripe! Le voy a poner una inyección y a recetar este tratamiento. Tome una pastilla después de cada comida durante siete días. Luego, pásese por aquí de nuevo.
-Gracias, doctora- dijo Dorotea, tras haber expuesto sus posaderas a la inyección de Juanita.
Y salió por la puerta.
Juanita se cansó de desdoblarse en médico y paciente y abandonó la consulta.
-Ahora, ahora, voy a jugar a... ¡Ya lo tengo!¡Al escondite!- se dijo a sí misma.
Buscó un agujero donde meterse y allí se agazapó. Salió y contó hasta diez: uno, dos, tres, cuatro...
Volvió a descender. Salió de nuevo. "Ya voy". Bajó otra vez a su escondrijo. Volvió a salir y se encaminó en la dirección exacta. Otra vez al agujero.
-Caliente, caliente-informó a su doble que, como no podía ser de otro modo, la descubrió.
-¡Qué cansancio y qué aburrimiento! ¡Así no tiene gracia! Siempre me encuentro.
Cambió de juego sin nuevos resultados. Con el "pilla-pilla", siempre se pillaba; con el "tú la llevas", siempre la llevaba. Pensó en probar con la comba. Ató cada extremo de la cuerda a un tronco y comenzó a saltar.
-"Soy la reina de los mares..."- entonaba para amenizarse.
-¡Qué fastidio! No se mueve. Y para colmo, siempre tropiezo yo o nunca tropiezo yo.
Ya no quiso experimentar con el pañuelo ni con la goma ni con las tabas ni...
-¡A ver, a ver qué se me ocurre! ¡Ya lo tengo! Iré a casa. Tal vez mis padres quieran jugar conmigo.
Así lo hizo. Papá Jacinto y mamá Eloísa le propusieron el parchís.
-¡Vale!-exclamó Juanita.
Después de una hora jugando a "de conejo a conejo y tiro porque me toca", los padres se retiraron, pues de todos es sabido que los mayores no pueden seguir la voraz apetencia de juegos de los pequeños.La sed de diversión de Juanita no se había colmado, por lo que decidió regresar al bosque para ver qué hacían sus amiguitos.
Como era orgullosilla, no se atrevió a dirigirles la palabra. Se sentó encima de una piedra, cabizbaja y aburrida.
Rosalía, que la vio, se encaminó hacia ella y le preguntó:
-¿Qué, Juanita? ¿Cómo te lo pasas?
-¡Muy bien!- mintió Juanita, sonrojándose.
-Pues tu cara no dice lo mismo. Anda, ven. Vamos a jugar a fútbol y nos falta un jugador. ¿Tendrías un balón para prestarnos?
-¡Claro que sí! Ahora mismo voy a mi madriguera a buscarlo-informó, ufana, la gazapita.
Volvió sonriente a la explanada y comenzó el partido, que se prolongó dos horas, pues en el otoño incipiente la luz de las tardes aún se prolongaba algo más que en los meses venideros.
-Hemos perdido, pero ¡qué bien me lo he pasado! ¡Hasta mañana, amiguitos!- se despidió Juanita.
-Adiós. Oye, mañana trae tus cacharritos, vamos a jugar a las mamás.
-Mmmmm…No sé... No quiero que se me estropeen-titubeó la amiga pródiga.
-Juanita...-le advirtió Rosalía.
-Vale- asintió la roñosilla, con gran esfuerzo.


Texto agregado el 16-02-2017, y leído por 218 visitantes. (9 votos)


Lectores Opinan
17-02-2017 El lenguaje es apto para niños y grandes, el mensaje es importante por igual; y los diálogos para el público que tienes en mente están bien logrados: sencillos y directos, así se dice deben ser. Creo que le estás dando la orientación debida y espero a ver cómo desarrollas la trama. Un abrazote, mi querida GENIA. SOFIAMA
16-02-2017 Buenísimo y con moraleja***** ome
16-02-2017 Muy bien escrito y cumplió su función al escribirlo para tu hija. Aprender a compartir. Quizás con la ayuda de la pequeña y sugerencias, lo puedas reeditar. ***** grilo
16-02-2017 Realmente bueno, me encantó. Seguí insistiendo para que lo publiquen. MujerDiosa
16-02-2017 Comienzo a leer como viejo que soy y poco a poco en mi se produce una regresión hasta volver a encontrar al niño que escondo para parecer adulto. Yo digo que el escritor adulto que escribe de niños y para niños revive el tiempo y reconforta su alma.- No sé si todos los que estamos en este oficio de las letras escribimos de niños y para niños, si sé que tal como tú, yo tambien lo hago. Vicherrera
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