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Festival de primavera







La maestra de parvulitos convocó a sus pequeños alumnos en el patio de la escuela. Los chiquillos con la algarabía que les caracteriza esperaban con impaciencia las indicaciones que seguramente la maestra les daría. La mujer tiene una gran congoja que le ensombrece el gesto a pesar de la sonrisa con que trata de esconderla. Por indicaciones de la directora del plantel escolar, se asignarán los disfraces que los niños y las niñas vestirán en el festival artístico de Día de la Primavera, el cual está próximo a realizarse.

La angustia de la maestra se debe a que no encuentra la forma apropiada para decirle a Barcito que él no va a participar en el evento. La directora lo decidió así, porque el festejo será público, con la asistencia de autoridades municipales y educativas de alto nivel, lo que provocará la presencia de periodistas y hasta probablemente cámaras de televisión.

La idea era evitar que en público los niños y por qué no decirlo, hasta los adultos hagan escarnio del físico de Barcito, pues el niño ha nacido con dos jorobas en su cuerpo. Los niños son a veces crueles en su inocencia, también los adultos, pero estos por perversos. Así, toda compungida, la maestra inició la asignación de roles, siempre considerando las características físicas y hasta de carácter de sus pupilos:

—Anaí, Gloria y Rita, serán flores del campo, avisen en casa para que les confeccionen los disfraces.

—Gabriela, Carmelita y Nancy, su disfraz será de mariposa.

—Nila Sofía, será pavo real. La maestra no pudo evitar enviar una mirada de soslayo a las patas flacas de aquella niña, ni lograr alejar de su mente la idea malévola de lo presumida y ególatra que era aquella criatura.

—Raúl, serás perro, casi gritó la mujer con un dejo de premonición.

—Nelson, tu irás de… de…

—¡Santo cielo!, este chico es tan insípido, como caca de perico, ni huele ni hiede, tan es así que no atino a encontrarle un personaje adecuado. Quedó pensando la maestra. De pronto la cara se le ilumino con una idea y mostrando una gran sonrisa casi gritó:

—¡Nelson, iras disfrazado de periquito!, pero pide a tus padres que tu vestimenta sea multicolor. Al menos así te notará el público que asista. Pensó con sorna la maestra.

Así terminó la educadora de repartir a todos sus alumnos los personajes para el festejo de la primavera. Entonces se le acercó el niño Barcito casi llorando y con infinita tristeza apenas balbució:

— Y yo maestra, ¿de qué voy a ir disfrazado?

La mujer, a pesar de su experiencia en la convivencia con los niños, sintió una gran opresión en el pecho. Era demasiado para su entereza de ánimo, ver la cara de Barcito como de perrito desamparado. Ante el silencio mortificado de la mujer, el niño jorobado empezó a sollozar. En eso se aproximó con su andar tan odioso de suficiencia y pedantería la niña Nila Sofía, quien con una sonrisa casi diabólica, dijo con seguridad:

—Que se disfrace de camello maestra, así no se le notará la joroba.

— ¡Sí de camellito!, grito Barcito. Y salió corriendo con su tierna inocencia y su defecto físico a cuestas, para dar la buena nueva en su casa.

La maestra no soportó más, rompió en llanto, pero a través de la cortina de sus lágrimas, pudo ver la mueca perversa que como sonrisa nacía en la boca de Nila Sofía. ¡Qué chamaca tan maligna! Pensó la maestra y se apartó de ella.




















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Publico hoy este texto —luego serán otros más, hasta que ya no me sea divertido hacerlo— en mi legítimo derecho de réplica al texto Opas de sagitario, recomiendo leerlo, es una obra de arte y de genialidad excelsa de un escritor de lujo como lo es Barimperio. Lo que demuestra que el talento literario no está reñido con ser contrahecho. Como en retales, decirles a esos y esas que suspiran, piden, suplican, gimotean, exigen y hasta lloran por la presencia de los uneadores, hasta la exageración de mandar a la pobre abuela para hacer una denuncia grafitera en contra de ellos, y no solo eso, sino que además la manda fotografiar encaramada en su silla de ruedas, —miserable el nieto— para promocionarla de paso en nuevos trabajos de ese rubro. Decía, esos quejumbrosos de doble moral, criminalizan a los uneadores y ellos, malditos hipócritas, hacen lo mismo. Ahora sí, para terminar, por hoy, decirle a quienes me han dejado y dejarán una estrella solitaria sin argumentarla, que su actitud, no me enoja, pero sí me divierte, porque con su estrella me dejan ver y gozar, al enterarme por su brillo solitario, que la intención perversa de mi texto hizo diana en el ego henchido del destinatario. O bien que algún miembro de la manada a la cual pertenece el jorobado, se sintió o se sintieron ofendidos por la lástima que le tienen al contrahecho. Esto es asunto de dos, si están interesados en hacerlo de algunos más para que mi diversión siga... ¡Muestren la jeta! Yo no agredo gratuitamente a nadie, pero también no tolero agresión de nadie. ¡A quien se le ocurre! El alacrán no vuela, pero si lo provocan no se deja. Te pica y con el piquete te apendeja. Dice la gente de un pueblo de por acá.



Texto agregado el 21-02-2017, y leído por 479 visitantes. (8 votos)


Lectores Opinan
21-02-2017 A veces, los niños son crueles, lo cual tiene que ver, desde mi punto de vista, con el contexto en el cual hayan sido criados y la forma en la que sean educados. No quiero ser reiterativa, así es que no voy a mencionar que me ha gustado mucho tu texto por la forma en la que lo escribes y por la temática que has escogido. Un abrazo dulce. gsap
 
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