Nadia es mi asesina personal. Ella me ayuda a hacer catarsis y liberar tensiones.
Todos los escritores somos medio psicóticos.
.....
—¿Quién está ahí? —Interrogó Nadia, con voz agresiva.
—___
—No escucho nada. ¿Quién eres?.
—___
—¿Esto es una broma? —Interrogó Nadia, sulfurada.
Entonces una chica rubia, no, morena, ¡no!, pelirroja… apareció frente a ella.
—Lo siento, es que soy ___, aunque si quieres puedes decirme “Rayita”. Soy protagonista de infinitas novelitas adolescentes, y mi aspecto cambia permanentemente.
Nadia respondió con un pequeño gruñido.
—¿Cómo te llamas? Espera, no me digas. Soy especialista en nombres. Conozco todos los nombres latinos habidos y por haber. Además, soy millonaria y fea, bueno, no, hermosa, pero uso lentes para no parecerlo, como Superman, ¿Lo conoces?... Seguramente no, pero no importa, también he de decirte…
De repente, el aliento de la chica multiaspecto se interrumpió con un gran suspiro, como si hubiera tomado aire para hablar media hora más: Es que el puñal de Nadia se había enterrado hasta la empuñadura en sus entrañas. |