Triste historia de amor la nuestra,
como el ruiseñor y la rosa,
tristes hombres
que miran al cielo,
tristes letras
que desfallecen en mis deshoras,
triste tu boca
que conserva en el lascivo deseo mis aromas.

Consciente y rota
aguardo la intensidad de la memoria,
huelo a enseñanzas y derrotas,
y rompo las reglas
porque vivir de sobras
no eligirá esta loca.

Aunque revientes mi corazón contra el asfalto
no me verás llorando,
sólo conformaré mis sentimientos bastardos
cuando la conciencia castigue tus noches
y añores el amor
ante el vacío que te ofrezca el derroche,
y deshiles musas de la inspiración
ante la pena que se asome.