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pienso que esto de tener tres dedos en una mano y seis en la otra me deja mas o menos a la par con lo usual, pero, mirando mis manos y mirando las manos de otros, algo raro se me ve... nací así, quizá porque mis padres eran extraños o quizá así lo fueron, pero no puedo decirlo ya que no les conocí... ellos dejaron mi cuerpo por algún lado... quizá en la puerta de convento o en la puerta de un hotel barato... vaya uno a saber... lo que mas recuerdo es estar escondido bajo una mesa, mirando a mujeres desnudas y hombres desnudos haciendo cosas extrañas, como seres sedientos de tocarse una y mil veces... a lo largo del tiempo sí que lo entendí... se trataba del sexo, del amor pagado o gratuito, vaya uno a entender estos mecanismos del cuerpo... pero, a lo largo de mi vida no tuve mucho interés... tan solo me gustaba observar cosas mas interesantes como el nacimiento del día, o el parto de una mujer, o la muerte de un ser querido... jamás pude llorar ante algo como esto porque siempre lo viví como algo natural... mi vida siguió su camino hasta que me topé con una de esas personas que saben algo mas que la gente común... este era un hombre de mas de dos metros y vestía muy mal, pero sabia algo mas que los demás... le pregunté acerca de la meditación... sonrió y dijo que eso era algo vital para una persona... necesitamos comulgar con lo bello que está en nuestro interior y eso nos hará muy felices porque necesitamos sentir la belleza o la pureza... le pregunté cómo le hago... me dijo que debía escuchar y aprender acerca de ello en un centro para personas interesadas... le hice caso y a los dos años de escuchar, pude aprender a meditar o conocer la belleza natural oculta dentro de mi mismo... aprendí a meditar... lo hice por días y días y cuando paraba, estaba en el cielo... no, no, no se vaya a pensar que el cielo es una nube donde moran seres vestidos de blanco y en su cabeza brilla una orla, no, nada de eso... era el mismo mundo que pisaba a diario, pero mi apreciación era diferente... todo estaba vivo y hermoso, como si se me hubieran caído dos escamas de los ojos... no importó mis dedos ni mis manos... tan solo era feliz por cada bocanada de aire que llegaba a mi vida... y así seguí pero, el esfuerzo era diario... esto lo entendí con el tiempo... y con el correr del tiempo, pude trascender el mismo tiempo, pues el hecho de sentir felicidad me alejaba de lo común... y así la pasé el resto de mi sencilla vida... nada tenía en los bolsillos... vivía en un albergue... y a los años enfermé y luego tuve que morir como suele suceder con todos... pero hasta el último aliento fui muy feliz... me fui con el mismo aliento que entendí que era el mismo aliento del creador y que estaba en cada criatura de este universo... fui a un lugar en donde estaba en cada rincón... en una estrella, en un pensamiento, en el polvo de un planeta extraño o en el mismo corazón de un bebé... meditaba y eso me daba licencia para saltar de un espacio a otro... y era tan natural como los sueños de niño que tenía cuando dormía en una casa de prostitutas...

Texto agregado el 17-02-2018, y leído por 45 visitantes. (0 votos)


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