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Fue su primer amor, a los trece, y lo recordaba como amante impetuoso, inexperto pero urgido de deseo.
Se amaban al anochecer, en recodos de la carretera o en la zona de las viejas escuelas. No pasaban del morreo ,si bien él a veces se atrevía a explorar otras zonas. Le excitaban particularmente los pechos de Natalia , que libaba con avidez de amante primerizo.
Y no pasaban de ahí pues la juventud de entonces recibía una educación sexual muy restrictiva.Se besuqueaban fogosamente y antes de las once debían estar de regreso en casa.
El tiempo los separó pero ,cuando se cruzaban ,ya adultos,se miraban con tímidez, con un mar de recuerdos en la mirada.
Coincidieron , ya en la cincuentena, en una comida de antiguos amigos. Se sentaron distantes a la mesa pues había cerca de quince comensales.
La conversación discurría sobre recuerdos del pasado esencialmente, aunque también se ponían al día de su presente.
Ramón contó que tenía dos hijos en la veintena , que vivían con la madre pues se había separado.
Ya en los postres , Natalia informó de que iba al párking pues le daba la impresión de que se había dejado las luces del coche encendidas y , si se quedaba sin batería, tendría que escuchar la perorata de su marido.
Ramón no tardó en secundarla so pretexto de ir al baño.
Cuando llegó al coche, ella iba a cerrarlo.
Ramón abrió raudo la puerta trasera y la empujó con delicadeza al asiento de atrás, donde Natalia , sumisa, se tumbó.
Urgidos por el escaso tiempo, sin rodeos, Ramón se bajó la cremallera y sacó su pene eréctil, muy excitado. Mientras, Natalia deslizó unas braguitas de fina lencería hasta quitárselas. Estaba empapada. Sin duda los recuerdos de aquel ávido adolescente le auguraban un reencuentro a plenitud .
La penetró con urgencia y pericia. Las embestidas eran cada vez más potentes pues Natalia lo alentaba con mordisquitos en el cuello y palabras al oído.
Ramón frenaba el coito para prolongar el placer hasta que vio que ella se derramaba . En ese momento galopó rápido , alcanzando el clímax.
Aún se reservó unos minutos para descansar dentro de ella, frotándose ambos y paladeando
los últimos regustos del placer.
Debieron de transcurrir diez minutos así, en silencio, cuando las manos de Ramón volvieron al ataque. Los pechos de Natalia se erizaron al contacto.Luego, empezó a besuquearle los pezones simultáneamente. Natalia daba grititos de placer.
- Por atrás- le solicitó.
Y dándose la vuelta sobre el sillón trasero, él la penetró en violentas sacudidas analmente.
Cuando volvieron por separado al restaurante, todos intuyeron que habían aprobado con creces la asignatura pendiente, pues sus rostros eran más lozanos y luminosos.

Texto agregado el 18-02-2018, y leído por 61 visitantes. (10 votos)


Lectores Opinan
21-02-2018 ... y yo leyendo esto en la oficina... jajajaja. Muy bueno Tus musas están exacerbadas querida!! Un abrazo, sheisan
18-02-2018 Eso no se pue aguanta! Sin con el anterior me mataste, con éste me has resucitado. Y abro la página desde el móvil solo porque uno no es de piedra!!!+++++ crazymouse
18-02-2018 Con un mar de recuerdos en mi mirada rememoro que Hipsipila escribía ingeniosísimos epitafios en la frente de cualquiera. Este Notario en cambio borró los epitafios que anunciaban muerte y abrió las compuertas al placer y a la vida. Y estoy indeciso con cuál quedarme. -ZEPOL
18-02-2018 Uff...calentito. En esta ocasión sacó un sobresaliente. Nunca mejor dicho. ***** grilo
 
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