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Inicio / Cuenteros Locales / atolonypico / Un rendevous en París.

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Cuando conocí a aquella mujer en la página de los cuentos- a través de sus escritos-, lo siguiente que hice fue buscarla en el Facebook. Ya se sabe la regla: si tiene Face, el uno por cien de poder conocer a alguien personalmente sube al tres. Y tenía. Pero vivía muy lejos, al otro lado del charco nada menos. Acabaron gustándonos también nuestros reflejos respectivos en la pantalla del skype; pero Córdoba- Argentina- dista mucho de Córdoba- Spain. No obstante, tampoco renunciamos a tener una relación. Ella me ha presentado a su familia- a través de una foto- y uno a la suya- por procedimiento igual. Nos guardamos fidelidad cibernética y mis sobrinos la tienen por tía, preguntándome por ella asiduamente cuando me vienen a visitar. E incluso hablan entre ellos en sus respectivos Facebook, habiéndose creado una corriente de simpatía equiparable a la de muchas relaciones extra- skype. Qué digo equiparable; nos llevamos mucho mejor que la mayoría de los emparejados. No es una relación de tocar, pero tampoco está mal. Además, como siempre había una expectativa de ello, la situación era llevadera.

Llevábamos así cinco años- como digo-, cuando ha llegado el momento de la verdad. Nos preguntábamos si resistiríamos la prueba del encuentro, lo que acrecentaba nuestro nerviosismo mientras llegaba la fecha de la cita, en terreno neutral. Decidió volar a Europa: era una muchacha audaz. París sería el escenario de nuestra reunión. Dónde mejor que en la ciudad del amor para menesteres de este tipo. Parecía hecha la ciudad aposta para materializar aquel tres por cien.
No hemos quedado para otra, pero nos hemos reído mucho. Al fin y al cabo, como dice ella, el objetivo no es el andar pegado de por vida a alguien, sino pasarlo bien. Es de una maestría psicológica aplastante. Cuando íbamos de acá para allá ha habido un momento en que me he visto inmerso en una "película" de un compatriota suyo. Me refiero a la que se podría hacer con Rayuela, con su Maga y Oliveira dando tumbos por ahí, encontrándose sin buscarse y demás desencuentros de dos argentinos en París. Sólo que yo no soy de allí. Por momentos ha adquirido el rendevous la materia de un film; una especie de síndrome nuevo como el de Jerusalén, pero en tema amoroso y en París. Me he quedado colgado de ella, pero algo me decía que no debía traspasar demasiado la delgada línea que separa el entusiasmo del amor. Y me lo ha agradecido. Cuando he ido a despedirla a Orly se ha puesto término al film. Un final feliz, qué duda cabe, pues como ella dice el objetivo es sólo pasarlo bien.

Texto agregado el 20-02-2018, y leído por 71 visitantes. (4 votos)


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