La pegatina se desprende de la pared arrancando un poco de pintura en su camino venturoso. No se puede salir totalmente airoso de esa situación, ya saben cómo funciona. Primero la tomas desde la esquina más suelta que encuentres, luego la arrancas de un solo tirón. Es algo dinámico, no sé si se pueda filosofar mucho al respecto pero esto me hizo pensar en la vida. Cuando tratas de tomar algo de manera presurosa, sin importar cuanto te lleves contigo al hacerlo. Muchas veces hacemos las cosas por impulso sin importarnos los daños que podemos causar al seguir nuestro instinto.
El deseo, motor de la voluntad. El hombre y sus ansias de grandeza, buscando ser como el dios que idolatra. Glorioso ímpetu que traza el camino a seguir, imposible medir las ansias de más. Un ego que lo corroe todo, oxidando y pudriendo todo a su paso.