No preguntes al jinete del alba
dónde podrás encontrarme
en este villorrio de soledad y tristeza.
Yo estoy fundido con tu sombra,
mis pasos se apropian del sonido de los tuyos;
crees que no me oyes,
pero si mis brazos levantara,
podría abrazar tu proximidad.
Un sendero de líquidas perlas
sirve como rastro de tu paso.
Tan profundo es el amor
que no es capaz de alzar el vuelo
para llegar a un santuario de serenidad.
La perla caída en tu camino
fue una lágrima en su principio,
y ahora es un suspiro de la luna.
Vas a desechar la esperanza
que yo di por cumplida.
Olvidarás, y yo sufriré cada año
hasta dar la bienvenida a la muerte.

Este poema no es mio.