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Siempre supe lo fuerte, luchadora y valiente que fue; un gran ejemplo de amor con sus hijos (diría que conmigo en especial), atenta, amable, cariñosa, dulce, amorosa, generosa, sonriente, excelente esposa, excelente madre, amiga, consejera, cómplice, confidente, querida por quien la conocía y para mi la mujer perfecta...

Esta fue la mujer que me dio la vida, mi madre; una mujer que en innumerables veces decidió sacrificar sus gustos, su tiempo y su energía, y que enfrentó sus temores y angustias por darle felicidad a sus hijos, por estar con ellos, por apoyarlos ciegamente, por enseñarles amorosamente lo que la vida les depara.

Una mujer que sin importar lo agotada que estuviera, siempre estuvo allí para mi; incluso me permitió alejarme un tiempo de ella para seguir un sueño, y me despidió con un fuerte abrazo y una sonrisa en el rostro mientras que su corazón se arrugaba con mi partida...


No estuve con ella por un tiempo, no físicamente, mas le llamaba a diario y le hacia reír, digamos que con verla en la pantalla de mi celular y oír su dulce voz, sentía que me daba ánimos para seguir adelante.

Pero un día, antes de llamarla, a quien llamaron fue a mí, diciéndome entre llantos que ella estaba muy delicada de salud, que había sido llevada de urgencias a una clínica y que no sabrían cuanto más podría aguantar...

Un fuerte estruendo me golpeó justo en el corazón, una lagrima de temor se escurrió por mi mejilla y sin pensarlo, tome mis cosas y regrese con ella.

Al llegar, en efecto la vi en una clínica, con una mascara de oxígeno en su rostro, y en sus brazos unas agujas con medicina que requería su cuerpo...
La vi cansada...

Pero sin importarle su agotamiento, me recibió con un fuerte abrazo, con un beso en la mejilla, otro en la frente y uno en las manos; sus bellos ojos que reflejaban su cansancio se llenaron de lagrimas y nuevamente me haló hacia ella para besar mi rostro una vez mas y evitar que sus lagrimas salieran a la vista de todos.

Me contó como pudo que su salud se había deteriorado mucho el ultimo mes, que me extrañaba y deseaba verme, que quería hablar conmigo, tomar mi mano y no soltarla por un largo tiempo... Me pregunto por mi viaje, por mi trabajo, por mi vida; me regañó al oírme quejarme de un mal día y me mostró con orgullo como su cabello estaba creciendo nuevamente, incluso bromeó, me hizo reír y me hizo sonrojar...

Estuve con ella todos los días de esa semana en la mañana, le acompañaba en el día y me hacía ir a dormir a casa en las noches, pero lamentablemente cada día se hacia más notorio su agotamiento.

Al cuarto día de estar allí con ella, todo empeoró, se sentía asfixiada, encerrada e incomoda; me pidió que la sacara así fuera por 10 minutos de esas 4 paredes en las cuales se sentía prisionera, y con prisa y ayuda de una enfermera la pude sacar de ese pequeño encierro. Salimos en una silla de ruedas a ver por una gran ventana la ciudad que la vio crecer, pero al poco tiempo tuvo que regresar a su cama de hospital pues el oxígeno que le llegaba no era suficiente.

Al recostarla en la cama, la enfermera que nos ayudo junto a la doctora que la estaba tratando me piden permiso para sedarla y hacerla dormir por una horas... Al acceder lo único que acierta en decirme esa doctora es "tienes que estar preparado para lo peor, no sabemos cuanto más estará ella con nosotros, la próxima vez que la sedemos será para mantenerla así hasta que su cuerpo ya no pueda más, simplemente le evitaremos cualquier sufrimiento".

Recuerdo cada palabra aquí escrita y entendí que no volvería a verla sonreír, que no volvería a oír su voz, que no me volvería a abrazar, que no me volvería a mirar con sus bellos ojos llenos de amor, entendí que me quedaría solo...

Durante este tiempo en que estuvo dormida, le acompañe sin soltar su mano, orando por ella y por mí, llorando a su lado, diciéndole una y mil veces la falta que me haría, besando sus manos y su frente, y prometiendo que buscaría la forma de seguir adelante...

Dos días después a las 6:55 am. , mi celular empieza a sonar, el identificador mostraba el numero de mi papá y conteste... "se nos fue..." fue todo lo que recuerdo oír de la llamada y colgué, en medio de lagrimas algo me dijo dentro de mi que debía ser fuerte para decirle a mi hermana e ir a la clínica a despedir con un abrazo a esa mujer que me lo había dado todo.

Al llegar la vi aun en su cama, con sus ojitos cerrados como si durmiese, pero su pecho no se movía, no respiraba, ya no estaba allí.

La abracé con lagrimas en mis ojos, le agradecí una vez mas por todo cuanto me había dado y enseñado, le bese sus manos y su frente y sentí por primera vez lo terrible de la soledad... y aunque tengo familia de sangre, me sentí solo, para mí ella siempre fue mi única familia, y ahora que no estaba me di cuenta que me había quedado solo; cruzaron por mi mente miles de recuerdos con ella, todos hermosos y en su rostro solo veía una sonrisa, así siempre fue mi mamá para mi, una mujer alegre y hermosa que estaba conmigo, apoyándome...


Hoy, 12 días después, lloro escribiendo esto, pues no creo que solo hayan pasado 12, para mi han sido muchos más, y se que aún faltan muchos otros...

MAMI

TE AMÉ, TE AMO Y SIEMPRE TE AMARÉ...

Texto agregado el 30-03-2018, y leído por 45 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
18-03-2019 Te amó profundamente y tu a ella pero lo más lindo es que ambos tuvieron la oportunidad de decírselo mutuamente y demostrárselo la una al otro y viceversa, así es que la paz está con ambos y el consuelo de esta triste separación momentánea, pronto llegará a tu corazón. 5* jdp
24-08-2018 Un bello cantar al recuerdo de la mujer que más te amò. Me hiciste recordar y suspirar un buen rato. sigfrido
30-03-2018 Así son las madres. Precioso y muy sentido tu escrito ***** grilo
 
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