Tantos y tantos esfuerzos para agradarle, tantas sesiones de maquillaje, tantos días de gimnasio y tantas clases de glamour, de etiqueta y protocolo, tantas poses y tantas palabras de amor, tanta y tanta imaginación para ese día, el día que él la haría suya. Tantas fragancias y tantas rosas, la alcoba a media luz, la leña consumiéndose inexorablemente en la chimenea por si hacia falta calor y por fin el momento donde se puede tocar el cielo o el infierno. El había llegado puntual a la hora de la cita con un sobretodo negro, un sombrero negro y una corbata colorada, una camisa blanca y un perfume de París. Ella llevó la iniciativa, poco a poco se fue quitando prenda por prenda. Ella temblaba de emoción, hasta le hizo estriptis , pero él ni se inmutó. Ella pensó que quería llevar el asunto despacio y que con el pasar de los minutos la acariciaría y la poseería con suma pasión y lujuria, pero no, pasaron los minutos y solo le dijo:
- Vistete, te puedes resfriar, con ropa te ves más hermosa y le dejó un portazo que aún resuena en su memoria.
AUTOR: PEDRO MORENO MORA
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