LOS TRISTES CAMINOS DEL AMOR (me permiti subir este escrito, . . . Noche de nostalgia)

La fuente sonríe aunque sólo le quede la claridad de las nubes de otoño. La hoja al caer besa tu pelo, justo en la hora en que yo no te veo. Si miras dentro de la fuente, no podrás encontrar mis lágrimas ni yo las tuyas.

Nuestra historia, nuestras sonrisas, nuestras lágrimas. Tu voz perdida en las remotas regiones de la luna. Tu nombre cincelado en mi corazón; ni piedra ni ácido lo podrán borrar.

Ojalá yo hubiera nacido como hoja de árbol. Entonces hubiera sabido que mi destino era afrontar una pronta vejez, columpiarme en la brisa de octubre y descomponerme flotando en la fuente de tus lágrimas. Ya no estaría aquí, y los sueños de abril embalsamarían las dulzuras de tu juventud. Tendrías la libertad que anhelo para ti. Yo no quiero verme libre de tu recuerdo.

Recuerda los paseos que nunca anduvimos por la fronda de los pájaros. El grito verde palpitando en nuestras sienes. Recuerda las espumas del mar que nos separa. El graznido de la gaviota ensalzando las cadencias de tu nombre. No quiero cerrar en mis ojos la ventana del adiós.

¿Qué es la tristeza sino una de las semblanzas del amor? ¿Qué es la esperanza sino un sueño de alborada, a la orilla de nuestro mar? Mientras me encuentre triste, saboreo el profundo amor que nos tuvimos. Una lágrima constituye un pétalo de la flor que se alzó en las regiones por las que juntos nos movimos.

La flecha de aire que no logramos arrancarnos del pecho; tiro de ella y mi alma entera va detrás. Llevaré clavado siempre el dardo de tu recuerdo; en mi hora solitaria, se abrirá el cáliz de amor con sus harapos de tristeza. Si me acerco al altar de mis sueños, un solo nombre lo preside.

Tú eres la ninfa que canturrea en la planicie del mar, la gota de lluvia que absorbió la arena de nuestra playa solitaria. Lo eres todo en mi vida, y pareciera que no eres nada. Te abrazo como lo haría a una sombra, pero tu corazón es tan real como el mío.

Déjame naufragar a las orillas de tu mar. Permite que mis ojos se cierren sintiendo el peso de tus labios. El corazón es tristeza, el amor es desventura, la flecha clavada desgarra mi pecho.

La vida entera habrá merecido la pena si las estrellas tiemblan con los ecos de tu risa.

Amor, ¡qué tristes son tus caminos!