El tiempo arrastra hasta aquí los restos de todos los naufragios. Frente a mí, una cuerda sin peón, un ratón muerto, tres chinchetas, un improvisado balón de celofán, un palo con dos iniciales en un corazón, cinco libros olvidados, una bisagra, tres calendarios de UGT, siete bolis sin tinta, un rollo de papel higiénico, cuatro llaves sin cerradura, dos cerraduras sin llave, un trozo de intermitente, afilados trozos de azulejos, dos gominolas seminuevas y sobre todo papeles. Muchos papeles. De todos los colores y de todos los tamaños. Un huracán de documentos urgentes que sin compasión posponen a un futuro incierto las historias verdaderamente importantes. Este es el diario de a bordo de esta playa tan poco desierta que es jefatura de estudios.