Quiero creer que este viaje lo hice
para sanarme y no para volver a caer.

Quiero creer que no dejé nada pendiente.

Quiero saber que el cambio fue sincero
o que meras palabras de agradecimiento
se conviertan en neblina tapando el secreto que aún llevo dentro,
o que el cariño que aún mantengo se vuelva roca
y que ahora volviendo me haya vuelto un desconocido a los ojos de muchas personas.

Porque pucha que es extraño cuando uno extraña.

Y a veces visitar la montaña es una forma de mirarse al espejo
sin necesidad de ver el reflejo para darse cuenta
que el cambio se ha quedado atrás y mirar hacia adelante se vuelve difícil y en contra.

Difícil como construir una ciudad perdida.
Difícil como volver a reconocerla.
Difícil como verla en fotografías y no poder encontrarla.

Es también difícil buscar palabras sin pensar en ella.