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Cuento



Ensalada mediterránea
Parte 2 y final


……..Pelirroja se preocupó de rociar en justa medida vinagre de vino tinto y Rubia con generosidad esparció sobre la lechuga aceite de oliva extra virgen, Ocuparon justo lo diez minutos que les quedaban. Presentaron para la degustación una fresca ensalada hecha sólo con hojas frescas, tersas y verdes de lechuga.

Los tres jueces después de probar ambas ensaladas en forma alternada varias veces, deliberaron cinco minutos para, por unanimidad, elegir para el primer lugar, la que menos pensaban las otras participantes y público en general, la elegida fue la ensalada de lechuga de Las Brujas.
Las Cocineras, que estaban muy seguras de ganar, cabizbajas se miraron entre ellas, aunque no muy conformes igual aceptaron el fallo, Las Brujas sólo esbozaron una amplia sonrisa mostrándose muy seguras de sí mismas.

El jurado pidió a las chicas de negro explicaran su técnica para preparar tan simple, pero a la vez sabrosa ensalada.
Muy sencillo contestó Azabache, después de disponer la verdura una persona avara tiene que agregar la sal, lo que me toca a mí puesto que soy la más tacaña entre las tres. Inmediatamente habló Pelirroja diciendo que un buen vinagre de vino tinto debe agregarse con prudencia, cualidad que a ella la caracteriza, por lo tanto es la indicada para hacerlo. Rubia completó la explicación diciendo: por último una persona generosa tal como lo soy yo, sin mezquindad debe agregar aceite de oliva extra virgen de primer prensado, resultando la suma de todo lo que denominamos una verdadera, además de auténtica ensalada mediterránea, que es nuestra especialidad.

John se puso de pie diciendo: justamente eso lo que dicen varios chefs famosos del mundo en esta revista especializada, la cual mostró levantando su brazo derecho, que es la que me llevó a organizar este concurso. Dicen estos importantes señores que una apetitosa ensalada tienen que prepararla tres personas que deben ser una avara para la sal, una prudente para el vinagre y una generosa para el aceite. Ustedes así lo hicieron por lo tanto las felicito, luego les brindó un aplauso que se trasformó en una sonora ovación de todos los presentes.

Después que todos los asistentes se retiraron en la mansión sólo quedaron John, JJ, JL, las ganadoras, completando el grupo un Notario Público. Fue el momento en que el Notario dio a conocer el primer premio el cual consistía en vivir ellas tres solas en esa mansión con todos los gastos pagados, con servidumbre, con automóviles incluido chofer para cada una, con servicio de peluquería, manicure, tarjetas de crédito para que las usaran en restaurantes, tiendas famosas, joyerías, incluyendo además otros lujos propios de mujeres, quedando todo esto estipulado para un año calendario a partir de ese mismo día.
Luego Explicó que sólo había un punto que ellas deberían cumplir, dejando en claro que ese punto quedaba exclusivamente a criterio de cada una, de todas maneras si no lo aceptaban igual el premio en su totalidad era para las tres.
JJ y JL se miraron en forma interrogante no recordaban de algún punto especial que ellos hubieran agregado a las bases, miraron seriamente a John, este les devolvió una sonrisa con un guiño.

El Notario de su porta documentos sacó seis sobres, tres grandes junto a tres más pequeños, también seis juegos de llaves, todo lo entregó a las tres chicas de negro diciendo: aquí tienen las llaves de la mansión y de los automóviles. En el sobre grande está el contrato que deberemos firmar para cumplir con las leyes, los documentos de los automóviles que terminado el año seguirán siendo propiedad de ustedes y las tarjetas de crédito con validez de un año por el monto total que dice el contrato. En el sobre más pequeño está explicado el punto especial que John les acaba de mencionar, si están de acuerdo firman y se lo entregan a él, si no lo aceptan sencillamente lo rompen.

Las tres brujas se miraron intrigadas, primero abrieron el sobre grande vieron su contenido, leyeron el contrato ya firmado por John, luego abrieron el sobre chico, lo leyeron, se volvieron a mirar en forma ahora interrogativa a la vez que haciendo un ademán afirmativo algo escribieron, lo volvieron a cerrar e inmediatamente se lo entregaron a John, en tanto que al Notario le entregaron las copias del contrato que acababan de firmar guardándose una para cada una de ellas.

El Notario se retiró despidiéndose de todos. JJ y JL también se dispusieron a retirarse no sin antes preguntar a John que era ese punto que no estaba en las Bases.
John los miró sonriente a la vez que les dijo que no se preocuparan porque todo estaba en regla, ellas claramente lo habían aceptado y firmado. Era relativo a algo que se la había ocurrido cuando las Brujas mostraron todos sus encantos.
Efusivamente les agradeció todo lo relativo al cumplimiento cabal del contrato indicándoles también que en la oficina central estaba el cheque para “Eventos Especiales S. A.” Incluso con algo bastante más de lo contratado.

En la inmensa mansión solo quedaron las tres hermosas brujas y John. A un llamado de este aparecieron dos mozos portando bandejas con exquisiteces preparadas para un cóctel íntimo, John, luego de entregarles una suculenta propina les pidió que no volvieran hasta la tarde del día siguiente.

Luego les indicó a las chicas los aposentos que ocuparían cada una de ellas pidiéndoles que se sintieran cómodas, puesto que ellas ya eran las dueñas de esa mansión de acuerdo al contrato. Él se retiraría en la mañana temprano y volvería dentro de un año. Les dijo que si querían podían cambiarse de ropa, en los closets de cada aposento había ropa de todo tipo y temporada, de la talla precisa para para cada una de ellas. Él las estaría esperando en un pequeño salón para degustar el cóctel preparado.

Volvieron después de haberse dado una larga ducha, haberse cambiado de ropa, maquillado y perfumado. Solo cubiertas por batas semitransparentes de color negro se acercaron al aposento donde estaba servido el coctel, que era uno de los comedores de la casa con una gran mesa central de caoba, donde ya las esperaba John luciendo una bata roja
Conversaron del concurso, de las concursantes, de los platos preparados, de las rivales, de todo lo sucedido sin omitir nada, incluso de las ensaladas.
Poco a poco al calor del alcohol agregándole el que irradiaban los cuerpos se fueron acercando buscando intimidad. John comenzó a perderse en un bosque de manos, brazos, piernas… todo envuelto en tersa tez blanca cubierta con batas de seda. Él dejó que le sacaran la bata para sentir el calor de las caricias de ellas, mientras tanto cada vez que ellas veían vacío el vaso de él lo rellenaban con whisky, ellas tomaban champagne pero en forma muy medida, ya que sus copas nunca se vaciaban, mientras que la botella mantenía su mismo nivel.

En un momento en que John ya era un juguete para las brujas, completamente desnudo estas lo acostaron en la cubierta a la vez que con lazos de las cortinas ataron sus cuatro extremidades a las patas de la mesa labradas en fina caoba. A estas alturas él ya se dejaba llevar a lo que ellas quisieran.
Turnándose, se subían a la mesa dejando que sus manos recorrieran el cuerpo entero del hombre, llevándolo a la máxima expresión de juguete de brujas.
Después de un buen rato de juegos y caricias una de ellas le dice a John:

—Espera te dejaremos descansar unos momentos, mientras tanto vamos a buscar vino para la cena —e inmediatamente se retiraron.

En menos de diez minutos volvieron, traían copas más tres botellas de vino (Tenían gustos distintos las chicas) Además traían otras cosas envueltas en un mantel. Sin que él las viera dejaron el envoltorio bajo de la mesa. Las tres se sirvieron vino desde sus respectivas botellas al mismo tiempo que rellenaban con whisky la copa de John el cual no cabía en su entusiasmo y tanto lo estaba que no se dio cuenta cuando le soltaron la mano derecha con la que jugando le hicieron dibujar letras, signos, números e incluso su firma en una buena cantidad de papeles, volviendo luego a amarrarle la mano a la mesa, sin que John pusiera objeción alguna.

Las tres se quitaron las batas quedando solo con dos pequeñas prendas del mismo color del pelo de cada una e inmediatamente comenzaron a girar alrededor de la mesa bailando y cantando en un idioma que John no entendía.
De improviso se desnudaron por completo, eso fue para John un momento de euforia total, eran verdaderos monumentos. Se acordó de JJ y de JL, las cabelleras de las brujas no eran teñidas, ese era el color natural de su pelo, negro azabache, rojo y rubio. Ya en el límite del paroxismo él trataba de zafarse de las ataduras que lo mantenían cautivo de las brujas.

—¡Vengan, vengan brujas lindas!
—¡Agárrenme, hagan conmigo lo que quieran!
—¡Acarícienme, bésenme por todos lados y todo!
—¡Soy todo de ustedes, quiero que me coman!
—¡Sí, cómanme, cómanme entero si quieren, esta noche soy todo para ustedes!

Las tres brujas a una mirada de interrogación se agacharon al mismo tiempo, desenvolvieron el mantel que guardaron bajo la mesa, rápidamente se pusieron de pie cada una con algo en sus manos.

Azabache, tacañamente, le espolvoreó un poco de sal. Pelirroja lo roció, prudentemente, con vinagre de vino tinto. Por último Rubia, generosamente, le derramó en toda la extensión de su cuerpo tres litros de aceite de oliva extra virgen.
Las brujas rápidamente otra vez se agacharon buscando bajo la mesa e inmediatamente de igual forma se volvieron a parar con otros utensilios que habían traído envueltos en el mantel, cuando fueron a la cocina.

A esta altura John ya desfallecía pero aún gritaba pidiendo que se subieran las tres a la mesa e hicieran con él lo que quisieran.
Ellas obedecieron la orden de John. Poniéndose de acuerdo con una mirada entre ellas, saltaron a la mesa portando en sus manos utensilios que en realidad eran afilados cuchillos cocineros y tenedores, con los cuales comenzaron a contonearse girando como odaliscas en una danza ritual, alrededor de él, haciendo como que cortaban el aire en sus giros con los cuchillos…
...doscientos, trescientos, quinientos, quizás tres mil o más trocitos del obnubilado John, poco a poco se fueron convirtiendo en una ensalada mediterránea muy bien preparada con poca sal, prudente vinagre y abundante aceite de oliva extra virgen de primer prensado...
... luego poniéndose cada una, una servilleta en el cuello comenzaron… lentamente… muy lentamente… trozo a trozo… trago a trago… a degustar cada parte del aderezado cuerpo de John… transformado en ensalada mediterránea.

Al día siguiente la tres despertaron sobresaltadas. Inquietas pero muy satisfechas buscaron a John, pero sólo encontraron restos de una opípara cena, botellas vacías, platos con restos de ensalada, muchos huesos dispersos y la bata de John colgada de una silla...

Al ver todo aquello rápidamente juntaron una cantidad de papeles firmados que estaban en una mesa lateral, los introdujeron en un maletín que tenían debajo de la mesa principal y se retiraron, cada una, a sus aposentos personales a darse una buena ducha y preparase para luego ir a abordar un avión a un país del lejano oriente a disfrutar el premio ganado con tanto trabajo y sacrificio.




Incluido en libro: Cuentos de Vientonorte
©Derechos Reservados.

Texto agregado el 26-07-2018, y leído por 139 visitantes. (15 votos)


Lectores Opinan
04-08-2018 Yo también coincido con el comentario de Sofía. Nada queda por decir. No está mal en todo caso tener cuidado con las brujas***** Un abrazo Victoria 6236013
29-07-2018 Wow!! Coincido con el comentario de Sofía número 1. Vanidad y machismo aderezado con aceite de oliva virgen extra, sensualidad y picante. Me atrapó. Sabes?? Pensaba a mitad se trataba de la mansión Play Boy y su dueño ***** grilo
28-07-2018 Los cuentos donde aparecen brujas malvadas siempre me han gustado mucho. Este cuento largo de tema culinario y antropofágico, cumple cabalmente con lo propuesto, aunque el promotor del concurso haya tenido tan triste fin. Hay que andarse con cuidado con estas brujas caníbales, que en la vida cotidiana existen muchas. maparo55
27-07-2018 Mi estimado Vicente creo, pensándolo bien, que eres vegetariano y como dice SOFY, cuidado con las brujas!!! ome
27-07-2018 me extrañó tu cuento muy bien contado yosoyasi
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