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Si tuviera que hablar de Juan Pablo, empezaría por sus ojos verdes, por su guitarra criolla, por la funda negra de su guitarra eléctrica, por su campera de jeans gastada, por su poster de Charly García en el dormitorio y el afiche del disco: "Honestidad Brutal"de Andrés Calamaro en la cocina, por la nobleza de su espíritu, por su gata obesa: Mija, por su banda de rock:“Corré, Beethoven”, por nuestras peleas, por la terminal de Tandil, por nuestros reencuentros, por nuestras tristezas, por la brevedad de la alegría, por la intensidad de nuestros besos, por nuestras manos entrelazadas que formaron un vínculo oculto hasta el final de nuestros días, por la ternura que dibujaban las caricias en la piel tímida, por la eternidad del sentimiento agolpado en nuestros pechos, por la poesía que denotaban nuestros gestos, por la lluvia en la madrugada, por dos niños que habían inventado el amor ante la descomposición del mundo… por el verde de sus ojos.

Si tuviera que reconstruirlo en mi mente, nuevamente, después de doce años, tendría que verlo con los ojos del corazón. Pasó mucho tiempo, nos curtieron el alma vastos acontecimientos (inevitables), nos cambiaron el semblante lozanas penas y dichas, se gastaron los labios en la búsqueda solitaria de revivir el amor en otros besos, en otras camas, en otros cuerpos que nos llevaban a la reinvención del pasado, a confundirlo con el placer que calma la fiebre de la carne y al vacío interior. Buscar el AMOR por desistir a la sensación del abandono inminente.

Yo no soy la misma idiota que disfrutaba burlándose de Juan Pablo, que le revelaba el final de la novela que estaba leyendo: "La isla del tesoro" de Robert Louis Stevenson y le arruinaba la lectura, la misma que le tiraba al suelo las tarjetas de presentación de su querida banda y lo humillaba delante de sus amigos desde una actitud caprichosa, la misma demonia que estaba reconstruyéndose y lastimaba por no saber comunicarse de otra manera, menos visceral y egoísta.

Fui afortunada al conocer a Juan y ¡mi estúpida juventud!, me hacia creer brillante cuando ejercía maltrato psicológico, cuando volcaba todas mis miserias sobre él.

Después de nuestra despedida en la terminal, con la tonta promesa de escribirnos, cerramos la puerta de toda esperanza suspendida en ese presente, ésta que tiempo atrás nos prometía un sendero opuesto al dolor.

Si tuviera que traer a Juan Pablo a mi pensamiento, comenzaría por sus ojos verdes, ojos que no volví a encontrar jamás en esta perra vida, en ese brillo de Juan entreveía una inquietud particular de su alma. Era su brillo como la proyección de un sol diferente a otros soles, éstos que vendrían con la muerte de los días y que no igualaban su intensidad en absoluto. Me abandono su calor y desde ese instante me persigue el frío lacerante del desamor.

Juan Pablo fue lo mejor que me pasó, tal vez porque no me pasaron cosas mejores o porque jamás volví a sentir el amor asomándose a jugar en las colinas de mi cuerpo. Después de Juan me fue difícil volver a encontrarme. Antes de él, viví 18 años y después de él, viviría otros 12 años más; fue un quiebre por donde desenbocaría la erupción de la conciencia.

Su ausencia no fue una ausencia más en mi vida, me dolió pero a su vez, comencé a asimilar los años que vendrían sin él y a forjar, en el ocaso de la pérdida, la fortaleza de mi alma. Era la primera vez que perdía algo que había amado por voluntad propia... pero yo no sabía amar.

Comprendí su valor cuando no lo tuve más, cuando las madrugadas eran silenciosas y mi ser se ahogaba, contra la jaula de la piel, en gritos; cuando la poesía fue lo único que me salvó del desamparo.

Podría definirlo con el símbolo del infinito, todo comenzaría y terminaría en él.

Texto agregado el 16-11-2018, y leído por 66 visitantes. (16 votos)


Lectores Opinan
26-11-2018 Una perdida que duele... Muchas veces nos equivocamos . Y esta la encuentro una gran equivocación;pero existen tantos recuerdos que noto que nunca fue olvidado y has tenido esa grandeza de alma para reconocer errores. Me gusta las veces que mencionas sus ojos,me parece que ellos te mostraban su alma. Escribes bello***** Te abrazo Victoria 6236013
16-11-2018 Hondo y fuerte, tal como son tus textos. Me quedo con esto: "Podría definirlo con el símbolo del infinito, todo comenzaría y terminaría en él". Excelente. MujerDiosa
16-11-2018 —Cuando perdemos algo o a alguien recién nos damos cuenta de su verdadero valor, lo importante creo que es reconocerlo y eso es lo que leo en estas letras. —Me gusta como lo escribes, un abrazo vicenterreramarquez
16-11-2018 Wow!!! "Comprendí su valor cuando no lo tuve más," Eso caló hondo!!!! Bonita historia y la forma de narrar excepcional! sigfrido
16-11-2018 Coincido con los comentarios. De 10* grilo
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