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Cuanto más cerca estábamos, más nerviosos nos poníamos. Cuando nuestro padre paró el coche, no pudo decir la frase: "ya hemos..." porque habíamos salido de pronto dejando las puertas abiertas de par en par. Dimos abrazos y besos a nuestros yayos y corrimos a nuestra "fortaleza".
Antes de entrar, cogimos un palo del leñero pues no nos fiamos del gallo que a veces, nos picaba a traición; las gallinas corrían y picoteaban por el patio sin parar, Rufino, el burro de nuestro abuelo, parecía contento pues no paraba de mover las orejas, la coneja no salió de su madriguera porque estaba amamantando a sus crías, nuestra bicicletas, colgaban en la pared de la cochera, necesitaban una limpieza a fondo; aparte de tener que engrasar la cadena y los frenos... Como después de un año sin venir, todo parecía estar en orden, fuimos sin perder el tiempo a nuestro refugio favorito; la antecámara.
Este lugar se encuentra en la parte superior de la casa. Tiene forma de triángulo rectángulo, de modo que una parte del techo queda alto; mientras que la otra, tienes que agacharte si no quieres darte un coscorrón. Aquí, puedes encontrar objetos de los más variopintos; desde grandes fotografías enmarcadas de familiares de los abuelos hasta la más pequeñas, novelas de oeste y libros, fajos de cartas atadas, aparejos de labranza, una alfombra, fotonovelas románticas,
una bota de militar, un dedal... investigamos cada palmo, pero cada vez que subimos descubrimos cosas nuevas. Estaba mirando un pequeño libro con tapa de hojalata sobre medidas, pesos y monedas de regiones de España ante de imponerse el sistema métrico decimal, cuando mi hermano pequeño gritó:
—¡he encontrado un lápiz de metal pero no escribe!
Me acerqué y exclamé:
—Pero si es una bala!
—Ya sé donde está la escopeta del yayo!
—¡Está en el cuarto de las herramientas!
—contestó bajando las escaleras.
Mi padre al oírnos, se asomó a ver qué pasaba. Cuando vio a mi hermano le avisó:
—¡No te muevas de donde estás y dame lo que tienes en la mano!
Se paró en medio de la escalera y esperó a que su padre estuviera delante —le entregó el proyectil y dijo—: Segidme. Tengo que deciros una cosa.

Salió al patio y cogió la caja de herramientas y un trozo de periódico.
Fue hacia la pica y explicó:
—Es una bala del fusil Mauser español de 7.62 mm. Fue utilizado en la guerra civil española. Lo peligroso está en el culo del cartucho
—Giro la bala para verlo mejor- Este pequeño círculo de metal en el centro, se llama llama fulminante y sirve para para activar la carga explosiva. Un pequeño golpe, aunque no esté en el fusil, es suficiente para que salga la bala. Una vez salida del cartucho, no tiene dueño; y es mortal. Esto me lo advirtió vuestro abuelo que estuvo en la guerra. Pero, ¿queréis ver cómo funciona?
Movimos la cabeza de arriba a abajo.
Buscó un pie de rey y envolvió la vaina con un trapo áspero para mayor sujeción. A continuación, encontró una llave inglesa fija del mismo diámetro de la bala y comenzó a girar lentamente a ambos lados; en un momento dado hizo la palanca y salió sin dificultad del cartucho. Vertió la pólvora en el periódico y puso el pie del rey en una esquina de la pica. Cogió un clavo largo y con tiento lo introdujo en el cartucho justo en medio del fulminante. Tras varios golpes suaves de martillo, salió la cápsula expulsando el resto de pólvora. Después cortó un pedazo del periódico y puso una pizca de pólvora inferior a la mitad del dedo meñique. Hizo una pequeña bola con mecha, la puso en el suelo y nos advirtió:
—Apartaros un poco.
Encendió la mecha y se retiró. Tras unos instantes, se produjo una explosión seca con una gran humareda. -Esto pasa cuando el gatillo golpea al casquillo. A partir de ahora, si encontráis una bala, avisad a una persona mayor.
Abrió el grifo para lavar el cartucho y la bala mientras que reflexionaba en voz alta:
—En parte, estoy contento de tener esta bala. Esto significa que no mató a nadie.
Nos miró y al vernos con cara de no entender nada, sonrío y anunció:
—Venga chicos, vamos a lavarnos las manos. ¡Seguro que la yaya tiene una bandeja de magdalenas hechas por ella para merendar!

Texto agregado el 01-01-2019, y leído por 175 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
01-01-2019 es un bello cuento que nos retrotrae a nuestra infancia, donde siempre predomina la figura de los abuelos yosoyasi
 
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