Una pieza, no una habitación, ni un cuarto...
Una pieza, porque así la nombra el hombre.

El baño es compartido con los demás inquilinos.
Para ir al baño tiene que subir una escalera de madera insegura.
Parece que fuera a despedazarse a cada pisada.

El hombre es grande, pesado, descomunal.

Tiene el pelo largo hasta la cintura.
Lo lava un día sí y otro día no.
Para salir a la calle lo ata con un elástico rojo.

Debajo de la barba el rostro casi infantil, y los ojos suaves y apacibles.

El hombre sube con dificultad la escalera

Una vez hubo una mujer y un bebé que sonreía en los brazos de ese papá gigante.

Pero hace mucho tiempo y el hombre prefiere no recordar.

Ahora alquila una pieza.

Para ir al baño tiene que subir esa escalera de madera, que se despedaza con cada pisada.