¿Un cazador deportivo?

Me parece, señor Néstor Gómez (carta del 7 de julio), que se vuelve a equivocar con su propia defensa. El que exista una ley de caza, como tantas otras leyes que existen o necesitan que existan para saciar las necesidades más bajas, léase a favor del aborto o de la droga o lo que sea, no significa que se deban ejecutar. Sólo se encuentran en un inventario creado por quién sabe qué mentes.
Creo que es tan injustificada la caza por placer como para la venta, pero ¿caza por deporte? Dios, con tantas combinatorias existentes en el universo del deporte, ¿tuvo que elegir la muerte como alternativa? Al leer sus "patéticas" palabras --"...presenciar el temblor de su cuerpo por la emoción cuando los efluvios le son firmes, la tensión emotiva del cazador esperando que algo vuele sin saber de y hacia dónde, el disparo al ave en vuelo, el yerro o acierto. Y en ambos casos, cobre o no la pieza, darse el gusto de sentir 'suprema alegría y nobleza' del arte que practica"--, sinceramente, me dio vergüenza ajena frente a ese ritual carente de sentido que denomina "¿arte?".
Disfrutar ante el dolor de un pobre animal indefenso, gratificarse porque su hábil mano para el asesinato acertó una vez más en el blanco de otro ser viviente, regodearse por una hazaña tan baja que revuelve las entrañas y trastoca la propia ética que usted tanto menciona, realmente, da mucha pena saber que dentro suyo late un corazón tan falto de sentimientos.
Sería bueno cambiar las formas, poner al cazador en el lugar del perseguido, meterse en su propio hábitat para seguirlo a todas horas, agazaparse en la oscuridad, tras las sombras de la incertidumbre, en el silencio y a la espera de algún movimiento suyo para gatillar con todas las fuerzas sobre su semblante pavoroso y desnudo de alma. Quizás así, aunque tampoco creo que pueda revertirse su carencia, se daría cuenta de lo que un animal debe sentir al ser acorralado por su "¿hombría?" entre unos matorrales sangrientos. Vaya, entonces, una plegaria a su nombre, que tan bajo ha dejado nuevamente ante los diversos lectores.

Ana Cecilia